Lo visual y la cultura de lo visual

Post date: noviembre 13, 2014 | Category: Sexta Edición Noviembre 2008

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Lo visual

Ya seamos capaces de ver un objeto o ver el mundo a nuestro alrededor, nos lleva indudablemente a interrogarnos sobre las situaciones que se relacionan para poder llevar a cabo esta función. Sabemos que la visión es un sentido por el cual nos orientamos, también sabemos que nos determina que ciertas cosas se encuentran en su lugar, o no. Al respecto, el filósofo Walter Benjamín dice que «La vista llega antes que las palabras. El niño mira y ve antes de hablar» 1

A través de la vista el ser humano vidente encuentra su lugar en el mundo que le rodea, y aunque éste pueda ser explicado con palabras, éstas no pueden olvidar que estamos rodeados de un mundo físico que, podemos ver y diferenciar.

Ver implica percibir la realidad o partes de una realidad que nos hará «visualizar» o no una situación específica, p. ej., si por la noche llegamos a casa y a contra luz vemos la silueta de una persona que sale a recibirnos, en ésta, nosotros podremos ver de quien se trata, podremos percibir rasgos tales como el tamaño, la complexión, la figura contrastada con el fondo, etc., y aunque no veamos con claridad quien es, seremos capaces de percibir determinadas formas que nos darán la información necesaria y suficiente para poder decir de quien se trata y todo a través del acto de ver. Sin embargo, en este reconocer de las formas, el esfuerzo es mayor que si fuera en mejores condiciones ambientales, en ese caso, el reconocimiento sería sólo a través de un número menor de indicios.

En apariencia, todos tenemos la facultad física de ver, pero existen personas, que por nacimiento o debido a un accidente, se tornan en invidentes e imposibilitadas para ver a través del órgano físico de la visión, por lo que las representaciones visuales en este sentido, son percibidas por otros sentidos, tales como el tacto o el oído. El ver, según O´regan y Noë,2 es un patrón de actividad entendido en el tiempo «ver es ser hábil» en esa actividad. Una actividad que comprende no sólo el hecho de ver, y en la incidencia de cierta sensación, es un intercambio entre la experiencia, el objeto y las cosas alrededor. En sí, el ver es un intercambio entre nosotros y el medio ambiente.

Desde un punto de vista cualitativo, el ver se realiza a través del influjo nervioso que entra en el cortex visual3 y parece dar origen a experiencias cualitativamente diferentes de las que proviene un impulso nervioso que entra en el cortex auditivo o en otro cortex sensorial. Desde el punto de vista físico, los objetos del entorno emiten o reflejan luz, las lentes del ojo proyectan imágenes de esos objetos sobre las retinas que transmiten el mensaje al cerebro.

La imagen óptica formada sobre la retina, estimula unos ciento treinta millones de receptores microscópicos, cada uno de los cuales responde a la longitud de onda e intensidad de la luz que recibe.

Esto nos explica, como cada una de las actividades del cuerpo humano son distintas, el comer es diferente al hablar y el caminar al ver. Se ha dicho que el acto de ver, en sí mismo, no requiere de un gran gasto de energía, que es y ha sido, una actividad natural. Es esta misma naturalidad la que ha llevado a muchos individuos, científicos y pensadores, a diferentes explicaciones sobre el ver.

Ya en la antigüedad e impresionados por dicha experiencia, algunos pensadores descubrieron a su manera, el proceso físico de la visión. Platón afirmó en el timeo que el suave fuego que caldea el cuerpo humano sale por los ojos formando un chorro de luz uniforme y denso. De ese modo se establece un puente tangible entre el observador y lo observado, y por este puente los impulsos de luz que emanan del objeto viajan hasta los ojos y de éstos al alma4., entendiendo a esta última como la percepción de la luz que entra por nuestro sentido de la vista directamente al cerebro tal y como se aprecia en la ilustración anterior.

En este mismo tenor pero en sentido opuesto, fue René Descartes en su teoría cartesiana, plasmada a través de su teoría del discurso del método5 en el año de 1637, quien supuso una clara ruptura con los conceptos de visión vigentes hasta su época. Enfrentó la tradición del pasado al considerar que la luz era una sustancia material con una existencia concreta.

A partir de entonces, no se consideró más a la luz como una manifestación de lo divino, Descartes utilizó metáforas cotidianas para describirla, como la del uso que hacen los ciegos de los bastones para sustituir su falta de visión. Si la luz fuera un medio puramente espiritual, ningún aparato humano hubiera podido medirla6. Se desplaza así lo que era considerado como proveniente de lo divino a la percepción de la retina del cerebro por lo que la imagen formada en la retina no era la misma que la percibida. Tal afirmación fue hecha por Descartes, partiendo de la inversión de la imagen en la retina viendo en ello, parte de los medios gracias a los cuales era transmitido de los ojos al cerebro.

Formación de las imágenes en el ojo.

Ver significa aprehender los rasgos que los objetos nos proporcionan, tales como la blancura de las nubes o su aspecto grisáceo cuando están cargadas de agua y va a llover, el largo cuello moteado de una jirafa, la rectangularidad de un edificio parecida a la de un libro pero en una escala menor. Por medio de unos cuantos puntos y líneas sencillas, es fácil ver una cara, (lo que podría dar a pensar que fuera un arreglo anticipado del código, pero ello, no pertenece a una convención previa del lenguaje de los signos) ya que se sabe que, tanto bebés como animales también tienen dicha facultad.

Un cuerpo humano puede ser representado por sólo unos cuantos rasgos y a pesar de ellos se es capaz de distinguir entre un hombre, una mujer o una niña. No quiere decir que la visión no tome en cuenta el detalle tal como los ojos, las cejas, pestañas o las pupilas y el iris, para el caso de una cabeza, pequeños cambios en pequeños detalles pueden hacer parecer cansado a un rostro, o a un cuerpo rígido o laxo.

En este sentido, significa que el observador no es que no haya notado el pequeño cambio o detalle, sino que más bien el cambio ha sido determinado globalmente y lo ha visto dentro de un marco integrado, esto es que cuando las cosas se ven como un conglomerado de piezas, entonces los detalles pierden su significado y el conjunto puede tornarse irreconocible, exactamente por no haber podido encontrar o relacionar el cambio o detalle de dicho conglomerado.

En este sentido y a modo de relato, me remito a una fotografía que fue tomada por un amigo, y que me fue mostrada en un teléfono celular, en donde claramente podía verse un horizonte lejano y un cúmulo de nubes a la izquierda pero tenía una particularidad, un detalle como fragmento de un todo, que no me permitió reconocer ni dar significado al conjunto, ya que la nube (que en sí es lo que parecía ser por su transparencia y su cualidad etérea) tenía una extraña forma irregular, similar a la de un trompo7 con una hilera de lo que parecían ser pequeñas ventanas que le circundaban a su alrededor.

Hasta el día de hoy, aún no estoy seguro de lo que vi; que si bien, esto podría bien pertenecer al terreno de las categorizaciones o al de las interpretaciones, la no correspondencia de una realidad obtenida en el orden de lo visual, hace imposible la identificación o reconocimiento del todo, a través de sus partes, tomado ese todo como un ejercicio de copia mimética.

Sobre la visión, Dondis8 dice que, visualizar es la capacidad de formar imágenes mentales. Y a través de estas imágenes, somos capaces de recordar el camino de vuelta a casa, o el camino que por primera vez deberemos seguir, para llegar a un nuevo destino, basado en indicaciones y claves visuales, tal como el de una casa amarilla con techo rojo al lado del camino. También podemos crear en el «ojo de la mente» algunas cosas que nunca hemos visto físicamente y es precisamente allí, en donde decimos que podemos darle vuelta a un objeto como representación mental, previsualizándolo en nuestra imaginación.

Por su parte, el llamado modo visual es considerado un lenguaje empleado para comprender y componer variados tipos de mensajes, todos ellos con propósitos diferentes, ya sean unos meramente funcionales tal como el de una señal, los persuasivos tal y como como un anuncio publicitario o bien los correspondientes a una expresión artística. Independientemente del tipo de intención utilizada, es posible encontrar en cada uno de ellos, una entidad de datos compuestos de partes constituyentes y de un grupo de unidades determinados a su vez, por otras unidades, que como ya lo mencioné, el significado del conjunto, es una función del significado de sus partes, lo cual se resume como: el todo y las partes o las partes y el todo.

En la introducción del libro «Modos de ver» 9 de la edición correspondiente al año 2000 a cargo de Eulália Bosh, la autora afirma que hasta ahora, desconocemos si existe un reino de lo visible, relacionando las imágenes que el ojo crea al mirar, en donde «estas imágenes al ser vistas, quedarán atrapadas por siempre y adquirirán su existencia propia en la conciencia de quien así las ve«. Dice a su vez, que lo visible es un invento extraordinario de los humanos afanados éstos, en la multiplicación de los instrumentos de visión que nos permitirá aumentar nuestros propios límites. Sin embargo si no existe un mundo de lo visible, si existe una cultura de lo visual.

 

Cultura visual.

La cultura visual, bien pudiera ser abordada desde el estudio fragmentado e individual de las disciplinas específicas de los medios audiovisuales de comunicación, tales como: la televisión, el cine, el video, la Internet, etc., y su derivación lógica que es el de la visualización de la imagen ya sea fija o en movimiento.

Sin embargo, la cultura visual tal y como Nicholas Mirzoeff 10 la entiende, no es fragmentada, sino más bien se describe a través de una estructura interpretativa fluida, centrada en la comprensión de la respuesta de comunicación en la interacción de la vida cotidiana de los individuos. Este autor nos dice que existe una tendencia de la nueva cultura visual y ésta es el aumento de la tendencia a visualizar las cosas que no son visuales en sí mismas.11 Por ejemplo, las imágenes derivadas de los rayos X (1895), las imágenes infinitamente microscópicas o las imágenes infinitamente grandes de las distantes galaxias obtenidas por el telescopio Hubble en años recientes.

Como individuos pertenecientes a una sociedad industrial, hemos desarrollado la habilidad de interpretar gran cantidad de información visual (el modo visual) ya sea en forma de señales de tráfico, imágenes publicitarias, vallas, la hora local, la temperatura, anuncios comerciales en grandes espectaculares, etc., puede afirmarse que dicha habilidad no es una cualidad natural del ser humano, sino más bien una capacidad aprendida recientemente y que tiene su origen en el hiperestímulo de la cultura visual que viene desde el siglo XIX, y que se ha dedicado a saturar el campo visual de manera tal que, aprendemos a ver cada vez más y a conectar de forma cada vez más rápida.

Giovanni Sartori aborda el tema de la rápida revolución de los múltiples media tales como la Internet, los computadores personales, el ciberespacio, (prácticamente los mismos que Mirzoeff), a través de un caracterizador común que él llama tele-ver y su consecuencia el video-vivir. También hace alusión a un nuevo género humano derivado del homo sapienshomo videns para el cual la palabra, ha sido destronada por la imagen en una cultura en donde todo acaba siendo visualizado12. quien es producto de la cultura escrita y del reciente

Al respecto Sartori, plantea un escenario en donde la cultura de lo visual, se inocula consciente o inconscientemente a quien él ha llamado el video-niño, este último, definido como un ser humano educado frente al televisor, incluso antes de aprender a leer y a escribir.13 Pero la cultura visual no depende de las imágenes en sí mismas, sino de la tendencia moderna a plasmar en imágenes o visualizar la existencia, y en este sentido, la gran diferencia entre la época moderna actual y la vida en la antigüedad, no estriba específicamente en lo visual, sino que ahora la visualización es total y obligada.

Tres son las fases que han modificado la historia en que se han formado los conocimientos de nuestra especie humana según Raffaele Simone.14 De hecho este autor modela su tesis a partir del concepto del saber, no del saber de los intelectuales ni tampoco del de los científicos, tal como él mismo lo dice, siendo más general, se refiere a todas las formas de conocimiento que como género humano, disponemos, empleamos, espontánea y cotidianamente. Da gran importancia a las modificaciones profundas en el proceso de la formación de los conocimientos ocurridos en diferentes épocas durante estas tres etapas. La primera fase concurre con el invento de la escritura, que permitió empleando signos escritos, fijar el pensamiento humano sobre un soporte estable y que sólo podían ser conservados por la mente y transmitidos a través de la oralidad. La segunda se inicia con el invento de la imprenta de tipos móviles, haciendo de los libros hasta entonces irreproducibles, un bien de relativo bajo precio y casi popular. La tercera y por ende la más breve de las dos anteriores, se encuentra relacionada con un cambio más bien cuantitativo ya que en la época actual, hemos aprendido menos cosas por medio de la lectura, de lo que hace treinta años se aprendía por este medio. Sabemos muchas cosas que en realidad nunca hemos leído en alguna parte, y mucho menos en los libros ya que simplemente las hemos podido «ver» en la televisión, en el cine, en el periódico o en alguno de los abundantes medios impresos que circulan en nuestro entorno. Leer ya no sólo implica hacerlo por medio de los signos alfabéticos, sino que leer en la era de los nuevos media, ya no significa lo mismo que hace 30 ó 50 años, hoy día ya no se leen cosas escritas en el sentido original del término.

Con el devenir de estas tres fases de la historia del conocimiento se han producido otros dos fenómenos de dos categorías diferentes: el primero de orden técnico y el segundo de orden mental.

El primero implica el invento constante de nuevos instrumentos vinculados con el conocimiento, p. ej.: el estilo, la pluma, la imprenta, la computadora y los media. En la categoría de lo mental, tiene más que ver con el paso de la tradición oral a la escritura, y de la escritura a la «visión». El parteaguas entre la segunda y la tercer fase se dio con la aparición de la televisión y los ordenadores, evidentemente relacionados con las derivaciones mediáticas que se han obtenido de cada una de ellas a través de la informática y la telemática15 de la resultante de la producción global de imágenes; tanto así que, el libro ha dejado de ser el emblema supremo del saber, el conocimiento y la cultura, cediendo su estado hegemónico de la obtención del conocimiento, a la cultura visual.

Sobre la visualización, los avances más destacados han ocurrido en la ciencia médica, tales como el de la actividad cerebral hasta el latido del corazón representados en un modelo virtual, y si bien estamos muy familiarizados con las imágenes en el computador considerado por Simone como uno de los dos motores que dieron inicio a la tercera fase, éstas han podido ser representadas con gran detalle y exactitud, desde hace muy poco tiempo y a pesar de que los ordenadores no son de naturaleza visual, procesan la información a través de un sistema binario de unos y ceros con el software indicado para procesar la información.

Modelos virtuales del corazón y del esqueleto de un niño16

 

La cultura visual es nueva precisamente por eso, por centrarse en lo visual como el lugar en donde se crean y se discuten los significados. La teoría de la imagen ha adoptado y adaptado occidentalmente una visión del mundo que es más gráfica y menos textual, en los medios impresos, el lenguaje es el elemento primordial y lo visual como las ilustraciones o el mismo formato, son cosas secundarias, en los medios modernos ocurre completamente lo contrario, lo que no se ve como imagen, no existe.

Conclusión

El tema de lo visual no está ni por poco agotado, ya que bien pudiera ser abordado desde por lo menos, tres distintas perspectivas, la primera se relacionaría íntimamente con lo formal, lo que nos permitiría reconocer una realidad del entorno a partir de ciertas formas y en donde ciertos datos de orden visual en el estricto sentido gestaltista, proporciona al individuo la clave para el reconocimiento o construcción de algo.

La siguiente perspectiva, sería la de exponer la imagen dentro de la llamada nueva cultura de lo visual, en donde la función del ver extiende sus facultades naturales y se impregna de una necesidad imperiosa de visualizar el contexto social a través de los nuevos media. La última de estas tres perspectivas y a la vez, la más cercana a las ciencias, específicamente me refiero a la ciencia cognitiva, quedaría ubicada en la experiencia temporal del saber, donde la aparición de ciertos medios artificiales de la reproducción y la conservación del pensamiento humano, adecúa la capacidad de aprendizaje de los individuos de la lectura a lo enteramente visual, entendiendo esto como la lectura y comprensión de la imagen estática y en movimiento.

 

Bibliografía

1 Berger, John. Modos de ver. Gustavo Gili. Barcelona, 2000.

2 González, C. Juan. «Perspectivas contemporáneas sobre la cognición, percepción, categorización, conceptualización. Siglo XXI, México. Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2006.

3 Se refiere a la parte de la corteza cerebral destinada para esta acción.

4 Descartes, Rene. El discurso del método. Alianza editorial.

5 Idem

6 Mirzoeff, Nicholas. Una introducción a la cultura visual. Paidós, 2003.

7 El trompo es un juego popular mexicano de forma cónica, hecho principalmente de maderas duras y con una punta metálica, que por medio de una cuerda o lazo, se lanza al piso mientras gira.

8 Dondis, A. La sintaxis de la imagen. Introducción al alfabeto visual. Gustavo Gili. Barcelona, 1976.

9 Berger, John. Modos de ver. Gustavo Gili. Barcelona 2000. P. 7

10 Mirzoeff, Nicholas. Una introducción a la cultura visual. Paidós. 2003.

11 Ello va en función de su propia perspectiva, de que una cultura de lo visual, no corresponde completamente a la visualización de objetos aislados (fotografías, anuncios comerciales, imágenes individuales, etc.) sino a una correspondencia entre los medos audiovisuales y quienes así hacen uso de ellos.

12 Sartori, Giovanni, Hommo videns. La sociedad teledirigida. Editorial Taurus, 2001. P. 11

13 Es bien sabido por quienes tenemos hijos (entre 2 ó 4 años) que los pequeños logran identificar a través de lo visual, las marcas de sus juguetes; aún no sabiendo leer pero mediante la asociación del nombre de la marca con los signos cromáticos formales, estilísticos y tipográficos saben la diferencia entre la marca Barbie, Fisher Price, Hasbro, etc., etc.

14 Simone, Raffaele. La tercera fase. Formas de saber que estamos perdiendo. Taurus, 2001.

15 Si el lector está interesado en el tema puede consultar de Bettetini y Colombo. Las nuevas tecnologías de comunicación. Paidós. Barcelona, 1993, y de McLuhan, Marshal. La aldea global: transformaciones en la vida y los medios de comunicación mundiales en el siglo XXI. Gedisa. México, 1991.

16 Zygote Media Group. 3DScience.com. Documento en línea en http://www.3dscience.com/3D_Models/Human_Anatomy/Heart/index.php consultado 30 de octubre de 2008.