Post date: octubre 11, 2014 | Category: Noticias
Por Cynthia Villagómez-oviedo
Foto: FIC
El futuro ya pasó, pasa un segundo y el futuro vuelve a pasar. La noche del viernes 10 de octubre en el Auditorio del Estado de Guanajuato Capital, el grupo de danza japonés ElevenPlay en conjunto con el grupo de artistas y tecnólogos Rhizomatiks dieron muestra de un asombroso despliegue tecnológico que unió en un mismo espacio la danza, la música y la tecnología de vanguardia.
Una neblina de hielo seco mezclado con una fragancia ligeramente cítrica inundó el Auditorio previo y durante el evento. No más de once bailarinas en escena alternaron movimiento junto con brazos robóticos, luces, rayos láser y drones. Sí, leyó usted bien, drones o vehículos aéreos no tripulados.
Esta formidable experiencia fue posible gracias al talento de los artistas, pero también a la novedad en el uso creativo de los recursos que ofrece la tecnología cuando interactúa con el arte, como en el uso de la técnica de modificación de la imagen de cuerpos y objetos conocida como projection mapping, que en este caso, convirtió a las bailarinas en increíbles pantallas cinéticas, más propias de una película futurista que de danza japonesa; la captura de video en tiempo real de cuerpos y su transformación en pantalla gigante en prismas semejantes al vidrio y al metal; robots que imitan el movimiento humano y viceversa, sembrando la duda si lo tecnológico nos determina o es al revés; rayos láser que vigilan, persiguen y convergen con el ser humano además de emitir simultáneamente señales sonoras similares al rechinido de una puerta de metal abriéndose pesadamente.
Pero fue sin duda, la danza realizada por las bailarinas de Elevenplay con drones la que suscitó más exclamaciones de admiración por parte del público, donde tres de estos dispositivos con forma cónica, en medio de la música electrónica y un sonido semejante de cien coleópteros volando al mismo tiempo, del piso del escenario se elevaron y empezaron a seguir la danza de las bailarinas desde arriba, con un vaivén similar al de tres olas marinas.
Entre la repetición constante de la música electrónica y las luces que del rosa pasaban al azul, al rojo, al verde y a todo el círculo cromático, al principio era difícil deducir cuál era el mensaje que el talentoso director de la puesta en escena y muy reconocido experto en programaciones multimedia Daito Manabe deseaba transmitir. Sin embargo, al final quedó claro que la obra crea toda una reflexión sobre la introducción de la ciencia y la tecnología en la vida, a través de aspectos como: la vigilancia incesante y la simultaneidad entre lo real y lo virtual, entre otros aspectos que envuelven a amplios grupos sociales en la actualidad.
¿Qué determina a qué? La tecnología a nosotros, nosotros a la tecnología, o en todo caso y tal vez, lo más pertinente sea pensar en la tecnología como parte de nosotros, donde el futuro acaba de pasar… y pasar, en un continuum perpetuo. Por lo que no se sabe a ciencia cierta qué sucederá después y qué veremos entonces en el mundo, por tanto, en el ámbito del Arte y la tecnología.