Post date: noviembre 13, 2016 | Category: Tercera Edicion Mayo 2007
Antes de comenzar con esta crónica quiero agradecer sobremanera la invitación que me hicieron llegar para participar en esta revista electrónica.
Hace apenas unos 20 años, el trabajo de un diseñador no era, por decirlo de alguna manera, sencillo, no es que ahora lo sea. Herramientas como estilógrafos, tiralíneas, acrílicos, pinceles, lápices de colores, acuarelas, marcadores de aceite, juegos de letras adheribles, toda clase de lápices, y cantidades industriales de papel entre otras muchas, eran vistas sobre grandes restiradores. En aquellos días, por bíblico que suene, el diseñador trabajaba para un director de arte, y a su vez se apoyaban entre fotógrafos e ilustradores. Todo esto permitía generar, a mi manera de ver, 2 características que me cuesta trabajo ver en muchos diseñadores hoy en día:
- Saber trabajar en equipo, es decir no considerar un equipo como la suma de talentos individuales (tu haces esta tarea, yo hago esta otra y al final las juntamos), y enriquecer cualquier proyecto con una visión y acción compartida.
- La capacidad y habilidad de utilizar diferentes herramientas, permitiéndose a sí mismo experimentar con diferentes materiales y enriquecer su experiencia personal.
Y es a partir de esta segunda característica que deseo hacer referencia en esta oportunidad.
Es un hecho innegable e indiscutible, que la aparición, permanencia y ahora fácil acceso a las computadoras con sus constantes innovaciones ha cambiado completamente el mundo de hace 20 años. Sí, ha permitido que las oficinas de hoy sean más eficientes, pero, en el caso de algunos diseñadores, ha provocado que sea vista como la única herramienta al alcance del diseñador. Se ha venido construyendo, creyendo y popularizando la idea de que un diseñador sin una computadora no es un diseñador, ¿será entonces que cualquier persona con una computadora sea diseñador…?
La computadora ha permitido comprimir un sin fin de herramientas del uso cotidiano de cualquier persona, entre ellas los diseñadores. Si, por ejemplo, deseo generar una ilustración, puedo desarrollar una en programas de dibujo vectorial, o mejor aún, si deseo más “efectos y texturas” puedo hacerlo en un editor de imágenes. Pero, ¿por qué no atreverme a utilizar texturas generadas a través de papel, acrílicos, fotocopias, tierra, óleo o fotografías y posteriormente digitalizarlas? ¿acaso queda clara toda la pérdida de habilidades que han sufrido los diseñadores a partir del nacimiento y popularización de la computadora? Es evidente toda la creatividad que queda potencialmente desaprovechada, ya que todas estas herramientas son detonadores creativos.
Las razones que comúnmente se escuchan: “es más rápida la computadora”, “es que el proyecto por su costo no me permite invertir en este tipo de herramientas”, “¿para qué las hago si la computadora ya tiene muchas preinstaladas?”. Ante este panorama, mi pregunta es ¿son verdaderamente estas las razones o son sólo excusas? Hace poco leía un artículo sobre un diseñador mexicano que tuvo la oportunidad de generar el arte de portada y los interiores de una recopilación de Johnny Cash en una edición especial: Johnny Cash: The Legend, trabajo por el cual ganó un Premio Grammy por dirección de arte y diseño de libro-album. El nombre de este diseñador es Ian Cuttler, quien es director de arte, diseñador y fotógrafo, sin embargo a temprana edad su interés por el arte fue evidente, y gracias a que su madre era pintora y escultora, ese interés fue nutrido. Después de más de 12 años de radicar en Estados Unidos ha logrado un buen reconocimiento, al grado de que ahora él es el que elige en qué proyecto involucrarse y en cual no.
No dudo ni por un instante que los toques finales de este proyecto se hayan realizado en una computadora, pero todo el proceso previo a llegar a ese punto fue sumamente rico en el sentido del concepto, de la recopilación de fotografías, de la reticulación, etc. Toda la experiencia, las habilidades, conocimientos y sobre todo, el lujo de experimentar es una de las características que lo han hecho destacar como diseñador.
Es evidente que muchas de las instituciones de educación para el diseño a nivel nacional no promueven experimentar con herramientas diferentes a las de cómputo. De ahí la floreciente cantidad de institutos que se dedican a formar diseñadores gráficos en un año o año y medio enseñándoles única y exclusivamente programas de cómputo. Y en aquellas universidades en donde llevan toda una carga académica que involucra historia del arte, materias teóricas y talleres plásticos, no parece haber un verdadero interés por parte del alumnado hacia estas materias y cae todo nuevamente en el uso de la computadora. ¿Cualquier persona entonces que sepa utilizar programas de diseño es un diseñador? ¿y la historia del arte, y el uso de acuarelas y acrílicos, el conocimiento de papeles, y la teoría del color y el análisis del discurso, y la retórica y la semántica y los talleres de diseño, y la tipografía y el diseño editorial? Finalmente cualquier persona puede aprender a utilizar un programa de cómputo, esa es la parte fácil. Pero todos los conocimientos adquiridos en una carrera, no los puedo adquirir sólo en un curso de un año.
Aunque parezca lo contrario, este artículo, que pretendo escribir en aras del diseño y no en contra de él, no va en contra del uso de la computadora, al contrario, estoy sumamente conciente del gran valor que puede tener como herramienta. Pero ¿Qué pasaría si a tres días de tener una cita con tu cliente sufriera un accidente tu computadora junto con toda tu información?, ¿le llamas para posponer la cita o haces uso del gran ingenio que, a nosotros como mexicanos, tanto nos caracteriza? Lo que pretendo es invitar a todos los diseñadores a no dejar de lado todas aquellas herramientas de la “vieja escuela”. Hay muchas más herramientas que sólo una computadora, ¡hay que echar mano de ellas!
Demostremos que somos diseñadores y marquemos claramente la diferencia.