Post date: junio 06, 2017 | Category: Latest Headlines
ARTÍCULO
Hablar de Arte con el uso de tecnología en México sin hacer una aproximación a la forma en cómo se ha desarrollado el país en el área tecnológica, desvirtuaría cualquier estudio al respecto; es por ello que describiremos el devenir de esta área en México en virtud de una mejor comprensión de aspectos inherentes al Arte con el uso de tecnología. Parte importante del contexto artístico mexicano, en lo que a la tecnología se refiere, se desprende de la historia cultural, social, política y económica del país. Los criterios que han determinado la elección de las siguientes variables se circunscriben dentro de una línea marcada por sucesos que han determinado el rumbo del país, los cuales a su vez han trazado las líneas del quehacer artístico nacional. Por lo que es fundamental tener un conocimiento previo del desarrollo contextual para comprender el Arte tecnológico producido en México.
Contexto tecnológico, económico, político y social en México
Trataremos en primer lugar la incorporación de la tecnología en México. Para el Doctor Leonel Corona[1] quien coordina el área de Economía de la Ciencia y la Tecnología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la historia de la tecnología en México se divide en cinco periodos, que titula así:
I. Técnicas en conflicto, 1521-1762.
II. De la ilustración a la fábrica, 1763-1849.
III. Locomotoras, altos hornos y turbinas eléctricas, 1850-1934.
IV. Modernizaciones truncadas, 1935-1993.
V. Hacia un sector de conocimientos, 1994-…
I.- En el primer periodo llamado Técnicas en conflicto, la organización económica y social establecida en la Conquista española se conservó durante toda la época colonial, por lo que la introducción de técnicas productivas fue limitada; las nuevas y las que se conservan de las culturas indígenas en este periodo de 1521 a 1762 se utilizaron en la explotación del trabajo y de los recursos naturales. La ciencia se desarrolló de forma elitista, segregando a la población indígena a faenas diversas, aunque se aclara que los pueblos prehispánicos ya contaban con notables conocimientos en astronomía, agricultura, medicina, navegación, entre otros.
Así tenemos que, a pesar de la Conquista española, las costumbres y tradiciones indígenas no desaparecieron, antes bien, se conservaron cuestiones tales como la lengua, su modo de vestir tribal y diverso, los hábitos alimentarios, las técnicas culinarias, la medicina y la construcción colectiva, incluso, hasta nuestros días. En relación con lo anterior, es interesante mencionar el Tequio en Oaxaca[2] como ejemplo de trabajo colectivo en bien de la comunidad. Esta forma de construcción existe hasta la fecha, llama la atención porque es “…la obligación de realizar jornadas de trabajo gratuito para el mantenimiento y construcción de obras públicas como caminos, calles, edificios públicos e iglesias, o para la introducción de nuevos servicios como educación, electrificación, agua potable, construcción de clínicas…[3]”, Lo que muestra la importancia del trabajo comunal indígena como forma de subsistencia y armonización de la vida en grupo. Aunado a lo anterior, México es uno de los países con mayor diversidad lingüística en el mundo: 67 lenguas y agrupaciones lingüísticas indígenas, dentro de las que destacan el náhuatl, maya, otomí, mixteco y purépecha, entre otras lenguas. En relación con la gastronomía, a la fecha se siguen cocinando diversos platillos herencia del mundo prehispánico: como los gusanos de maguey, hoy en día platillo costoso de prestigio gastronómico mundial, los chapulines (insectos ortópteros nativos de México y Estados Unidos) y la misma tortilla de maíz, base de la dieta mexicana. En lo que respecta a la medicina, en la actualidad las personas siguen acudiendo a “hierberías” (o herboristerías) y a especialistas en herbolaria quienes han heredado los conocimientos de generación en generación y son capaces de curar a través de hierbas.
II.- El segundo periodo es el que Corona llama De la ilustración a la fábrica (1763-1849). Está caracterizado por la introducción de las reformas borbónicas, reflejo del movimiento filosófico y cultural del siglo XVIII, que acentúo el predominio de la razón humana y la creencia en el progreso humano[4]. Conocido como el periodo de la Ilustración europea. Según Corona esto implicaba aumentar el consumo y fomentar cierta industrialización, las cuales se veían menguadas por el control económico y político caracterizado por la explotación impulsiva en impuestos, milicia y con la expulsión de los jesuitas de México. Sin embargo, en este periodo se incorporaron nuevas técnicas y la creación y diversificación de algunas actividades industriales, por ejemplo se crean las primeras instituciones dedicadas a la ciencia para vincular los esfuerzos productivos, especialmente en el sector minero. Posterior a la consumación de la Independencia de la corona española en 1821, se priorizan las actividades de integración nacional, centradas en la educación y los recursos naturales, y se inicia por tanto, un proceso de industrialización en las ramas textil y siderúrgica principalmente[5].
III.- En el tercer periodo, Locomotoras, altos hornos y turbinas eléctricas (1850-1934), se dinamiza el conocimiento gracias a dos movimientos técnico-productivos, a saber: el primero proviene de la producción de infraestructura para ferrocarriles y la electricidad, el segundo movimiento proviene desde la ciencia para el aprovechamiento de los recursos naturales. Sin embargo, el progreso no se aplica a solucionar demandas sociales generalizadas y urgentes, sino que se dedica, en muchas ocasiones, a consumos visiblemente de lujo, más de cosas refinadas y complejas que aumentaron las desigualdades sociales, es decir el progreso para unos cuantos nada más[6], Corona apunta:
El progreso que conlleva la introducción de las revoluciones industriales integra una diversidad de innovaciones que van hilando una capacidad técnica, tecnológica y científica. En México este proceso se da de manera incipiente y truncada […] no se genera una demanda interna de maquinaria y materias primas para la construcción de ferrocarriles y la electricidad, pues las importaciones de estos bienes trasladan el arrastre económico a los países proveedores de las locomotoras y generadores eléctricos, donde las cosechas tecnológicas se constituyen en impulsores y dinamizan el conocimiento científico[7].
Es decir, se importan máquinas y con ellas las tecnologías, situación que se observa también en otras ramas de la industria, contribuyendo de alguna manera a que se impida el desarrollo de la ciencia y la tecnología nacionales.
IV.- En el cuarto periodo Modernizaciones truncadas (1935-1993), el estado toma un papel central en la promoción de la ciencia y la tecnología. Por una parte de los años 1935 a 1969, se construyen organismos estatales para la educación, la ciencia y la tecnología, como el Instituto Nacional de Investigación Científica (INIC); a este periodo Corona lo llama la primera modernización, caracterizada también por la creación de otros centros dedicados principalmente a solucionar necesidades de las ramas de energía (petróleo, electricidad, nuclear)[8].
La segunda modernización es de los años 1970 a 1993. Continúa la construcción de la infraestructura y se añaden políticas explícitas para la ciencia y la tecnología, se substituye el INIC por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), se impulsa la enseñanza técnica y las instituciones de educación superior. De 1970 en adelante, en ramas como la química, agricultura, construcción, salud y astronomía hay logros importantes, sin embargo no llegan a difundir las interrelaciones de la ciencia, la tecnología, la producción y la educación. Así tenemos que aunque el Estado toma conciencia que el avance se encuentra en el desarrollo de la ciencia y la tecnología no logra grandes resultados, antes bien sólo se logran procesos de aprendizaje de la asimilación tecnológica externa. A partir de 1986, con la entrada de México al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio –General Agreementon Tariffs and Trade–, (GATT, por sus siglas en inglés), este periodo se enmarca con programas de privatización, así como aumento del capital extranjero en el país (la venta de paraestatales y bancos a empresas extranjeras, por mencionar algunos)[9].
V.- En el quinto periodo, Hacia un sector de conocimientos (1994-…) constatamos que hasta este punto queda constancia de cómo México se fue incorporando de manera desigual a las revoluciones industriales. Es así que el Estado mexicano ve a través de la apertura económica del comercio, las inversiones y los procesos de privatización la forma de nivelar estas desventajas. Paradójicamente la incorporación de México al sector de conocimientos globalizados depende de sus capacidades científicas y tecnológicas en centros de investigación, empresas y en sus relaciones institucionales de cooperación y de transferencia de tecnologías e información[10], lo que claramente puso al país en desventaja y lo llevó al colapso en una de las mayores crisis de las cuales se tenga memoria justo en el año de 1994. Además de ser el año de la entrada de México al Tratado de Libre Comercio (TLC), el 1 de enero de 1994 también fue la fecha del inicio de una de las mayores revueltas sociales del México contemporáneo: La lucha armada del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (de la cual se hablará en el siguiente apartado), lo que muestra también las grandes desigualdades sociales y la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos en México; situación visible nuevamente en el año 2014 por las revueltas sociales suscitadas por la desaparición de 43 estudiantes normalistas en Ayotzinapa, Guerrero; además de –a decir de varios especialistas– la Guerra Civil en México ocasionada por la desigualdad social, la creciente violencia y la falta de aplicación de justicia al ciudadano en general, todo esto aderezado por las evidencias de corrupción del Estado mexicano. Al momento de escribir estas líneas se desconoce cuál será la conclusión o el rumbo que tomará la marea actual de eventos.
Recapitulando lo anterior: tenemos que existen capacidades científicas y tecnológicas que se han desarrollado junto con capacidades técnicas prehispánicas de forma que muestran un buen desempeño en su aplicación en las necesidades sociales, tal como en la agricultura, la construcción y la arquitectura, la astronomía y la medicina. Y por otra parte existen aquellos conocimientos provenientes del exterior que no han sido suficientes para acumular conocimientos al interior del país a largo plazo. De acuerdo con Corona estos aspectos han traído consigo asuntos a los cuales hace falta dar solución, tales como: el rezago tecnológico, ya que en el periodo de la segunda revolución industrial se difundieron en México los componentes de la primera revolución industrial, con máquinas de vapor en la industria textil y telares mecánicos combinados con máquinas de tracción animal; en el caso de los inicios del ferrocarril, éstos datan de mediados de los años cincuenta del siglo XIX, con un retraso aproximado de 40 años con respecto de los países industrializados. La aparición de empresas innovadoras y sus mecanismos de apoyo en el decenio de 1990, se estiman rezagadas 20 años, en relación con sus pares en los países industrializados. Por lo que el rezago tecnológico se acumula, “…la segunda revolución industrial se monta sobre el rezago de la primera y la revolución científico-tecnológica sobre el rezago de ambas[11]”.
La tercera modernización para el mismo autor inicia en 1994, con el acuerdo de México con los países del norte de América a través del Tratado de Libre Comercio (TLC), coincide con el año de despegue de las telecomunicaciones, en que el país vive un aumento en las posibilidades de estar al día con la información (Internet y otras redes) mas no en la producción de las telecomunicaciones; “…por tanto, participar en la globalización se puede caracterizar espuria, o virtual, cuando la internacionalización de algunos sectores económicos resulta en una débil capacidad científica tecnológica productiva para el desarrollo social y económico” y abunda al respecto: “Se requiere impulsar capacidades en el conjunto de las tecnologías de la información y comunicaciones como en la educación superior y en centros de investigación y desarrollo tecnológico[12]”.
Por lo que México no es un país puntero en desarrollo tecnológico; antes bien ha sido consumidor de las tecnologías producidas en otros países, convirtiéndose en cliente en lugar de productor, lo que lo sitúa en una posición de desventaja al momento de querer contar con recursos económicos para formar individuos y generar conocimiento en el área de la ciencia y la tecnología. Para evidenciar la gravedad del problema, tenemos que, de 2000 a 2007, México no logró superar la barrera de 0.44 % del PIB destinado al gasto por concepto de ciencia y tecnología, en contraste con naciones como Japón que destina 3.0% de su PIB al desarrollo científico, en tanto que Estados Unidos mantiene un 2.7% y los países de la Unión Europea un promedio de 1.9%, por lo que América Latina y el Caribe, junto con Oceanía y África ocupan los últimos lugares en el gasto destinado a ciencia y tecnología[13].
De acuerdo con el informe de la Red Iberoamericana de Indicadores en Ciencia y Tecnología (RICyT), encontramos que:
…en 2003, América Latina sólo invertía 2.5 por ciento del total de los recursos mundiales destinados a la ciencia, estimados en 860 mil millones de dólares. En tanto que Estados Unidos y Canadá, con 35.3 por ciento, y Asia, con 34.4, se ubicaron en las primeras posiciones de la inversión mundial para desarrollo científico y tecnológico; Oceanía destinó 1.2 y África 0.5 por ciento. Destaca que, a escala regional, sólo Brasil alcanzó la meta de canalizar al sector el uno por ciento de su PIB, ya que, a pesar de enfrentar una “severa crisis económica”, no disminuyó los recursos públicos para la investigación[14].
Según el citado informe, el avance en ciencia y tecnología se convertirá en una herramienta para el desarrollo y contribuir así a la superación de las crisis críticas que enfrenta la región, de ahí la importancia de que México –así como otros países en la misma circunstancia– destinen más recursos al desarrollo de la ciencia y la tecnología. Los científicos mexicanos dentro de universidades tienen conciencia de esta situación y los reclamos e inconformidades no se han hecho esperar como la de Jaime Martuscelli Quintana, Coordinador de Innovación y Desarrollo de la UNAM, quien en una entrevista al diario La Jornada apuntó sobre la necesidad de que el gobierno mexicano invierta más en ciencia y tecnología, mencionando que con los niveles actuales no se puede ser competitivo. Al respecto dijo: “…requerimos crear nuevos centros de investigación, reforzar la educación superior y nuestros programas de posgrado, ya que la comunidad científica mexicana sin duda está lista para colaborar, para llevar adelante cualquier iniciativa, pero se enfrenta a la carencia de recursos económicos muy importante, debido a la falta de presupuesto[15]”.
Señala que han realizado recomendaciones a la Cámara de Diputados para que aumenten los presupuestos dedicados a la Ciencia y la Tecnología, sin embargo el problema es grave ya que se estipuló por ley, en 2001, que la inversión federal para este rubro sería de uno por ciento del PIB: Martuscelli comenta que es vergonzoso que tengamos un investigador por cada mil miembros de la población económicamente activa, cuando lo deseable sería al menos seis a corto y mediano plazo; para dimensionar el problema expuso que en 2008 Estados Unidos publicó 30% de los artículos científicos a nivel mundial, mientras que México produjo tan solo el 0.82%:
No logro entender la omisión del gobierno federal, si los hechos ahí están, sabemos que sin ciencia y tecnología el país no va avanzar, porque seguiremos dependiendo de tecnología importada, salvo las empresas grandes, que gracias a su fortaleza financiera pueden invertir en ciencia y tecnología en sus propias instalaciones, pero resulta que menos de uno por ciento de las empresas de este país son grandes[16].
Lo que nos lleva a otras reflexiones asociadas a este problema, como son la inseguridad y la corrupción[17], donde el presupuesto se ha destinado en su mayoría a seguridad pública, vinculada también la “Guerra contra el narcotráfico” que en los últimos años ha asolado al país (más que nada porque de acuerdo a la evidencia, el propio Estado mexicano está implicado en dicho negocio), según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 2010: 1.53% del PIB[18] fue destinado al rubro de seguridad pública, mientras que en 2011 se destinó 0.34% del PIB[19] para el desarrollo de la ciencia y la tecnología.
El acceso a la tecnología afecta a la educación en general, que al no contar con los recursos necesarios en los centros escolares, la toma de conciencia sobre la importancia del acceso tecnológico es evidente; en el caso de las escuelas de arte la educación se concentra en su mayoría en la enseñanza de los medios y técnicas tradicionales y en últimos años en el uso de software del ordenador, pero no son comunes los “laboratorios de medios” dentro de las escuelas de arte que permitan la experimentación, búsqueda, y la interacción con profesionales de otras áreas por parte del artista, de tal manera que se puedan crear comunidades de conocimiento en torno al Arte y la tecnología. De modo que, quienes trabajan en este ámbito, lo hacen en muchas ocasiones a través del uso de tecnología obsoleta, porque es la más barata: van a mercados de pulgas o tiraderos donde lo mismo se encuentran llantas usadas que teléfonos de hace veinte años (es el caso de Arcángel Constantini en sus inicios). Son muy pocos los artistas que cuentan con apoyo de instituciones para trabajar con tecnología, ya que en México es muy costoso, y los artistas que usan tecnología de última generación frecuentemente no viven ni obtienen recursos de México, caso es de Lozano-Hemmer, quien sí hace uso de los recursos culturales a través de la exploración de la cosmogonía e imaginario mexicano, herencia personal de quien nació y vivió en este país.
De esta compleja situación, en torno a la ciencia y la tecnología, es causa también del fenómeno llamado “fuga de cerebros”, padecido en nuestro país desde hace muchas décadas, que consiste en que profesionales de cualquier área, con capacidad intelectual y preparación superior al promedio, encuentran la posibilidad de abandonarlo en búsqueda de mayor crecimiento profesional, bajo el auspicio de empresas e instituciones extranjeras que les permiten innovar, investigar, crear y asistir a lugares de desarrollo que difícilmente se podrían encontrar en México –lo cual no significa que no las haya (hay excepciones que convalidan la regla, sin embargo son insuficientes).
A lo largo de la historia del vínculo Arte y tecnología hemos visto casos en que desarrollos tecnológicos realizados por artistas para algunas de sus obras, resultan ser excelentes recursos en educación u otras disciplinas; es decir, generan descubrimientos aplicables a otros ámbitos; por mencionar tan sólo un ejemplo: la obra TechnoSphere (1995) creada por Jane Prophet y Gordon Selley (descrita en el capítulo uno), en que la pieza también se usó como herramienta de aprendizaje en aulas y museos. Casos semejantes no son frecuentes en México (con excepción del proyecto Mímesis encabezado por Mónica Meyer –el cual se trató en páginas anteriores– cuya experimentación con las impresoras IRIS devino en la posterior implementación por parte de los fabricantes de las alteraciones hechas por los artistas) no por falta de capacidad, ya que los artistas mexicanos cuentan con una creatividad notable y capacidades formidables de adaptación a condiciones difíciles –la historia referida en este trabajo da cuenta de ello–, por lo que es muy lamentable que sea por falta de infraestructura, falta de centros donde confluyan la creatividad y el conocimiento artístico, tecnológico y científico.
Repercusión del contexto nacional en el Arte
México es un país cuya realidad es compleja debido a su historia, condiciones económicas, políticas y sociales, también a que está formado por un mosaico de culturas que entreveran el ya de por sí intrincado tejido social. Para proporcionar una idea de la complejidad de la realidad nacional, baste mencionar que el país cuenta con más de 112 millones de habitantes dentro de los cuales coexisten 56 etnias indígenas[20]. La enorme cantidad de habitantes y la diversidad cultural también generan un panorama caótico difícil de mensurar con precisión. Salvador Dalí diría tras su visita a México: “No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas[21]”, o André Breton en conferencia en la UNAM, en 1937 “No intentes entender a México desde la razón, tendrás más suerte desde lo absurdo, México es el país más surrealista del mundo[22]”.
En páginas anteriores, se revisó la importancia del Movimiento estudiantil del 68, ya que hizo vigente la relación Arte y tecnología, Arte y comunicación. Al respecto Dominique Liquois menciona lo siguiente: “Como consecuencia, se amplía el diálogo entre el Arte y la tecnología, entre el Arte y las teorías científicas, sociológicas, lingüísticas, semánticas, pedagógicas, filosóficas y la obra se abre (según el término de Umberto Eco) a la multiplicidad de los medios[23]”. Tan importante es este suceso para la historia del México contemporáneo y sus manifestaciones artísticas, incluyendo el Arte tecnológico, que el crítico de Arte José Luis Barrios, en relación con el contexto nacional menciona que si se pudiera cortar la historia de la segunda mitad del siglo XX en México, ésta tendría sus momentos de crisis: primero con el Movimiento del 68, después con la catástrofe de 1985, luego con la fragmentación de 1994 y más tarde con la caída de 2000[24]; nosotros agregaríamos el fraude electoral y regreso del PRI (Partido Revolucionario Institucional) a la presidencia en 2012, a pesar de cuyas pruebas físicas, existentes, de la compra de votos, las autoridades electorales ratificaron al candidato del PRI como ganador de la contienda política; y más, la presencia del narcotráfico en México y sus graves repercusiones sociales, políticas y económicas, además de la actual revuelta social producida desde septiembre de 2014 por la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, lo cual ha generado protestas en México y varios países. Veamos pues el por qué fueron determinantes.
Con la “catástrofe del 85” José Luis Barrios se refiere al temblor de 8.1 grados en la escala de Richter que sacudió a la Ciudad de México el 19 de septiembre de ese año. Posterior al sismo y debido a la gran cantidad de decesos, personas afectadas, edificios destruidos, así como de otros problemas ocasionados por este fenómeno de abrumadora magnitud, surge el desplazamiento de gran cantidad de personas de la Ciudad de México al interior del país, por tanto también se acentuó el descentramiento del arte, concentrado hasta ese momento en ese sitio geográfico (anteriormente todos los desarrollos e innovaciones se daban en el centro del país). Esto significó también un cambio cultural: la sociedad se percató de su capacidad de organización y autogestión rebasando por mucho al Estado mexicano, quien actuó de manera lenta y errática, durante y después, de la emergencia. Quedó clara también la necesidad urgente de la gestión o autogestión de la producción y difusión del arte; la sociedad civil adquirió una relevancia significativa en el desarrollo de un nuevo discurso artístico, en que el ascenso de las grandes empresas tiene un lugar relevante en la nueva configuración de la geopolítica del Arte en México[25].
En este contexto se crea el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1988, destinado a la democratización de la política cultural del Estado; hubo entonces una subsecuente descentralización de la cultura y el Arte a ciudades como Guadalajara, Oaxaca, Tijuana, Puebla y Monterrey[26]. Este mismo autor refiere que la importancia adquirida por la sociedad, después del sismo del 85, se tradujo en espacios urbanos con la irrupción de lo alternativo, lo marginal: dos de las colonias más dañadas por el temblor fueron la Roma y la Condesa. Ambas colonias tradicionales y emblemáticas de la clase media citadina, singulares por su belleza, se convirtieron en zona de galerías y centros culturales. Es en estos años posteriores a 1985, en marzo de 1990, cuando se da una acción artística muy importante: “La toma del edificio Balmori”, en la esquina de la calle de Orizaba y Álvaro Obregón en la colonia Roma, llevada a cabo por el Salón des Aztecas:
…ante la amenaza de que este elegante edificio afrancesado fuera derrumbado so pretexto del daño producido por el temblor, el Salón hizo una convocatoria para más de cien artistas de diversas generaciones, desde Philip Bragar hasta los integrantes de La Quiñonera, se apropiaron artísticamente del sitio para sonar la alarma pública de la amenaza que se cernía sobre la arquitectura histórica[27].
La acción marcó el Arte de los noventa como un hito importante “La toma del edificio Balmori” logró salvar el inmueble que, una vez restaurado, se conserva hasta nuestros días rodeado de sitios culturales dedicados al arte y que, poco a poco, se fueron ubicando en la zona.
La toma del edificio Balmori (1990), Salón des Aztecas.
Otros espacios alternativos, fundados después del temblor de 85, buscaron desplazar a los espacios oficiales e institucionales. Para la producción del arte se acompañaron
…de una filosofía que promulga la oposición al sistema tradicional del arte, oposición a la pintura y apuesta por el arte efímero y el arte objeto acompañado por una interpretación de la identidad de lo mexicano a través de lo popular, lo urbano, lo ritual, lo cursi; estos grupos exponen las nuevas dinámicas de legitimación del arte mexicano: la promoción, el autofinanciamiento y la investigación[28].
Los espacios fueron: La Agencia (1987), Curare (espacio dedicado a la curaduría, la investigación teórica y la crítica del arte, encabezado por Olivier Debroise en 1991), El Departamento (1990), El Foco (1990), El Ghetto (1989), El Observatorio (1990), Pinto mi Raya (de Mónica Mayer y Víctor Lerma de 1990 a la fecha), La Quiñonera (1988), Temístocles 44 (1993). Este último grupo, así como La Panadería y SEMEFO –de acuerdo con Barrios– son colectivos permeados de los medios de comunicación masiva que trabajaron con las nuevas tecnologías como: cine, vídeo, entre otros, que buscaron sobre todo presencia internacional para legitimar su discurso.
Otro suceso importante fue lo que Barrios llama “la fragmentación del 94” en México; se refiere al asesinato del candidato oficial a la Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio, y a la irrupción, en el escenario nacional e internacional, del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas que, si bien se fue gestando lentamente desde los años sesenta y aún más atrás (principalmente por problemas de pobreza extrema derivados de la nula repartición de tierras durante la Revolución Mexicana de 1910 y la conservación de los latifundios[29]), no fue sino hasta 1994 que hicieron pública su existencia. Hecho que además de abrir una nueva dinámica en las políticas culturales del Estado: “el indigenismo y el multiculturalismo[30]”, fue determinante el uso de las tecnologías del momento como la Internet para difundir la situación en Chiapas en todo el orbe. En este año también ocurre una de las devaluaciones más terribles de las cuales se tenga memoria (la cual se mencionó en el apartado de Contexto tecnológico, económico y social: la Devaluación de 1994); mientras el gobierno se jactaba del ingreso de México a Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y Canadá, se hizo creer a los mexicanos, que era el inicio de la entrada del país al primer mundo, ya que se comerciaría con países económicamente poderosos en un marco de nuevas regulaciones a través del TLC. Sin embargo ocurrió todo lo contrario, las clases sociales se polarizaron aún más, los intereses por créditos se cuadruplicaron; empresas y negocios se fueron a la banca rota con créditos impagables y miles de personas perdieron propiedades que estaban pagando a crédito (casas, autos, etc.), entre otras consecuencias funestas.
Sin embargo, como apunta también el Doctor Leonel Corona: “…no es sino hasta la segunda mitad de la década de los noventa cuando se da un cambio significativo hacia los discursos globales y el uso de las tecnologías electrónicas y digitales, cambio que tiene alguna relación con el propio proceso de globalización que ocurre en la sociedad mexicana a partir de 1994 y con la masificación de los medios electrónicos de comunicación[31]”. Situación que permea el Arte nacional, incluso en ese año de 1994 –como ya se ha mencionado– se funda el Centro Multimedia, laboratorio de medios enfocado a la investigación y nuevos desarrollos del arte con el uso de estas nuevas tecnologías.
Visto lo anterior y analizando el contexto del Arte tecnológico, México es un país que no genera tecnología, la investigación en ese ámbito es escasa, y, a decir de la investigadora en Arte digital, Liliana Quintero Álvarez Icaza, la investigación tecnológica muchas veces resulta heroica, más que nada por el presupuesto irrisorio con que cuentan. Luego entonces, ¿por qué pensar en el Arte digital en México? ¿Por qué crear centros de investigación y creación de Arte digital? Si la innovación tecnológica es casi nula en el país. ¿Por qué en 1994 se funda el Centro Multimedia en la Ciudad de México con tecnología de punta dispuesta para la experimentación en el arte? ¿No resulta algo contradictorio? Sobre todo si tomamos en cuenta que México tiene necesidades más urgentes que atender (alimentación, salud, educación, vivienda, entre otros). Al respecto se infiere que es porque, precisamente, dentro de esa misma urgencia, el arte con el uso de la tecnología, posibilita, entre otras cuestiones, el diálogo y reflexión en este sentido, además de que, desde la propia precariedad, surgen y surgirán nuevos discursos que aportan y establecen puntos de partida para la crítica. La reflexión sobre esta realidad significa traer a la mesa de discusión el tema de piezas artísticas, foros e investigaciones que, como la presente, se enfrentan a realidades de las cuales es necesario hablar para ser analizadas, socializadas, expuestas y generar conocimiento a este respecto y, de esta forma, tal vez ejercer la capacidad trasformadora del arte.
Acerca de esta especificidad que otorga nuestro contexto nacional a la producción de piezas de Arte digital, sin el apoyo de grandes capitales para su producción, Liliana Quintero, investigadora del Centro Multimedia, destaca que el Arte digital mexicano construye piezas críticas porque no tiene infraestructura para dimensionar piezas como en un país desarrollado:
En este sentido la tecnología y principalmente la tecnociencia están construidas en entornos de poder a los cuales es muy difícil escapar, los laboratorios tecnocientíficos son muy especializados, y responden a una investigación específica, vemos el caso de SymbioticA que tiene un vínculo con la University of Western Australia y con el Departamento de Cultura y de las Artes de Australia quienes le aportan un apoyo financiero muy grande; en México es imposible pensar algo parecido, y aunque existiera, sería como un contexto aislado[32].
[1] Corona, L. (2004) La tecnología, siglos XVI al XX (1a. Ed.). México, Editorial Océano / UNAM, p.p. 222-238.
[2] “(Del náhuatl tequitl, tributo, trabajo). Méx. Tarea o faena que se realiza para pagar un tributo”. Diccionario de la Real Academia Española. www.rae.es. Consulta: mayo 2014.
[3] UNAM.Los pueblos indígenas de México, 100 preguntas. http://www.nacionmulticultural.unam.mx/100preguntas/pregunta.html?num_pre=24. Consulta: 27 de marzo de 2012.
[4] Diccionario de la Real Academia Española. http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=ilustrac%F3n. Consulta: 28 de marzo de 2012.
[5] Corona, Leonel, op. cit., p. 224.
[6] Ibídem, p. 225.
[7] Ibídem, p. 226.
[8] Ibídem, p. 227.
[9] Ibídem, p.p. 228-229.
[10] Ibídem, p.p. 229-231.
[11] Ibídem, p. 232.
[12] Ibídem, p. 238.
[13] Datos del RICyT, informe de la Red Iberoamericana de Indicadores en Ciencia y Tecnología. En: Diario La Jornada. México, entre las naciones que menos recursos destinan a ciencia y tecnología. http://www.jornada.unam.mx/2007/01/18/index.php?section=sociedad&article=045n1soc. Edición: 18 de enero de 2007. Consulta: 28 de marzo de 2012.
[14] Ibídem.
[15] Diario La Jornada. Disminuye a 0.36 el porcentaje del PIB destinado a ciencia y tecnología. http://www.jornada.unam.mx/2011/08/18/index.php?section=politica&article=016n2pol&partner=rss. Edición: 18 de agosto de 2011. Consulta: 28 de marzo de 2012.
[16] Ibídem.
[17] En el 2010 ocurrieron 22 millones 714,967 delitos en el país. Ello significó una pérdida por la inseguridad e inversión de 210,000 millones de pesos. Diario El Economista. La inseguridad le roba 1.53% del PIB a México, dice el INEGI. http://eleconomista.com.mx/sociedad/2011/09/21/inseguridad-le-roba-153-pib-mexico-dice-inegi. Consulta: 30 de marzo de 2012.
[18] Ibídem.
[19] Diario La Jornada. México no invertirá 1% del PIB en ciencia y tecnología antes de 2050. http://www.jornada.unam.mx/2010/10/31/sociedad/033n2soc. Edición: 31 de octubre de 2010. Consulta: 30 de marzo de 2012.
[20] Según datos del Censo de Población y Vivienda 2010. INEGI Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática. http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/habitantes.aspx?tema=P. Consulta: 13 de febrero de 2012.
[21] Salvador Dali Quotes and Phrases. http://www.spanish-learning-corner.com/salvador-dali-quotes.html. Consulta: 13 de febrero de 2012.
[22] Aztlan RPG Foro. http://aztlanrpg.net/forums/index.php?topic=2192.0;wap2. Consulta: 13 de febrero de 2012.
[23] Benitez, I. Coord. (2004). Hacia otra historia del arte en México, Disolvencias (1960-2000) (1a. Ed.). Ciudad de México, México. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes / Curare, A.C., p. 150. Cita original: Dominique Liquois (1985). De los grupos a los individuos. Artistas plásticos de los grupos metropolitanos (1a. Ed.). México: INBA-Museo de Arte Carrillo Gil, p. 11.
[24] Benitez, Issa, op.cit., p. 143
[25] Ibídem, p. 158.
[26] Ibídem, p. 158.
[27] Debroise, Olivier, op. cit., p.p. 388-389.
[28] Benitez, Issa, op. cit., p.p. 160-163.
[29] Villagómez, C. (2002). 12 Carteles por Chiapas y la conciencia social. México. EDINBA. Tesis de grado de la Maestría en Creatividad para el Diseño. Ciudad de México: Escuela de Diseño del Instituto Nacional de Bellas Artes. Dra. Blanca Gutiérrez Galindo Directora.
[30] Benitez Issa, op. cit., p. 159.
[31] Corona Leonel, op.cit., p. 174.
[32] Entrevista a Liliana Quintero por Cynthia Villagómez publicada en Revista electrónica Interiorgráfico de la División de Artes de la Universidad de Guanajuato, México. https://www.interiorgrafico.com/articulos/51-decima-edicion-diciembre-2010/319-entrevista-a-liliana-quintero. Consulta: junio de 2011.