El nuevo museo Whitney

Post date: septiembre 21, 2020 | Category: Décimo Séptima Edición Diciembre 2017

El nuevo museo Whitney

The new Whitney Museum

PhD. René Navarrete Padilla

Universidad de Guanajuato. México

rene@ugto.mx

 

Resumen:

El nuevo museo Whitney de Nueva York, del arquitecto italiano Renzo Piano, presenta en su nueva ubicación la oportunidad de dar a la ciudad un nuevo espacio para el disfrute del arte, pero también para el disfrute del edificio mismo, como producto y como disciplina Un ejercicio reflexivo sobre la obra del Piano que ha recibido desde la más dura crítica hasta los más sublimes cumplidos. La convicción de que la única manera de entender (tratar de entender) la arquitectura es en la experiencia del mismo que esta reflexión se hace después de una visita a ella. Se realiza en un ejercicio de comparación con su antecesor y de lo que un juicio personal presenta de relevancia este nuevo edificio para el arte y para la ciudad.

Palabras clave: arquitectura, arte, museo, ciudad, experiencia.

 

Abstract:

The new Whitney museum in New York, by the Italian architect Renzo Piano presents in his new location the opportunity to give the city a new space for the enjoyment of art, but also for the enjoyment of the building itself, this as a product and as discipline A reflexive exercise on the Piano´s work that has received from the most harsh criticism, to the most sublime compliments. The conviction that the only way to understand (treat to understand) the architecture is in the experience of the same that this reflection is made after a visit to it. It is done in an exercise of comparison with its predecessor and of what a personal judgment presents of relevance this new building for the art and for the city.

Keywords: architecture, art, museum, city, experience.

 

Introducción

Ver la Arquitectura, entenderla y sentirla no es algo inmediato, requiere aprendizaje pues no existe una predisposición natural para ello.

Cuándo leemos poesía necesitamos conocimiento de la misma y de los temas de referencia para poder entrar así al contenido y a los matices de ella.

Sin embargo es la Arquitectura tan inherente a nuestras vidas que vivimos en ella y la percibimos de manera distraída y para este tipo de vivencias no se requiere ningún tipo de preparación.

También escuchamos música en todos lados, pero no por ello reconocemos ritmos, sutilezas, cadencias, ni necesariamente la disfrutamos. Escuchando atentamente y conociendo intenciones y diferencias es que podemos ampliar nuestra sensibilidad. Nuestro odio (cerebro) incrementa sus capacidades en la medida que nuestros conocimientos crecen.

Con el lenguaje suceden cosas similares, una cosa es leer el periódico y otra distinta es leer poesía, en ésta última develan sensaciones de mayor riqueza.

En Arquitectura sucede lo mismo, es ingenuo e incluso grosero pensar que todo es evidente. Para ver y sobre todo sentir la Arquitectura se requiere de una e incontables veces del esfuerzo de querer hacerlo, estudiarla es un camino inacabado y que siempre exigirá mejores experiencias; experiencias que se nutren de conocimientos; conocimientos que permiten que la Arquitectura hable en lenguajes varios.

 

Desarrollo

Dicho lo anterior, es en uno de estos lenguajes que se escuchan, que se escribe esto al visitar, conocer, recorrer y (creer) reconocer cierta lingüística arquitectónica en el nuevo museo Whitney en Nueva York, obra del arquitecto italiano Renzo Piano; se diserta sobre el nuevo edificio sin poder obviar al viejo museo de la calle Madison de Marcel Breuer por haber sido la casa del Whitney desde 1966 y por la trascendencia que ha tenido en la Arquitectura.

Al ser la Arquitectura multifactorial es que se acomete el presente escrito partiendo desde algunos de estos factores y de algunas de mis circunstancias personales, lo que implica un juicio personal y por lo tanto no carente de subjetividad, tal y como la Arquitectura es.

Así como escribía en supralíneas que es ofensivo pensar que se entiende toda la arquitectura en un solo vistazo, es soberbio creer que en un escrito se explicaría completa.

Por lo tanto, lo que aquí se escribe parte desde el punto de vista de lo que el edificio dice de sus formas y sus funciones, de sus espacios y sus vacíos, de sus sonidos y sus silencios. Este escrito no toca la historia del museo, ni sus colecciones o exposiciones, ni tampoco la formación, inclinaciones, gustos o tendencias de los arquitectos que los diseñaron.

Estos aspectos que no se mencionan son parte complementaria del discurso interpretativo que seguirá desarrollándose con el tiempo, el estudio, la experiencia, los conocimientos, hoy por hoy esto es la relatoría de la primera impresión, eso y no más, es la visión personal y fragmentada que deberá nutrirse de más y otras visiones y también de más y otros fragmentos en ese discurso interpretativo igualmente inacabado que resulta como consecuencia de nacer de una actividad igualmente dinámica: La Arquitectura.

Considero necesario iniciar con el edificio que hasta hace poco albergo al museo y que fue obra del arquitecto húngaro, formado en la Bauhaus, Marcel Breuer, y posteriormente el nuevo Whitney, obra del arquitecto italiano Renzo Piano. Para así establecer una distancia temporal y un acercamiento conceptual.

El edificio de Breuer desde su aparición, en la década de los sesentas destacó su identidad rodeado de edificios construidos a finales del siglo XIX y de edificios de vivienda de mediados del siglo XX.

Con su forma de pirámide invertida, que recuerda a la Arquitectura antigua, resolvió la necesidad de espacio suficiente para acoger colección y exposiciones, su escalonamiento inverso que inicia en un piso inferior al de la calle genera una separación de la línea de ésta y genera un vacío techado que se apropia del visitante y muy a menudo del transeúnte al provocar la sensación psicológica de estar “bajo” techo y por tanto en un “interior”.

Presenta un acceso central y exento, tanto de la calle como del edificio y con una forma también particular pues por la parte superior otorga un techo de altura menor que te recoge desde la acera y protege del edificio mismo que se te viene encima y a su vez te interioriza al edificio aún estando afuera.

Al interior su sobriedad en colores y materiales otorga el protagonismo a la obra de arte, a la luz, a la oscuridad y al disfrute del museo completo con lo que alberga, protege y muestra.

La comunicación vertical pedestre de las escaleras que se presentan visibles en la fachada, al igual que este se desafina en una línea vertical inclinada hacia afuera mostrando la ciudad y acercándose a ella en cada descanso.

Por su parte en nuevo edificio del museo Whitney, inaugurado este año 2015, presenta al exterior formas variadas y diversas en una mixtura de complicada comprensión a primera vista pues la estrechez de la calle y sus pocas perspectivas desde la misma lo dificultan. Es desde el High Line donde se puede apreciar una perspectiva más amplia, que no completa. Solo a fuerza de observarlo con la intención de hacerlo es que uno puede detectar las intenciones de las formas.

 

Visto desde la calle Gansevoort se puede apreciar una forma piramidal generada por las terrazas, esta pirámide desaparece casi inmediatamente al acercarse al edificio, donde un gran techo inclinado recoge al visitante y al ir disminuyendo su altura lo guía hacia al acceso, previo ascenso por una escalinata que rodea intermitentemente esa cuadra del edificio y lo separa a un nivel superior de la calle para re-afirmar el “acceso” al mismo, aún estando en el exterior, conceptualmente semejante al edificio anterior, formalmente distinto.

De manera particular se pueden hacer interpretaciones, tales como observar la terraza en la conformación de una pirámide en una posición habitual, a diferencia del edificio de Breuer. O bien, que a través de estas terrazas se pudiera “ascender” al edificio tomando como primer nivel la calle, seguido del High Line como segundo, un tercero, cuarto y quinto nivel las propias terrazas y quizá un sexto con la azotea. Esto en la cara sur del edificio.

En compensación en el centro y expuesto al norte, Piano ofrece al usuario miradores y escaleras exteriores que conforme descienden se “acercan” más a la ciudad, cada mirador – escalera se adentra más a la ciudad conforme desciende. Similar concepto aparece aunque discreto y al interior en el edificio de Breuer.

Continuando las circulaciones verticales, encontramos otras dos, ambas interiores, una que parte desde le hall principal y otra secundaria que corre por la cara poniente del edificio, la fachada al río.

Ambas presentan una manufactura muy similar en diseño, materiales y tratamientos de estos; barandas y protecciones se reconocen en ambas escaleras pero con tratamiento diferente, en la escalera secundaria su acabado es más bien tosco, con pinturas antideslizantes en la baranda y presenta instalaciones vistas sin ocultar su categoría, sin embargo esa sobriedad o aspecto burdo pasa a un segundo plano pues la panorámica que se le regala al visitante reclama su atención.

En la escalera principal del hall se detalla el material que la conforma de manera más fina, sin instalaciones vistas y acabados de excelente calidad, pero así como en la otra escalera la vista destaca sobre los materiales y sus acabados, en ésta sus acabados en piso, barandas, protecciones y muros distraen sobre la conformación del cubo de la escalera.

A lo anterior se le aúna (en este momento) una obra de Félix González Torres que ocupa el centro de este espacio de escalera, obra cuya belleza conceptual y aspectos sensibles de la imagen reclaman la atención completa del espectador y elimina casi por completo darse cuenta que no es un cubo como tal, pues su ascenso en espiral se recarga en sus cuatro paredes con cada rampa y descanso, haciendo que dos de estas paredes se inclinen hacia afuera provocando que la escalera cada vez crezca más conforme se asciende.

Esta abertura paulatina en el ascenso, transporta al visitante a lugares cada vez más amplios no solo en tamaño sino en experiencias, vivencias y ambientes conforme se va ingresando a las salas de exposiciones y se continúa en ascenso.

Si el pasaje por la escalera se da en descenso, este sentido conduce al visitante en recorridos cada vez más cercanos y prontos, que trasladan al visitante del arriba, de lo alto, donde el arte esta, hacia el piso de acceso que en ese instante ya podrá ser de salida. Sumado a esto le regala al visitante un balcón al hall para prepararlo en su regreso al terreno inicial.

Este gran hall es el que da la recepción al visitante, con la presentación de los ascensores y la escalera en mención. Sin embargo es posible diferenciar las funciones que ahí se desarrollan; y se logra con cambios en las alturas de los plafones, destacando el acceso a los ascensores, de la tienda y la boletería y del acceso a las escaleras, donde por este cambio de altura se le regala a la escalera un balcón desde su descanso para observar el hall completo.

La fachada opuesta, la que se presenta al río Hudson también presenta dificultades de lectura desde la calle, ahí destacan grandes ventanales horizontales que sirven de marco para la vista del río y de la rivera de Jersey City. Desde el interior de estas salas las vistas son tan impactantes que llenan por completo la atención del visitante dejando en un segundo plano la obra que ahí se expone.

Afortunadamente fue posible establecer una distancia física para esta fachada y darle otro vistazo desde el río y es entonces cuando se observa en conjunto esa mezcla de inclinaciones varias, sólidos, aberturas y aparentes caprichos arquitectónicos que en su conjunto muestran su amabilidad, respeto y reconocimiento con el entorno inmediato: el Meatpackink District, lugar de génesis fabril, de formas sinceras y  que muestran su vocación sin fingir, donde este nuevo edificio establece un diálogo formal y estético sin dejar de mostrase con la impronta de éste, su tiempo.

Finalmente sus salas, amplias y espaciosas, materiales sobrios y cálidos y con detalles técnicos para cualquier conformación que pida una curaduría o exija una colección individual o colectiva. Son espacios versátiles, moldeables, manejables y nobles que no compiten protagonismo al arte, la vista a los ventanales que les iluminan se pueden controlar para enfocar la atención a las exposiciones sin demerita de la luz que por ellos entra.

 

Conclusiones

Es un edificio que se adapta a la ciudad, que estable en diálogo con ella sin ser estridente pero sin ser opacado, en equilibrio con el entorno inmediato a pesar de su aparente desorden formal, desorden que es el factor principal de comunicación con el “desorden” del barrio; el mismo desorden formal  mencionado es que invita al desafío de lectura que representa y que es digno de intentar.

Es generoso al interior, ya que coopera al arte para que se muestre, privilegia la apreciación del arte y se coloca en segunda posición para ser apreciado, tal y como también sucede con el MoMA.

Es inevitable, conociendo el viejo museo de Breuer y el nuevo edifico de Piano, tratar de establecer un parangón entre ambos. Ambos presentan rasgos significativos para el arte, para el espectador, para el museo y para la ciudad. Cada uno responde a su tiempo, el Whitney de Breuer tiene el tiempo a su favor, pues ha demostrado a su paso su valor formal y estético como museo. El Whitney de Piano tiene también el tiempo a su favor, pues se le presenta un futuro por recorrer y por conquistar y que nace sin vanidad ni pretensiones más allá de las que el cometido que lo generó.

 

Currículum resumido

DR. RENÉ NAVARRETE PADILLA, (1962, Silao, Guanajuato, México)

Cubículo en el departamento de Arquitectura: (473)1020100 ext. 2243

Celular:(473)7390896

Correo electrónico: rene@ugto.mx

Arquitecto egresado de la Universidad de Guanajuato, Magíster en Construcción en Madera por la Universidad del Bio Bio de Chile, Máster en Composición Arquitectónica y Doctor en Historia, Arquitectura y Diseño, por la Universidad Internacional de Cataluña, en Barcelona, España.

En el ejercicio de la profesión ha sido contratista para gobierno federal, estatal y municipal, en obra civil y urbanización.

En el ámbito académico tiene 27 años de experiencia como docente en el Departamento de Arquitectura de la Universidad de Guanajuato en las áreas de tecnología, teoría y diseño.

Colabora con temas sobre Conservación de Estructuras de Madera en la Maestría en Restauración de Sitios y Monumentos en su misma Universidad y también en similar maestría de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

Ha sido profesor invitado para temas relacionados con la Tecnología de la Madera en la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Autónoma de Nuevo León, en su sede de Linares y en la Maestría en Tecnología de la Madera de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Temas sobre Física de la Construcción y Construcción en Madera en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Cuenca, Ecuador.

Sobre cuestiones de Intervención en Estructura de Madera en la Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño de la Universidad del Bío Bío, Chile.

Temática relacionada al Análisis Arquitectónico y Gestión de la Construcción en la Maestría en Tecnologías de la Construcción, de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de LaSalle Bajío.

Ha participado en seminarios y congresos nacionales e internacionales y ha escrito artículos para publicaciones en España, Alemania, Chile y Brasil.

A lo largo del tiempo en la Universidad de Guanajuato ha dirigido 108 tesis de licenciatura, 4 tesis de maestría y una de doctorado, así como también ha tenido participación como sinodal en 62 tesis de licenciatura, 6 de maestría y 2 de doctorado.

Ha participado en seminarios y congresos nacionales e internacionales sobre arquitectura, análisis y crítica arquitectónica y construcción en madera, además ha escrito artículos para publicaciones en España, Alemania, Chile y Brasil.