Morfogénesis La creación de una arquitectura digital

Post date: julio 07, 2017 | Category: Latest Headlines

ARTÍCULO 

 

Resumen

La arquitectura está expuesta a un mundo digital que como una intensidad altera su producto, esta intensidad altera  la forma en la que la génesis del mundo material es concebida.  Este artículo plantea la concepción de la arquitectura como cualquier otro organismo vivo que habita el planeta y propone  las formas de pensamiento bajo las cuales los medios digitales deberían de proyectar los objetos arquitectónicos. Expone también las implicaciones que conlleva el uso ordenador hacia dichos objetos y las relaciones entre los aspectos formales y sus partes con el uso de los espacios. Creando un argumento teórico bajo el cual pueda generarse la forma de la arquitectura.

 

Palabras clave: arquitectura, medios digitales, evolución, forma.

 

Proceso de creación de la arquitectura digital

La vida del hombre se ha visto afectada notablemente por las nuevas tecnologías en todos sus aspectos, la arquitectura no está exenta la de influencia de esta evolución digital.  En los últimos años las herramientas computacionales y técnicas han tenido gran impacto en la arquitectura, en la nueva forma de creación de espacio, desde la inclusión de la computadora, el método de diseño de los arquitectos se ha visto afectado, explorando nuevas posibilidades que difícilmente eran dibujables a lápiz y papel. Estamos inmersos en una era  donde la tecnología ha evolucionado de una forma descontrolada capturándonos dentro de esta  ya tan famosa era digital.

Los procesos de creación de la arquitectura han cambiado notablemente puesto que vivimos en un nuevo tipo de sociedad, a la par las formas de pensamiento que conciben a la arquitectura han cambiado, y no precisamente por la invención del ordenador, pero da la pauta para la creación de esta arquitectura digital.

 

Sistemas de pensamiento evolutivo

“Las ciudades  como cualquier otro  ente que habita la tierra es un organismo que crece se desarrolla y evoluciona” (Pask, 2009, pág. 20); bajo esta premisa es posible someter a la arquitectura bajo el pensamiento del naturalista inglés Charles Darwin hacia un pensamiento evolutivo. Como cualquier organismo vivo se adapta al entorno al que se encuentra, natural o artificial, y  a través de las fuerzas ejercidas por este entorno evoluciona. Como producto del hombre y responsabilidad del arquitecto debemos preocuparnos por estas propiedades evolutivas ejercidas sobre la arquitectura.

La arquitectura es un organismo más dentro de toda la variedad que habitan el planeta. Incluso puede considerarse como el más complejo  dentro del globo terráqueo y  como todo organismos está expuesto a la adaptación, o según Darwin adecuación.  A lo largo de millones de años los organismos se han adaptado a las condiciones de su entorno,  como ley fundamental de la naturaleza, mutando de acuerdo a las “fuerzas” ejercidas sobre ellos para la “supervivencia del más apto,” frase acuñada a por Herber Spencer en “Principles of biology” en 1864 y retomado por Darwin. El proceso evolutivo no es exclusivo de los seres vivos, así lo señala  Steadman (1982, pág. 189):

La evolución no era para Spencer un proceso que se manifestara exclusivamente en la naturaleza orgánica, sino reflejado así mismo en el mundo material: no solo en las plantas y animales, sino además en el hombre, la sociedad y la cultura.

Por tanto, también es un proceso al que se ve sometido la arquitectura como producto del hombre en la que engloba su sociedad y cultura. Así bien la evolución  del objeto arquitectónico irá de acuerdo a las mutaciones ejercidas por el entorno en el que habitan dichos objetos, “de la existencia de diferentes entornos – propios de áreas geográficas distintas o de diferentes periodos históricos- cabría esperar la correspondiente diversidad formal de los edificios, al asumirse la correcta adaptación de las formas a las circunstancias prevalentes en cada caso”. (Steadman, 1982, pág. 82).

Podemos catalogar diferentes tipos de entornos que moldearán el objeto arquitectónico de diferente manera. El entorno físico, el lugar espacial donde se dará emplazamiento del objeto dentro de un marco geográfico y meteorológico, que como el animal artificial que es la arquitectura, deberá adaptarse a sus condiciones de latitud y climatológicas, deberá desarrollar su pelaje, escamas, o color que le permitan coexistir con el entorno físico en el que se ubica. El entorno material tecnológico, repercute en el objeto principalmente por la materia prima por la cual se genera, las técnicas y procesos de su fabricación así como las herramientas utilizadas en la ejecución de éste, agregando también el conocimiento de las características de los materiales posibilitando a partir de ellas su adaptación. Y por último pero incluso más importante  el entorno sociocultural, que define las funciones y el servir del hombre, que muta el objeto a partir de su economía, creencias culturales y religiosas, y que aceptará o no la  “domesticación”  del animal artificial tal cual su naturaleza, o lo moldeará de acuerdo a él. “Leopold Eidlitz declara que las formas de la naturaleza son producto del entorno. El entorno determina la función, y las formas son resultado de la función” (Steadman, 1982, pág. 81), estos organismos se adaptan y se justan continuamente a su entorno. Es una relación directa entre forma, función y entorno.  Esta adaptación natural de los individuos volcada a la arquitectura puede guiarnos a correctos resultados en la generación de estos animales artificiales que llamamos ciudades, así como es imposible negar que los resultados obtenidos por los demás seres vivos a través del tiempo y la evolución son incorrectos.

 

Pensamiento poblacional, intensivo, topológico

La utilización de software para la generación de objetos arquitectónicos tiende  a ser independiente a los procesos de pensamiento biológicos. Gracias al uso de los medios digitales es posible el acercamiento a estos procesos biológicos a través de “algoritmos genéticos” (DeLanda, 2009, pág. 151); donde el algoritmo debe funcionar como ADN llevando la información genética para la creación de la arquitectura como instrucciones usadas en el desarrollo y funcionamiento de todos los organismos vivos conocidos. La concepción digital de los espacios tiene que verse a través de un pensamiento deleuziano. Este pensamiento es la base del entendimiento de la génesis de la forma de los organismos y como tal la arquitectura. Todo objeto, ya sea producto de la naturaleza o del hombre, conlleva un proceso en su generación, un conjunto de instrucciones o reglas bien definidas y ordenadas, o bien el algoritmo de su génesis. Esas instrucciones o material genético de los organismos evolutivos son la base para la elaboración de la arquitectura como organismo.

DeLanda (2009, pág. 152) afirma que “el uso productivo de los algoritmos genéticos necesita el despliegue de tres formas de pensamiento filosófico: poblacional, intensivo y topológico”, que son la base del pensamiento deleuziano para la morfogénesis.

El pensamiento poblacional surge a través de los descubrimientos de Darwin sobre la teoría de la evolución y la selección natural. El razonamiento se basa en la evolución de los organismos, no como individuos sino como comunidades, o como lo sintetiza DeLanda (2009, pág. 153):

No pensar nunca en términos de Adán y Eva, sino en términos de comunidades reproductivas mayores; es decir que aunque toda forma evolucionada procede de organismos individuales, la población y no el individuo es la matriz de producción de la forma.

 

La evolución de los organismos no se da a partir de individuos, sino como ya se ha mencionado, el entorno es el factor que permite a través de la evolución de éste funciones definidas y la forma de los organismos, afectando no únicamente al individuo sino a las  comunidades enteras donde habitan tales organismos. Es entonces la población entera quien evoluciona y dentro de ella sus organismos presentan características similares,  de acuerdo a la misma evolución, con diferencias mínimas entre ellos. Los organismos pasan por un proceso evolutivo que demanda un tiempo considerable  por la que los genes se popularizan a través de la población de individuos creando alteraciones mínimas; si se produjeran grandes cambios o variaciones rápidas, las funciones resultarían comprometidas. Así mismo el entorno, como organismo, está inmerso a este proceso de evolución, generando cambios en su composición lo que a su vez va afectando a sus organismos internos, habiendo una relación del sistema y sus partes.

La arquitectura está conformada por partes u organismos que se deben de concebir como un todo. El buen funcionamiento y desarrollo de un organismo, ya sea un espacio específico del objeto arquitectónico u el mismo objeto no depende de él mismo únicamente, sino de las demás partes y la relación de estas mismas que conforman a la población o al sistema dentro del cual están inmersos. Es a través del sistema que se logra el proceso evolutivo. La arquitectura debe estar concebida como un todo funcional así como los organismos vivos y ecosistemas capaces de evolucionar.

El pensamiento intensivo a diferencia del topológico parte de la termodinámica, y sistematiza que es necesaria la energía para el funcionamiento de todo, la energía como generadora de la forma. La energía se define como la capacidad de realizar trabajo, de producir movimiento, de generar cambio; es este trabajo o movimiento especifico el que logra la morfogénesis. La energía se presenta a diferentes intensidades, diferentes entornos, que generan diferencias formales, “las diferencias de intensidad son diferencias productivas, puesto que dirigen procesos en lo que se produce una diversidad de formas reales” (DeLanda, 2009, pág. 154). Estas diferencias de intensidad de energía producidas por el entorno fueron las que permitieron a los primeros organismos mutar y generar a través de largos procesos diferentes especies como el hombre y las aves.

A diferentes energías se deben de producir diferentes formas. De acuerdo al pensamiento intensivo a diferentes ecosistemas, como productores de energías, se deben de producir diferentes resultados formales. Debe entenderse la energía también como flujos naturales, y humanos, como interacciones sociales, como iluminación, sonido, política, y todos los fenómenos del entorno que posibilitan que el objeto mute y se moldee a partir de estas energías. Los animales como cualquier otro objeto son respuesta a estas intensidades modeladoras. La forma y características de un grillo no son iguales con las de un tiburón, uno no es mejor que el otro puesto que ambos son la mejor respuesta a las intensidades producidas por su entorno, y si esa respuesta formal es puesta en el contexto del otro resulta comprometida y disfuncional.

La estandarización en la arquitectura no responde a los flujos del entorno; puesto que el objeto fue diseñado a partir de un entorno que no corresponde a uno nuevo, y el producto es emplazado fuera de su contexto, como el grillo en el océano. Así como los procesos realizados a partir de los medios digitales para la producción de un objeto arquitectónico no corresponden a otro objeto con diferente medio, y el “ADN virtual” (DeLanda, 2009, pág. 153) de dicho objeto no corresponde a otro. Para cada creación del objeto deben de establecerse las intensidades únicas que lo conforman. Dos edificios emplazados uno inmediato al otro no deben de ser iguales, el simple hecho de que exista uno, condiciona la generación del otro, el edificio adyacente se convierte en un flujo generativo. Los objetos arquitectónicos deben de realizarse leyendo la realidad e interpretándola a partir de su ADN.

El pensamiento topológico se expresa en términos geométricos en las posibilidades de cambio de los organismos de mutar de una forma a otra. Un primer organismo se trasforma en otro como ya se habló a través de procesos intensivos con formas geométricas muy parecidas al primero, y este a través del tiempo en una serie de otros organismos con geometrías cambiantes parecidas a su sucesor, derivándose en otras más a partir de ramificaciones o bifurcaciones generando así un plan corporal por el cual un organismo o el “vertebrado abstracto” (DeLanda, 2009)  presenta posibilidades de cambio. El pensamiento topológico racionaliza esos posibles cambios a través de la forma de los objetos  llegando a resultados formales justificables a partir del plan corporal de los objetos u organismos, obteniendo a entidades comunes.

Figura 1. Plan corporal del hombre. (La evolucion del hombre , 2016)

 

El plan corporal responde a procesos evolutivos de los organismos y sus posibles cambios geométricos. A partir del pensamiento poblacional e intensivo se generan los objetos susceptibles a la evolución a través  del tiempo a por medio  de planes corporales topológicos. Con el pensamiento topológico se puede llegar a experimentar una combinatoria de miles de resultados formales arquitectónicos diferentes apegados a un mismo plan corporal que no afecte la función y el desarrollo de los organismos arquitectónicos.

El diseño digital si es visto de esta manera puede contribuir a la generación de procesos evolutivos que sustituyan al diseño. Es substancial la creación de formas vistas como un organismo siendo  resultado al entorno y a las fuerzas ejercidas por éste; y no el diseño de un artefacto “funcional” emplazado en un contexto, “La simple tecnología digital sin el pensamiento poblacional, intensivo y topológico, nunca será suficiente” (DeLanda, 2009, pág. 158).

 

Pensamiento  rizomático

Lo concepción de objetos a partir de los medios digitales puede percibirse también a partir de rizomas. La arquitectura debe de sujetarse a las características rizomáticas para poder formar un ser funcional. El rizoma según Gilles Deleuze y Félix Guatarri cuenta con seis características indispensables a las que la arquitectura debe de apegarse: los principios de la conexión, la heterogeneidad, multiplicidad, de ruptura significante, de cartografía y calcamonía.

Los  principio de conexión y heterogeneidad se refieren a que “cualquier punto del rizoma puede ser conectado con cualquier otro, y debe serlo” (Deleuze, 1994, pág. 13). Las ciudades son fenómenos complejos que están formados por elementos de distintas clases o naturalezas, las cuales están conectados entre sí, formando un todo. Todo se conecta con el todo. La papa es un elemento rizomático donde no está establecida  una sola conexión o varias entre ella, sino toda en conjunto con ella misma. Son imperceptibles sus conexiones puesto que es toda conexiones. El cómo hacer la arquitectura a través de este pensamiento nos lleva a conectar todas las partes o fenómenos que la forman, sin disgregar elementos o individuos puesto que son todos los elementos los que serán responsables de la morfogénesis de la arquitectura.

El principio de multiplicidad afirma que “sólo cuando lo múltiple es tratado efectivamente como sustantivo, multiplicidad deja de tener relación con lo Uno como sujeto o como objeto, como realidad natural o espiritual, como imagen del mundo” (Deleuze, 1994, págs. 13,14).  El Uno o individuo no es el elemento pivotante del todo. En el rizoma lo importante es el todo, la relación de las partes con las partes como un todo.  Una modificación de sus partes altera el todo, las partes no pueden modificarse sin que el todo cambie su naturaleza.  La analogía de una red de voleibol podría explicar este principio de multiplicidad. A medida que se ejerce presión sobre uno de los puntos de la red ya sea jalándola o estirándola el resto de los puntos que la conforman sufren también una transformación. Así la arquitectura tiene este principio de multiplicidad donde sus partes conforman el todo y la alteración de cualquiera de ellas la altera holísticamente.  Cualquier fenómeno ocurrido modifica u muta la arquitectura, las ciencias, un cambio político, la invención de algún producto o cualquier evento produce una diferente conformación del rizoma.  Se asemeja la multiplicidad de Deleuze con las palabras de Louis Sullivan quien expone que “el carácter orgánico de un edificio exige a la función de cada parte  poseer la misma calidad de la función del conjunto, y a cada parte poseer la cualidad del todo, para compartir su identidad” (Steadman, 1982, pág. 193).

El principio de ruptura señala que  “un rizoma puede ser roto, interrumpido en cualquier parte, pero siempre recomienza según ésta o aquella de sus líneas, y según otras” (Gilles Deleuze, 1994). Si volvemos a las partes que como sujetos u objetos no generan la forma sino la multiplicidad de ellos, es posible la eliminación o adición de individuos. La supresión de éstos no alterará la forma del sistema, los sujetos que subsisten reacondicionarán el sistema  sin que éste sea alterado. Los sujetos no condicionan a la totalidad, si existe algún cambio en ésta por la supresión o adición, no será significativa y se adaptará. Una parvada en vuelo genera las mismas formas debido a su movimiento si está constituida por cien o por mil pájaros, su composición no se compromete ni se condiciona por las pates, solo existirá un cambio de escala. El funcionamiento de la arquitectura u objetos arquitectónicos no está  condicionado por las partes. Los edificios, ciudades o cualquier escala de organismos no debe de depender de una o varias partes para su funcionamiento y desarrollo. La esencia del objeto debe de prevalecer aun si son suprimidas sus partes.

Los principios de cartografía y calcamonía establecen que el rizoma es “mapa y no calco” (Gilles Deleuze, 1994, pág. 17). Rechaza toda idea preconcebida e impone una construcción desconocida, “el mapa es abierto, conectable en todas sus dimensiones, desmontable alterable, susceptible de recibir constantemente modificaciones” (Gilles Deleuze, 1994, pág. 18). Este razonamiento no da nada por hecho, se asemeja a un pensamiento intensivo; en el cual acepta múltiples entradas de información con las cuales generará el objeto.  Se puede decir que la forma es un diagrama de fuerzas conectadas al objeto. Es posible concebir formas nuevas y originales en consecuencia de los fenómenos que experimentan, y como ya se ha dicho los fenómenos son producidos por el entorno. 

 

De lo digital a la forma

Los medios digitales son una alternativa para la creación del objeto arquitectónico. Los algoritmos son indispensables en la definición del proyecto, puesto que serán los que darán origen a la forma. Negativamente el  objeto puede llegar a ser una idea forzada, capricho del arquitecto, manipulándolo y llegando a una pérdida de control sin un sustento de origen.

Los algoritmos generativos mediante el proceso de diseño digital son los respónsales de la generación de la forma. Estas instrucciones de generación como ya se ha mencionado deberán ser “algoritmos genéticos” (DeLanda, 2009, pág. 151) que produzcan modelos evolutivos; como menciona Frazer  (2009, pág. 30):

Para conseguir el modelo evolutivo es necesario definir lo siguiente: un guion del código genético, normas para el desarrollo del código, traducción del código a un modelo virtual, la naturaleza del entorno para el desarrollo del modelo y, sobre todo, los criterios de selección.

La coherencia en el proceso de diseño y justificación de las formas emergentes  deben de estar asociadas a las diferentes condiciones de éste, hasta que sus funciones se expresen en el organismo, como señala Steadman (1982, pág. 188):

El crecimiento de cualquier organismo se ajusta a un programa fijo que, indudablemente; posee una determinada latitud o flexibilidad de respuesta a las circunstancias ambientales, pero cuya forma esencial aparece fijada desde el principio en la materia genética heredada; aunque por supuesto, esta forma sea el producto de la evolución de un sinfín de generaciones.

Pudiera hacerse uso de la famosa frase del arquitecto Louis Sullivan en su artículo “The Tall Office Building Artistically Considered” en 1896  “la forma sigue a la función”. Puede hacerse una comparativa entre las formas del cuerpo orgánico y su función, y la relación entre las funciones de sus edificios y sus formas, sin dejar de lado la relación entre entorno, forma y función; adecuación. Un proceso de evolución puede llevar a formas tan buenas o incluso mejores a las que puede llegar el ejercicio de la imaginación y la arbitrariedad; no viéndose afectados por lo  estilizado que pueden llegar  a ser los objetos arquitectónicos de geometrías topológicas mediante la utilización de los medios digitales  engañando al diseñador.

Una  problemática que tienen las geometrías complejas diseñadas por medios digitales es la materialización, puesto que nos es difícil creer en propuestas fluidas, topologías, aleatorias. Ni  animales, ni el ser humano ni las actividades que realizamos son a partir de geometrías ortogonales o euclidianas, por tanto la arquitectura debería de responder a su movilidad orgánica, “no es necesario que la arquitectura se mueva literalmente, pero debe de conceptualizarse y modelarse en un campo urbano que se entienda como dinámico y que se caracterice por fuerzas más que por formas” (Lynn, Una forma avanzada de movilidad, 2009, pág. 110).  Puede ser que uno de los beneficios más importantes que ha traído la era digital en la arquitectónica sea la búsqueda de la redondez y las formas orgánicas, así como las dinámicas humanas, o quizá tenga que ver como señala Carpo  “las formas tienen una tendencia bien conocida a fluctuar de lo angular a lo curvilíneo” (2009, pág. 60).

El objeto arquitectónico puede llegar a una idea forzada por el autor. El resultado en ocasiones se ve desviado hacia el lado formal como un mero ente estilizado sin ser resultado de las variables de origen a la solución del problema. La manipulación de los datos debe de ser acorde al sustento teórico de la génesis del objeto.  “La digitalización realmente permite al arquitecto manipular formas extremadamente complejas y visualizar con más libertad las modificaciones del proyecto”  (Picon, La arquitectura y lo virtual , 2009, pág. 70), y es esta manipulación de formas complejas lo que seduce a generar formas que no son concebidas como organismos. La pérdida de coherencia de la que habla Beaucé (2009) es dada por una sensación de poder producida por el software tan ergonómico, en el que por medio de herramientas fácilmente manipulables es sencillo generar superficies complejas y perderse en la fascinación de lo digital. Las formas incoherentes también pueden ser llevadas a cabo por modeladores que nunca fueron inventados para producir objetos concretos y nos creemos con el control de generar formas tan atractivamente visuales pero a su vez inocentes, faltas de justificación  sin algoritmos determinantes que solo se justifican con el azar y la aleatoriedad. “Aunque al autor le parezca la configuración más satisfactoria, sigue siendo el resultado de un patrón arbitrario en el infinito proceso de transformación geométrica” (Zaera-Polo, 2009, pág. 134) y nada garantiza que sea el mejor resultado posible.  Nuestra tarea como arquitectos no es proponer un mundo más estilizado y supuestamente mejor sino leer la realidad del mundo como es y contribuir a una mejor construcción de su potencial.

Dentro del propio software la misma interface impone restricciones al diseñador, “el ordenador puede verse como extensión de la mente, pero también altera nuestra percepción de los objetos al ampliar el alcance de nuestras sensaciones,” (Picon, La arquitectura y lo virtual , 2009, pág. 76) afectando a la par nuestras cualidades motoras. También es cierto que el lápiz como instrumento de diseño impone otras restricciones, y solo es preciso considerar al ordenador tanto como  el lápiz  un instrumento de diseño más.

 

Conclusión

La arquitectura  como cualquier otro organismo es modelada a partir de las fuerzas producidas por su entorno, ya sean intensidades del medio fisco, material tecnológico o sociocultural a la que está expuesta. La era digital en la que está inmersa el hombre es una de esas tantas fuerzas que mutan los objetos arquitectónicos y producen una concepción diferente del mundo. La creación del ordenador es únicamente un hecho que como intensidad ha transformado la naturaleza y la sociedad, provocando que la arquitectura a la vez sea alterada. Estas energías producen objetos diferentes que son respuesta a las necesidades del entorno y capaces de evolucionar o adaptarse al medio en el que se encuentran.

La arquitectura es un organismo complejo con un sin número de “inputs” conectados a las fuerzas de su entorno. Las respuestas a los objetos arquitectónicos deben de ser concebidas a partir de estas entradas de información generadas por su emplazamiento en el mundo material, logrando una relación ente formas y funciones, es la organización de la información producto de los factores exógenos. La información no busca a la forma sino la forma es producto de la información captada a través de un proceso sensible a su entorno.

Los medios digitales y nuevas tecnologías permiten al arquitecto la recopilación de información  y expresar a través de los objetos arquitectónicos la información del mundo existente. Es responsabilidad del arquitecto la generación de proyectos que articulen la realidad del contexto en términos de información, leyendo la realidad e interpretarla a través de la maquina abstracta que es la arquitectura, utilizando lo digital puesto al servicio de lo colectivo a través de la información.

 

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