Post date: octubre 22, 2016 | Category: Décimo Quinta Edición Octubre 2015
ARTÍCULO
Resumen
El diseño es el reflejo de los paradigmas de la sociedad. La sociedad ha utilizado el diseño para ligar nuestras ideas a cierta expresión en particular y cada ideología se expresa de maneras diferentes. El establecimiento de la arquitectura como una disciplina creó una fuerza con lenguajes propios, valores particulares, estilos, que se adoptaron para dotar de significado a momentos específicos de la historia. La arquitectura es una pequeña parte del quehacer del hombre, pero tiene la capacidad de articular gran cantidad de actividades: culturales, económicas, sociales, políticas, aprendizaje, etc. Facilitado por las nuevas tecnologías de comunicación de la era de la globalización, creencias e ideologías se difundieron por todo el mundo a gran velocidad, muchas veces más rápido de lo que somos capaces de adaptarnos. La globalización como la fuerza dominante del presente tiene su voz propia en la expresión arquitectónica.
Abstract
Design is the reflection of society’s paradigms. Society has used the design to link our ideas to a particular expression and every ideology is expressed in different ways. The establishment of architecture as a discipline itself created a force with its own languages, particular values and styles, which were adopted to give meaning to specific moments in history. Architecture is a small part of man’s work, but it has the ability to articulate large amounts of activities: cultural, economic, social, political, learning, etc. Facilitated by new communication technologies in the era of globalization, beliefs and ideologies were spread worldwide at high speed, several times even faster than we are able to adapt to. Globalization -as present’s dominant force- has its own voice on the architectural expression.
Palabras clave: globalización, arquitectura, capital, identidad, lugar.
ARQUITECTURA Y CAPITAL: TEORÍAS CONTEMPORÁNEAS.
Introducción
Bajo la masiva estructura del mercado y la economía se generó una tensión inherente en la expresión formal de la arquitectura. Definir la relación entre la arquitectura y el capital es esencial para poder establecer y conocer cuáles son las posibilidades del diseño, la forma, la estética, la innovación y el cambio en una disciplina contenida en una estructura capitalista en donde la globalización abrió el camino para un nuevo campo donde la economía y la política, tienen mayor peso, que las estructuras sociales y culturales. Mediante este análisis podemos establecer un punto departida en el que seamos capaces de identificar como el pensamiento y la razón humana se inclina del lado del capital y la acumulación.
Establecimiento del precedente entre la arquitectura y el capital. Reconstrucción del pensamiento de Manfredo Tafuri
Las fuerzas económicas del momento interactuaron con estas ideas, las cuales fueron superadas por una política y una economía que querían ir más allá de la relación que habían tenido con la arquitectura por siglos. Esto sucedía a la par de que nuevos negocios nacían, nuevos gobiernos se creaban y las monarquías caían gracias al creciente poderío económico y político de una burguesía que se hacía cada vez más poderosa a expensas de las clases bajas. En su discurso, Tafuri (1973) señala a este liberalismo europeo como promotor de una economía individualista. Estas son las características clave que, a través de un análisis marxista de la historia muy característico de Tafuri, lo ayuda a distinguir lo que él llama arquitectura revolucionaria y reformista.
Para Tafuri (1973) son estas tensiones traídas a la superficie por el desarrollo económico que evolucionó para caracterizar los conflictos de la modernización en el siglo XX. Se Vivian momentos en que nuevos valores se establecían y se levantaban y correspondían a la caída de otros de un orden antiguo y nace un nuevo lenguaje “liberado” de ideales antiguos y sus consecuentes restricciones, alejándose de la religión, de las figuras monárquicas y antiguos regímenes que eran la principal fuente de inspiración para la producción arquitectónica. Tafuri es un confeso devoto del desarrollo, un desarrollo como motor del bienestar y del progreso humano y no de un simple modelo capitalista liberal. Con su singular interés en el desarrollo social, Tafuri (1973) constantemente realiza sus análisis y críticas en el grado en el que los programas, proyectos, planes y movimientos estéticos desalientan los modelos globales de desarrollo y el grado en que estas descartan el equilibrio social. De acuerdo a este argumento, interpreta los objetivos de una política a convertirse en capitalista y buscar un acelerado desarrollo. Resalta como ejemplo de la planeación moderna la ciudad jardín modelo básico de las ciudades de Estados Unidos, como claro ejemplo del trágico impacto del capital en el estilo de vida y el contexto construido. La producción artística, como lo señala Tafuri (1973), está tan ligada con el mercado que ahora los productos se diseñan con el propósito de ser rápidamente consumidos y desechados, y para lograr este efecto es necesario olvidarnos del pasado cuya presencia es una amenaza para el arte moderno, un regresar de la memoria y antiguos valores y procesos de concepción de la actividad artística. La reflexión histórica que resulta del análisis de la primera mitad del siglo XX es que en este periodo se ha seguido una línea de desarrollo económico separado del desarrollo social que la arquitectura del capitalismo liberal ha resultado en la fragmentación del objeto arquitectónico en elementos que priorizan un desarrollo consecuencia de un sistemas político económico cuyo crecimiento por lo general beneficia a un solo grupo.
Una lectura contemporánea de la relación de la arquitectura y el capitalismo neoliberal en la era de la globalización
Tafuri (1973) señala con pesimismo como en la historia la arquitectura ha fallado en su intento de formar parte del desarrollo social. Claramente una postura muy controvertida. Pero ya sea el caso de que sea verdad o no, esta idea nos hace cuestionarnos la relación de la arquitectura y el capital. Esta lectura nos hace también quitarnos de la cabeza creencias inocentes de que la arquitectura puede cambiar el mundo, cuando hemos sido testigos de lo fácil que la arquitectura se inclina en favor de los requerimientos del capital. Sin embargo lo importante de este apartado es darnos cuenta que este argumento se realizó ya hace varias décadas, cuando el mundo y la lógica del capitalismo eran diferentes y desde entonces hemos sido testigos de eventos que nos hacen preguntarnos cómo encaja la propuesta de Tafuri en este nuevo contexto.
Para trasladarlo a este nuevo contexto nos basamos en una simple explicación de una idea que Tafuri realiza sobre la ciudad, en la cual la acota como algo artificial, una creación humana que surge de una idea abstracta pero que tienen una función determinada que refieren a algo (Tafuri, 1973). De acuerdo a esta lógica, la ciudad, la arquitectura y el desarrollo urbano pueden ser y son un producto del capital y del mercado que se establecen como las formas más comunes de organización de una ciudad: el capital como la idea abstracta dominante y la inevitable absorción de la creación humana, en este caso el diseño, por parte del capitalismo. Sin negar el origen capitalista de la ciudad, esta se puede reconfigurar gracias a la gran cantidad de “salidas y entradas” que existen en una ciudad, tan compleja y conflictiva como esta puede ser. Tomando como base los cambios producidos en el postmodernismo, medios de información, transporte, tecnología, producción, etc., surge un nuevo concepto de ciudad, una ciudad cosmopolita, la metrópolis, en la que no existe una estructura única de jerarquización y da paso a una red de cooperación y concurrencia entre distintas singularidades (Jameson, 1982).
Si considerando a la arquitectura como una representación de la sociedad, así que cualquier cambio en esta última debería tener un efecto en la arquitectura, pero la arquitectura también es una manifestación artística de las ideas abstractas existentes en cierto momento, que también tendrían una manifestación en la expresión artística de la arquitectura. Jameson (1982) utiliza esta lógica para establecer una relación entre las ideas abstractas del posmodernismo con la arquitectura y es capaz de describir una nueva arquitectura de este nuevo discurso, capitalista en esencia: una arquitectura que sea capaz de expresar una estética abstracta que represente ambos conceptos, tanto la economía como los aspectos sociales resultando en pieles, desmaterialización de volumen, pérdida de significado tradicional y espiritual, que evoluciona para destacar los contornos y formas abstractas y prepara el camino para una estandarización no solo de la producción sino del espacio mismo y del cuerpo humano. De forma acertada evidencia como la arquitectura es una herramienta clave de la expansión no solo del capitalismo si no de cualquier ideología abstracta y como es capaza de materializarse en un espacio físico (Jameson, 1982).
Tafuri (1973) señala que en un sistema capitalista las aspiraciones (la utopía) del arquitecto de ser capaz de darle forma o cambiar las condiciones sociales recaen en convertirnos en meros organizadores de un sistema y contribuimos a generar un espacio que solo puede suceder bajo la voluntad política y económica. ¿Qué arquitectura se genera de un sistema de organización como este? Si la arquitectura refleja las características de una sociedad bajo control, enfrentamos una pérdida de individualidad y falta de identidad. En el libro la ciudad genérica Koolhas (1995) muestra un punto de vista similar al de Tafuri, que parece que no importa lo que hagamos como arquitectos, el capital tomará el control imponiendo sus propias reglas, resultando en una ciudad genérica sin identidad y un espacio sin calidad. Finalmente la idea principal que podemos encontrar hoy en día es ser capaces de interpretar y entender la naturaleza de las dinámicas actuales y lo agitado de nuestro tiempo y ser capaces de identificar las estructuras que determinan los valores de nuestra sociedad sin entregarnos o resignarnos al poderío de las ideologías dominantes.
Globalización de la arquitectura.
Por lo general tendemos a pensar en la globalización como un fenómeno asociado con los flujos de capital, trabajo, productos, ideas e imágenes, economía, política y poder. La globalización nos ha acercado más entre nosotros, cruzando o incluso borrando las fronteras entre países. Viene a nuestra mente la imagen de un mundo cada vez más pequeño en el cual el acelerado flujo de información e intercambio de tecnología reduce las distancias entre las culturas del mundo y establece relaciones entre las políticas económicas de cada país. Este contexto construyo el concepto de “ciudad global” el cual estaba caracterizado por ser el epicentro económico y capital del mercado, sin embargo este concepto se ha reconfigurado para darle paso a un proceso más complejo en el cual las interacciones son infinitas en el cual somos capaces de interactuar simultáneamente en cualquier parte del mundo y las barreras físicas y distancias no existen (Adam, 2012).
La globalización es un concepto que ya no nos resulta poco familiar, al cual lo por lo general históricamente lo hemos vinculado con el poderío económico de las grandes corporaciones transnacionales, pero sus repercusiones van mucho más allá. Podríamos describir a la globalización como un conjunto de transformaciones sociales, culturales, económicas y políticas que impactan desde las más altas esferas de poder hasta la vida diaria, en un fenómeno el cual el incrementó las relaciones mundiales de tal manera que eventos locales son determinados por sucesos que ocurren a miles de kilómetros de distancia, de manera progresiva e inevitable (Adam, 2012). Es cierto que el intercambio cultural entre las civilizaciones siempre ha existido, en menor o mayor escala, desde hace miles de años, pero la globalización está caracterizada por la profundidad de sus efectos en el mundo. Con una fuerza implacable nos asfixian con imágenes y productos que representan ideales de lo que significa el lujo y el poder, definen la belleza y lo que es importante, nos muestran sueños de una vida excitante y sofisticada que se ha vuelto equivalente de desarrollo y riqueza, induciéndonos a un mundo cada vez más parecido entre sí.
Antecedentes entre arquitectura y globalización.
Históricamente la arquitectura siempre ha sido utilizada como un ícono gracias a sus ideales, valores y poder de expresión. Esto facilito la difusión de la arquitectura como un objeto cargado de simbolismo representante de poder, de sabiduría de riqueza. Pero no fue hasta el movimiento moderno que la arquitectura compartió con la globalización sus ambiciones globales de llevar a todo el mundo el poder de la innovación, del progreso, la tecnología, racionalización, el fin de la tradición y el desapego a la historia y la tradición. Ya desde el nacimiento de la bauhaus algunos arquitectos como Walter Gropius ya imaginaban una visión del mundo reconocible y unificada gracias a una arquitectura inclusiva. Los cimientos de una arquitectura global estaban listos. Pero no es hasta entrados los años treinta y los primeros años de postguerra con el establecimiento del estilo internacional y la consolidación del movimiento moderno (Tietz, 2008) que la arquitectura se asoció con los principios clave que identifican a la globalización. Se le dotó así a la arquitectura de un claro simbolismo de los mecanismos globales de la economía. Este lenguaje es muy claro en edificios corporativos, centros comerciales, aeropuertos. Cabe señalar que el movimiento moderno nació en las mismas latitudes donde se gestó la globalización, en la cultura occidental, así llamada, específicamente en el atlántico norte: estados unidos y Europa. La expansión de los mercados rápidamente se reflejó en una propuesta arquitectónica reconocible.
Arquitectura y el poder de la representación. Iconos y símbolos.
Arquitectura y globalización son dos actividades con una relación muy estrecha. Sugerir que dependa la una de la otra no es una idea atrevida. Una afecta a la otra y viceversa, si alguna tiene algo que decir se ayudarán mutuamente para transmitir ese mensaje. En la historia del hombre la arquitectura siempre ha tenido un papel importante por su relación tan estrecha con prácticamente todos los aspectos de la vida humana y más con aquellos más representativos como la religión, la política, el poder, arte, etc. Se construyeron templos, monumentos, edificios públicos, teatros, palacios, que representaban a cierto colectivo social y cultural de un momento en específico. La arquitectura se convierte así en un acervo de conocimiento y experiencia de una cultura mediante los elementos que la identifican (Rybczynski, 2014). Este proceso lo podemos ver repetirse hoy en día, la relación de la arquitectura con los elementos más representativos, esta vez de una cultura global. Los símbolos cambian, las ideologías se reconfiguran, y en el mundo en el que vivimos regido por los valores del mercado y el capital, la arquitectura indudablemente se vería influenciada y tendería, como lo ha hecho antes, a representar el momento en que se vive. La arquitectura claramente también tiene esta capacidad de asombrar, de atraer y convertir a ciudades en verdaderas capitales de lo extraordinario, lo estrafalario y hasta lo grotesco, ciudades que reflejan de un modo muy real y crudo el desborde del capitalismo. Esta idea medita sobre cómo el mundo se ha creado a base de un capitalismo sin restricciones. No contentos con paraísos fiscales y desarrollos multimillonarios que inspiran a construir el suyo propio, desde utopías flotantes a realidades alternas en una era capitalista sin límites y regulación alguna por parte del estado. Estos desarrollos en desiertos, en medio del océano, en donde el consumo y la desigualdad sobrepasan nuestra imaginación y la observamos tal cual ciencia ficción, Dubái, China, Hong Kong. ¿Será posible que esto no pueda ser alcanzado por otro tipo de arquitectura más social, sustentable y económica?, ¿una propuesta que esté en continua comunicación con la sociedad y sea congruente con el contexto cultural y económico? El patrón actual es convertir a la arquitectura en un elemento de entretenimiento y espectáculo, la de una expresión egoísta que habla de sí misma y se promueve como un producto novedoso de última generación que acapare la atención y nos lidere a un futuro prometedor. Poner tanto énfasis en un solo factor, el económico, como inspiración nos hace olvidar la arquitectura realmente valiosa, aquella que aboga por el crecimiento y el desarrollo humano, que impulsa, promueve y consolida una cultura y trasciende más allá de una única ideología.
Estamos viviendo una etapa en la que la expansión, el poderío del capital y las libertades con las que cuentan las corporaciones transnacionales nos ha llevado a una era post política en la que el estado ha perdido autonomía para establecer las políticas de desarrollo y sobretodo mantener su independencia económica. Los gobiernos se han vuelto muy pequeños para resolver problemas globales, y muy grandes para lidiar con los locales (Solano, 2006). Esta frase hace referencia a una pérdida de la soberanía del estado. Es claro que en la actualidad existen circunstancias socio culturales, económicas y políticas muy diferentes de las existentes hace varias décadas atrás donde el estado era el protagonista, de la vida económica de un país, muchas veces el único. En la actualidad esto ya ha cambiado, los factores globales están disminuyendo la independencia que tienen los gobiernos para desarrollar sus políticas económicas y sociales de desarrollo.
Homogenización de la ciudad y el espacio urbano
Nuestras ciudades se han convertido en simples recipientes decididos a contener y a captar cualquier esquema o patrón de diseño con los que somos bombardeados desde las principales ciudades globales del mundo. Con diseños de formas muy definidas y concretas a diseños banales de las tendencias más actuales, las ciudades son zonas de consumo más que espacios que promuevan la creatividad. Al ser simples consumidores, las ciudades pueden, y lo hacen, elevar su estatus y su imagen como una ciudad que es parte del gran movimiento global, pero realmente no esperamos que de este proceso se dé un resultado realmente innovador. Algunas ciudades han tenido la capacidad de adaptarse y sobre todo de explotar en su beneficio a la globalización, convirtiéndose así en protagonistas que ocupan un rol muy importante en la economía y la cultura mundial. Nueva York, Chicago, Los Ángeles, Londres, etc., son ejemplos de ciudades de gran desarrollo y referentes mundiales, cosmopolitas. A estas ciudades se les da una categoría de “ciudad global”, se definen de esta forma pues tienen la capacidad de influenciar, desde patrones de consumo, moda, vivienda, diseño, estilos de vida, la organización de los espacios, a sociedades enteras, fuera de sus fronteras en una escala global. Dichas ciudades se han encargado de concentrar una gran parte delas actividades, de todo tipo, que van desde las financieras y económicas, manipulación de información, difusión de la cultura y son capaces de modificar la conducta de las personas en cualquier lugar del mundo.
La relación del mercado y la arquitectura vuelve a hacerse presente y extiende su influencia abarcando desde las mismas bases o los cimientos de una ciudad, influenciando la creación de planes de desarrollo urbano y pasando por todos los niveles de diseño, inversión y gestión, con el objetivo de asegurar y facilitar desarrollo de este tipo que garantice y priorice el beneficio económico particular. La globalización ha hecho a muchas ciudades más sensibles a los procesos actuales, a las dinámicas económicas y socio culturales y se han vuelto muy ansiosas por participar de las tendencias más novedosas y entran al juego de oferta y demanda. Estas ciudades se convierten en zonas de estudio de los mercados para estableces tendencias, patrones de consumo y por supuesto su creación y fomento, en los que influyen las compañías. Estos patrones no aparecen de la nada, y su función depende de varios niveles los cuales tendrán sus propios medios y niveles de participación por los cuales la globalización es capaz de diseminarse (Knox P. L., 2005).
Debemos habla en particular de los actores y los medios por los cuales la globalización actúa e influencia al mundo. Podemos definir y agrupar a los actores y los medios en facciones o frentes los cuales desempeñan funciones diferentes. Podemos sintetizar en 5 frentes principales. El primer frente es el corporativo. Representado por las grandes empresas e inversionistas. Se desempeñan desde el ámbito local al global, bancos, constructoras, firmas de inversión, aquellos que representan el poder económico. En el segundo frente nos referiremos al Estado: gobiernos, políticos y dependencias de todos los niveles que son los que deciden que es lo que se hace y que no. Su principal papel sería el de gestionar. En el tercer lugar está el frente profesional, en el que estamos incluidos no solo los arquitectos y profesionales del ramo de diseño y construcción sino todos aquellos actores que participan, tanto en el primer como en el segundo frente, como empleados. En el cuarto frente encontramos al mercado. Aquí se encargan de la comercialización y difusión, en nuestro caso de la arquitectura y el desarrollo urbano. Hace la propagación de las ideas y los objetos para facilitar el consumo por parte de los clientes representados por la sociedad y el gobierno que compiten por obtener o aumentar el estatus que tenemos dentro del mundo globalizado. Por último, encontramos el frente del consumidor que es el que a fin de cuentas legitima la información y los métodos de un modelo estandarizado y homogéneo de productos, ideas y prácticas cuyo resultado es un modelo de homogenización de la planeación y de la construcción. Podemos entender que más allá de la aspiración de ciertos valores globales, existe la imposición de modelos económicos, resultando en un proceso de homogenización que tiene en el mismo proceso de diseño en sí, un contenedor de ideas, conceptos y estilos específicos que gracias a la promoción y propagación de sus ideas a través de los medios, sumado al deseo de un Estado capturado por estas imágenes de progreso resulta en un proceso de en el que las ciudades tienden a parecerse entre sí.
Identidad y el concepto de local frente a la globalización
Introducción
La arquitectura es el lienzo donde toda una cultura se expresa, el reflejo de una sociedad, por lo tanto hablar de arquitectura es hablar de una disciplina social y no de una expresión individual. A primera vista la globalización en la arquitectura luce muy positivo, para muchos lo es, claro está. Se convierte en un problema cuando la tendencia global es convertir la arquitectura en una marca, una franquicia, un objeto reconocible entre tantos más. La magnitud de poseer un objeto de esas características diseñado por un arquitecto de renombre internacional tiene un gran efecto mediático que puede ayudar a comunicar un discurso político o mostrar la imagen de una ciudad en evolución. ¿Será que a la larga sea mejor darle cabida al talento local?, ¿que buscamos realmente cuando importamos arquitectura?
El concepto de local frente a la globalización
Desde muy temprano en los años 80 del siglo XX ya existía esta discusión. Kenneth Frampton (1983) en su regionalismo crítico muestra una preocupación sobre lo implacable y globalizada transformación de la construcción y desarrollo urbano que resulta del uso de la tecnología en la manufactura de elementos para la construcción. Frampton (1983) señala que esta tecnología afectaría directamente a las personas, mientras la información y los bienes que se convierten en elementos globales estén bajo la influencia de la economía y la competencia, que como señalaría, resultaría en la fabricación de productos de baja calidad. El argumento principal del regionalismo crítico es la estrategia que señala como fundamental es alcanzar lo más económicamente posible, un balance entre os elementos globales y aquellos productos de un lugar en particular con el objetivo de dotar a la arquitectura de una identidad única e independiente. Sin embargo Frampton (1983) subestimó el poderoso efecto que la economía global puede tener sobre la economía local y claro sobre la arquitectura y la ciudad. Si bien la arquitectura bajo una producción de intereses globales puede contribuir al desarrollo de una ciudad genérica o un contexto homogéneo, también nos abre la posibilidad de un proceso de diseño más equitativo y provee de posibilidades a todo mundo mediante la tecnología disponible que comunique a las regiones.
Históricamente la propagación de la globalización ha estado liderada por un proceso tecnológico, un modelo en cambio constante que ayudó a la proyección mundial de las ciencias, de nuevas tecnologías de comunicación y el transporte. La velocidad de un mundo contemporáneo solo fue posible gracias a la introducción de la tecnología como parte del proceso de desarrollo. Desde Vitrubio la técnica formaba parte de lo que definía a la arquitectura misma: la manifestación de las técnicas de construcción. La complejidad de la construcción actual y el diseño avanzado requiere de una técnica superior en la creación y manejo de tecnologías, en una disciplina en la que la técnica siempre ha sido el “como lo hacemos”. Las tecnologías emergentes sin duda cambian la manera de hacer las cosas, creando nuevos procesos, nuevas formas. La gran cantidad de tecnologías, materiales, nanotecnología, robótica, ingeniería, etc., acentúan la necesidad de la apropiación de la tecnología y buen uso de ella nos permita apropiarnos de la arquitectura.
Arquitectos locales es igual a arquitectura local. Esta es una expresión muy peligrosa que basa su lógica en que arquitectos locales hacen arquitectura local, sea lo que significa arquitectura local. Esta suposición puede ser tan falsa como pensar que un arquitecto de renombre internacional no tenga la capacidad de interpretar el contexto socio cultural de una ciudad y proponer un edificio sensible a las necesidades locales. Nosotros podemos ser capaces de responder al contexto pero separándonos de la idea de que nuestros edificios, perceptualmente, necesariamente se tiene que leer lo que lo rodea, sin la necesidad de marchar de la mano con la arquitectura vernácula solo porque es con lo que nos sentimos cómodos e identificados.La proliferación de estos modelos globales promueve la homogenización de nuestras ciudades, nuestras sociedades, al replicar y copiar diseños que nos inundan con la promesa del desarrollo. La creación de un mundo genérico que luce igual en cualquier lugar, carente de todo sentido humano que minimiza la creatividad no solo de un arquitecto si no de la cultura de todo un lugar, nos lleva a experimentar una tendencia en la que negamos aquello que nos hace una cultura única, a negar nuestra historia, nuestras raíces, nuestra creatividad colectiva, al lentamente convertirnos en un reflejo del horizonte dominante, adoptando símbolos y elementos ajenos. Hemos dejado de maravillarnos con aquello que nos distingue, solo para alcanzar un ideal de modernidad que nos llevará más allá del punto en que nos podamos reconocer a nosotros mismos ni percibir a la arquitectura como una adaptación y evolución de una narrativa social (Lewis, 2002).
Identidad
La definición de identidad contiene un concepto muy variado y claro de lo que significa. Proveniente del latín identitas y a su vez este de ídem, con varias definiciones como: lo mismo, una y otra vez, repetición, yo y no este, de la misma manera. Refiere a un concepto por el cual se insiste en señalar algo de manera precisa y puntual, así diferenciándolo de otra cosa. Esto habla de las características que nos definen y nos hacen percibir que una persona u objeto es único, diferente a los demás individuos (Daros, 2005). De esta forma la identidad no nos encapsula como individuos únicos, si no que nos muestra las características que compartimos con otros entes, que nos convierte en grupos, en una sociedad o cultura que es el resultado de la suma de identidades individuales que son los elementos que permiten que un grupo se identifique entre sí: calores, tradiciones, símbolos, creencias, comportamientos (Daros, 2005).Ya antes definíamos la arquitectura como una expresión de la sociedad y sus valores más que un hecho individual. Por esto que la arquitectura sea uno de los elementos más significativos y representativos de la cultura de un país o región, al ser una semblanza histórica y un articulador con el presente. Al imponer cierto estilo arquitectónico que contiene una expresión y una marca única y reconocible en cualquier punto del mundo, estamos olvidando o haciendo oídos sordos a las necesidades de un lugar y negando el derecho a la experiencia. Tanto nuestra identidad cultural como nuestra herencia son olvidadas y confinadas a libros que se convierten en el lugar donde puede sobrevivir. La tendencia de la globalización es de borrar o hacer difusas todas aquellas expresiones culturales que delimitan a las culturas.
La experiencia del contexto y la búsqueda del lugar
La expansión del capital ha creado una separación entre la arquitectura y el lugar donde se establecen algunos de estos proyectos, en donde la tendencia de querer convertirse en un símbolo de modernidad se genera una amenaza, una contradicción, donde al querer mostrarnos como como una ciudad desarrollada atentamos contra nuestro principal recurso, la riqueza que nos hace diferentes, nos diferencia y nos identifica como cultura. Lugar entiéndase no como la simple ubicación si no englobando todo un contexto económico, político, sociocultural, un concepto muy complejo y abstracto en el cual cada lugar tiene sus propias características: algunas las cuales se perciben a simple vista, ubicación, luz, clima, temperatura; y otras se perciben en nuestra forma de vivir: comportamiento, herencia, idiosincrasia. En conjunto se genera un patrón único en el cual el arquitecto se desarrolla. Un arquitecto local no solo es capaz de comprender su contexto hay que sumarle esa sensibilidad casi instintiva, más consciente de su entorno. En palabras de Rafael Moneo el contexto es:
“El contexto es el factor decisivo para un proyecto. Pero aquí quisiera insistir en que no entiendo un proyecto como algo que completa o como una manera de continuación de lo que está presente. Lo que realmente genera un proyecto es la idea que opera sobre el contexto social o material de una forma específica, pero que no es una simple consecuencia de lo que existe.” [1]
Bajo esta premisa es posible diseñar una arquitectura que bien puede mantener un sallo particular del arquitecto, pero que es capaz de crear una identidad arquitectónica propia a la región donde se proyecta.
El debate de lugar en el contexto global
El concepto de lugar representa una discusión muy especial en el debate de la globalización. El tema principal es la idea de que el fenómeno de la globalización amenaza lo local y lo cataloga como algo que podemos perder a causa de las fuerzas implacables de la globalización. Lo que podríamos definir como una nueva definición de lo que significa local, que al contrario de oponer estos dos conceptos, enmarca la idea de local no como un elemento estático y se plantea desde un punto de vista que extiende el significado de local muy separado del convencional. Como lugar encontramos a una comunidad en la que la gente con cierto vínculo, muy a menudo está expuesta a fuerzas externas que reconfiguran el concepto de lugar constantemente, convirtiéndose entonces, en un concepto reconociblemente permeable y de continuo cambio (Lewis, 2002). Se ha abierto una discusión importante, un reto el cual enfrenta la arquitectura contemporánea y el diseño en general: en el contexto actual de un lugar que se caracteriza por el continuo cambio y la mezcla de culturas y tradiciones, ¿cómo puede la arquitectura representar la faceta multicultural y los valores de una comunidad perteneciente a una ciudad global?
Por una parte, la identidad se vuelve muy interesante cuando esta evoca cierta experiencia, una asociación con la memoria, mientras la globalización es asociada con la pérdida de la identidad. Sin duda la identidad juega un papel muy importante en la cultura del hombre. La identidad es un concepto complejo que conjuga muchas dimensiones diferentes: lo tangible, lo intangible, experiencias, lo psicológico y lo físico como tamaño, escala y otras dimensiones ambientales. Una persona puede sentir la identidad de un lugar de muchas formas, mediante experiencias lo referente a lo cognitivo o como un sentimiento de pertenencia al sentir que se es de un lugar. Esta identidad surge de la relación de las personas con el lugar. Harold Proshansky (1978)se planteó el concepto de “identidad de lugar” y lo definió como las dimensiones que definen la identidad personal de un individuo en relación con el contexto físico, que se va desarrollando con el tiempo para lograr un lugar significativo con el que se establece una conexión no solo simbólica sino también funcional entre ambiente y las personas, efecto que se acentúa gracias a los recursos naturales del lugar así como las tradiciones. En lo que se refiere al os parámetros físicos, la identidad la otorga un sentido colectivo de identificación cultural con ciertos edificios y rasgos particulares de diseño de los mismos. Estos son elementos arquitectónicos utilizados en el diseño de un edificio que cuenta con características esenciales que lo identifican como lugar, representado por una solución sensible de diseño. Sin nos apegamos a este criterio, una apropiación local de un edificio o lugar se da por un consenso general donde se observa que se incorpora un lenguaje arquitectónico aceptado, háblese de forma, materiales, símbolos, territorio (Proshansky, 1978).
A través de una apropiación local de un edificio o proyecto podemos entender mejor la naturaleza de la relación entre la forma construida y la sociedad mediante la identificación de los elementos pertinentes del contexto construido. Una mirada más tradicional del concepto de local aboga por una continuidad histórica y cultural, preservar la identidad donde todo simbolice, como ya se menciona, en un lenguaje arquitectónico muy particular. Por otro lado, hablar de globalización es proponer inventiva, nuevas formas mediante el uso de tecnología y materiales que respondan a las funciones cambiantes de una sociedad y cultura global, que se enfoca en la sistematización, intercambio y flexibilidad (Lewis, 2002). Para algunos la globalización será un fenómeno de homogenización y para otros un productor de diversidad y heterogeneidad al incrementar la interconectividad y producir una especie de hibridación o mezcla de lo local y lo global. Debido a la fuerza implacable de la globalización este conflicto entre lo local y las ideas traídas de todo el mundo, este sigue siendo un debate abierto en muchos países del mundo principalmente en aquellos aun en vías de desarrollo que los convierte en lugares más influenciables. Hoy día vemos una masiva importación de ideas arquitectónicas que es esencialmente occidental proveniente de los países ricos. Estas nuevas arquitecturas se les asocian con una imagen de progreso, prestigio y desarrollo que han influenciado de gran manera a la expresión de las ciudades contemporáneas. El resultado es una arquitectura universal, aplicable para cualquier lugar, pero carente de identidad cultural o coherencia local.
Reflexiones finales
Como reflexión final retomamos el concepto que Tafuri (1973) señala que mientras la arquitectura siga siendo una utilizada como una herramienta para el desarrollo del capital, esta no será capaz de convertirse nuevamente en un instrumento para la transformación social, en una época en que la organización del mundo sigue la lógica del capital.
¿Qué peso tienen los conceptos de identidad y lugar en una sociedad que pasa a ser parte de la ciudad global donde estos conceptos son redefinidos constantemente?, ¿Qué pasa con los símbolos tradicionales?, ¿siguen siendo válidos? Sin duda la globalización ha creado muchas cuestiones que requieren un nuevo enfoque político y socio cultural.
Índice de citas
Adam, R. (2012). The globalisation of modern architecture: the impact of politics, economics and social change in architecture and urban design since 1990. Primera edición.Cambridge Ma.: MIT Press.
Daros, W. R. (2005). El problema de la identidad: sugerencias desde la filosofía clásica. Invenio, pp. 31-44.
Frampton, K. (1983). regionalismo crítico. Port Townsen: Bay Press.
Jameson, F. (1982). Architecture and the critique of ideology. Cambridge Ma.: MIT Press.
Knox, P. L. (2005). Toward a Geography of the Globalization of Architecture Office Networks. Journal of Architectural Education, 23-32.
Koolhas, R. (1995). La ciudad genérica. Barcelona: GG 2011.
Lewis, R. K. (2 de noviembre de 2002). Will Forces of Globalization Overwhelm Traditional Local Architecture? Obtenido de globalpolicy: https://www.globalpolicy.org/component/content/article/162/27593.html
Proshansky, H. (1978). the city and the self identity. journal of environmental and behavior, 147-169.
Rybczinski, W. (11 de junio de 2014). tmagazine. Obtenido de http://tmagazine.blogs.nytimes.com/2014/06/11/gehry-norman-foster-moshe-safdie-starchitects-locatects-franchising-of-architecture/?_r=0
Solano, E. S. (2006). El papel del estado en un mundo globalizado: ¿transformación o desaparición? Alicante: Universidad Católica de Ávila.
Tafuri, M. (1973). Architecture and utopia: design and capitalist development. Cambridge, Ma.: MIT Press, 1976.
Tietz, J. (2008). Historia De La Arquitectura Moderna . Primera edición. Colonia: H. F. Ullman.
[1] Zaera, A. (1994). conversaciones con Rafael Moneo. El croquis, 64.