Post date: julio 07, 2017 | Category: Primera edicion de Interiorgrafico
Algunos movimientos artísticos, como el Dada, se generaron a partir del hecho de que eran opuestos a movimientos que los antecedieron; en el caso del Dada lo fue al de los impresionistas.
Esta ruptura, como es tradición en historia, se genera con la idea de romper con el formalismo de sus antecesores, con sus conceptos y maneras de ver el mundo y, especialmente, de hacer arte. Los dadaístas recurren al empleo de la técnica del collage que les permite incorporar, entre otras cosas, materiales de desecho.
Cosas que, para personas o artistas, serían únicamente objetos inservibles e inutilizables si éstos se integraran en cualquier obra artística considerada seria. Esto planteó una novedosa forma de expresión en su momento; lo cual, por supuesto, llegó a ser ampliamente criticada y, más aún, rechazada por artistas que no aceptaban la propuesta de ese movimiento, entre cuyas finalidades, por cierto, se pretendía la negación del arte como tal.
A mediados de los años ochenta hace su aparición comercial un computador personal con capacidad específica para la ejecución de las artes visuales y el diseño. Desde ese momento se inicia lo que llegará a ser un movimiento propio de los medios digitales de información, revolucionando no sólo las artes gráficas, sino la misma relación del individuo con su entorno.
Estos equipos de producción digital en la actualidad ofrecen al usuario una plataforma distinta para crear, de manera personalizada e instantánea, lo que hasta entonces venía haciéndose con largos procesos y con herramientas tradicionales de trabajo: lápices de color, pinceles, tintas, etcétera; utensilios ahora integrados virtualmente en programas de diseño.
Por decirlo de alguna manera, los programas de computación gráfica son ahora el instrumento con variadas herramientas digitales que agiliza la producción, y pone en bandeja de plata la posibilidad de proponer lenguajes y lecturas completamente nuevos. Toda proporción guardada, este hecho sería muy similar a lo que el dadaísmo propuso en su momento.
La aparición de programas de manipulación digital de imágenes, y ahora los más recientes de producción multimedial, ofrecen posibilidades limitadas en la creación y la composición audiovisual, sólo superables por la creatividad individual.
Algunos han dicho que la computadora fue inventada para hacer visible lo invisible a nuestros ojos. En cierta forma ha resultado ser una verdad, aunque no la única. Así como la imprenta necesitó del papel para tener el impacto que revolucionó la palabra impresa, el diseño digital de nuevas tipografías sólo ha sido posible gracias a la computadora, pero ciertamente estaría diciendo sólo parte de la verdad si no mencionara el desarrollo de los programas de cómputo que, junto con ésa, han dado toda la gama de posibilidades de construcción y deconstrucción de formas definidas y aceptadas.
El diseño de nuevas tipografías, a partir de programas de computadoras, adopta complejas y novedosas formas. Tipografías no menos importantes que sus predecesoras; sin embargo, algunos de los exponentes más importantes en la tipografía generada digitalmente han decidido mutar la forma prístina de legibilidad y legibilidad de estos signos fonéticos, a tal grado de convertirse en elementos meramente decorativos y ornamentales. Sobre este tema Guy Bonsiepe dice lo siguiente: «Cuando el diseñador gráfico selecciona la tipografía, se basa en una heurística difusa y en una intuición informada, además de encontrarse bajo la influencia de las tendencias moda, que cambian según la época».
Los vanguardistas e innovadores son los que modifican estas tendencias. Por ejemplo, Neville Brody rompió ciertos cánones de la tipografía suizo-alemana de los años cincuenta, y diseñó fuentes que transgreden las condiciones de legibilidad (que pueden se utilizadas para display, pero no para textos).
Los cánones formales se desgastan y los nuevos que surgen se ven, muchas veces, asociados con una actitud política rebelde. Brody y Ewen sostienen que la motivación para diseñar algo «malo» radica en el descontento que genera la subordinación forzada del diseño al marketing.
Probablemente todos diseñadores compartirán la opinión de Brody y Ewen respecto de la falta de poder de decisión de los diseñadores frente a las empresas; Pero posiblemente no coincidirán con la recomendación de volver a asumir el rol del artista rebelde que llevaba desde afuera el arte a la industria y al comercio. En los años veinte, época en que el diseñador comenzó a asumir esta postura, no se encontraba integrado a la industria y aparecía como misionero extra industrial de la cultura contra la supuesta (o real) barbarie industrial.
Martin Sólomon también dice al respecto: «Un estilo tipográfico independientemente de lo bien manejado que esté siempre puede dar fuerza a todos los requerimientos y pierde su efectividad si se lo utiliza muy frecuentemente. Deja de tener la fuerza necesaria como para transmitir el contenido y, finalmente, se agota en sí mismo. Por tal razón diseñadores deben inventar o buscar nuevas formas que remplacen a las que dejan de ser efectivas.»
Muchos han sido los personajes que han tratado de dejar huella, pero han sido muy pocos los que han logrado cambiar el curso de la historia. Lo seguro es que, quienes se ha atrevido a mirar en donde sólo algunos lo hacen, a buscar en donde nada existe y proponer lo que para muchos otros sería descabellado, son aquellos que han revolucionado tanto el arte como el diseño, independientemente de la época en la que hayan vivido, con la tecnología que hayan tenido a su alcance, la cual no condiciona resultados. Esos seres tuvieron la capacidad de llegar, en muchas ocasiones, a extremo insospechados; aunque fueran rechazados o marginados. A fin de cuentas fueron los personajes que marcaron tendencias y las pautas a seguir.