Post date: diciembre 16, 2015 | Category: Octava Edición Diciembre 2009
Discurrir actualmente sobre qué es arte, se ha convertido en todo un problema; con la inclusión en los noventas de los “nuevos medios” (la tecnología digital), el quehacer artístico se ha tornado revolucionario, pero también muy diverso, lo que dificulta su clasificación. Sin embargo, en este nuevo entorno del arte, se aprecia un nuevo panorama, donde ya no solamente las obras pictóricas o escultóricas, son dignas de ser llamadas arte, sino también hay arte en internet, en video, con “…juegos de ordenador, las cámaras de seguridad, la telefonía inalámbrica, los miniordenadores portátiles y los sistemas de navegación GPS…” (1)
Pero la tecnología antes mencionada no define al arte, muy por el contrario es el uso de esta tecnología en las manos de los artistas lo que la convierten en el medio de expresión ideal para manifestar conceptos, ideas o cuestiones meramente estéticas.
Por lo que intentar definir el arte de nuestros días resulta un acto temerario, digno de los más encumbrados teóricos, y como dicen por ahí “si quieres dar un consejo, piénsalo dos veces y mejor no lo des”, este consejo se aplicaría por si se quiere definir categórica y rígidamente el arte actual, se correría el riesgo grave de tropezarse o entretenerse en tratar de definir un concepto que continuamente está cambiando, es decir, en mi opinión metafóricamente hablando, el arte es un ‘ser vivo’ que muta y cambia constantemente, veamos por qué…
Un vistazo al pasado
En este siempre difícil punto de las definiciones, hemos intentado en primer lugar recabar las históricamente acreditadas y contrastarlas para esclarecer en la medida de lo posible nuestras propias dudas. Los primeros antecedentes del término se encuentran en:
“El autor polaco Libelt, en su libro Estetyka, czyli umnictwo piekne (La Estética o la Ciencia de la Belleza, 1849, p.107) […] dividió las artes según el ideal que intentaran alcanzar, ideal que puede ser la belleza, la verdad o el bien; las dividió también según ejercitasen este ideal en el espacio, en el tiempo o en la vida. Su modo de proceder dio lugar a la siguiente clasificación […] Artes formales o visuales. En el espacio: Arquitectura, escultura, pintura. En el tiempo: Artes narrativas o visuales, Música, poesía, retórica.” (2)
Desde el término de las dos Guerras Mundiales, la clasificación de las artes ha perdido importancia, sin embargo, se ha seguido intentando “E. Souriau (La correspondance des arts, 1947) clasificó las artes en visuales y rítmicas” (3). En nuestros días se buscan definiciones extremas, es decir, que exista una clasificación o que no haya ninguna, es por esta razón que en opinión de una de las grandes figuras del humanismo polaco Wladyslaw Tatarkiewicz:
“…Es imposible realizar una clasificación satisfactoria de las artes porque su ámbito no es fijo, y porque no existe acuerdo sobre lo que sea y no sea arte, o sobre qué actividades y obras humanas deban o no incluirse entre las artes. Se utilizan diversos criterios, y lo que resulta ser arte según un criterio, resulta no serlo según otro, esta es la razón de que existan tantas vacilaciones respecto al ámbito de las artes […] En el arte actual, es difícil lograr una clasificación debido a la heterogeneidad intencional del tema en cuestión, a la mezcla que se da en una única obra de los diversos elementos que se unen «sin un vínculo aparente (como ocurre en la vida)»…” (4).
Sin embargo, en un intento por acotar el tema nos hemos dado a la tarea de encontrar los límites de las artes visuales y encontramos lo siguiente: “Las Artes Visuales son la expresión visual de una idea o experiencia, realizada con las habilidades necesarias a través de un medio determinado” (5).
A pesar de que exista diversidad de criterios en torno a las Artes Visuales, lo que es un hecho es que éstas han atravesado en los últimos tiempos por cambios inquietantes, donde prevalece “…la ausencia de patrones estilísticos…” (6), que evidencian transformaciones profundas en el ámbito de la cultura. Otra característica es que los artistas actuales han expresado una gran apertura hacia los recursos culturales de épocas anteriores, existe un interés por parte de los artistas en “…la superficie, la yuxtaposición y la ilusión…” (7), también están aquellos que socavan las nociones que prevalecían en la época del modernismo acerca de la auto-expresión, originalidad y propiedad.
Las Artes Visuales actualmente
Las artes hoy en día, han experimentado cambios muy importantes con respecto a lo que se consideraba arte en la segunda mitad del siglo XIX, es a partir de las últimas décadas de ese siglo y fundamentalmente a raíz de las vanguardias artísticas del siglo XX, que Las Artes Visuales experimentaron profundos cambios que dejarían su impronta en el arte de nuestros días; algunos de estos cambios fueron advertidos —entre otros— por el arquitecto y crítico Charles Jencks en su primer libro titulado: El lenguaje de la arquitectura posmoderna (8), en él anticipaba algunas de las características que se transferirían al resto de las artes, tales como: Uso de la belleza disonante; rechazo a las ideas modernas sobre composición; eclecticismo estilístico radical; aceptación y uso de nuevas tecnologías; interés creciente por el antropomorfismo; atención especial en las relaciones pasado y presente; los artistas recurren de manera consciente a la ironía, la ambigüedad y la contradicción en su trabajo; el arte deja de ser sólo auto-referencial; hay una reinterpretación de la tradición (9); imágenes sometidas a un constante proceso de reapropiación y reciclaje; la fuerza del artista contemporáneo está en su imperfección. (10) De tal manera que:
“Si la vanguardia política de la modernidad celebraba la negación y la disidencia, y pretendía revolucionar el arte y la vida, la mayor parte del arte posmoderno, en cambio, ha tendido a recrearse con el mundo tal cual es y a convivir apaciblemente con una gran variedad de estilos y juegos estéticos.” (11)
Actualmente, como ya lo habíamos mencionado al inicio de este texto, las Artes Visuales están experimentando profundas transformaciones debido a la incursión de los nuevos medios, como las nuevas tecnologías informáticas y de telecomunicación (como el Internet), de los medios de comunicación, de video-proyección, y como diría Brea (12) con cualquier chisme que se enchufa.
Otra cuestión muy interesante que nos está tocando presenciar en el mundo del arte contemporáneo, es la incorporación de la cultura como escenario, donde aparece el término de la “Post producción” (13) en el arte; este término originalmente es usado en televisión y que “Designa el conjunto de procesos efectuados sobre un material grabado: el montaje, la inclusión de otras fuentes visuales o sonoras, el subtitulado, las voces en off, los efectos especiales” (14).
Desde la década de los noventa, muchos artistas interpretan, reproducen, re exponen o usan obras realizadas anteriormente por otros artistas que son culturalmente disponibles, es decir, insertan su propio trabajo en el trabajo de otros, para ellos ya no es importante trabajar con materia pura. Ejemplos de estos artistas existen varios como: Rirkrit Tiravanija, Pierre Huyghe, Jorge Pardo, Ángela Bulloch, Tobías Rehberger, Carsten Nicolai, Sylvie Fleury, John Miller, Sydney Stucki, Douglas Gordon, Jeff Koons, Haim Steinbach, entre muchos otros, todos tienen en común el recurrir al uso de formas ya producidas. Por lo que la pregunta artística ya no es
“¿Qué es lo nuevo que se puede hacer?, sino más bien: ¿Qué se puede hacer con? […] ¿Cómo producir la singularidad, cómo elaborar el sentido a partir de esa masa caótica de objetos, nombres propios y referencias que constituye nuestro ambiente cotidiano?” (15)
Por lo que los artistas utilizan lo dado, se mueven en el universo de productos a la venta, los mercados de pulgas y la reutilización de pedazos de programas televisivos o películas preexistentes, dando como resultado expresiones artísticas asombrosas y “nunca antes vistas” (16) desde esa nueva óptica (la apropiación), el artista se convierte en lo que Bourriaud llama: semionautas, producen recorridos originales entre los signos, donde crear es —como diría Duchamp— insertar un objeto en un nuevo escenario, considerándolo como un personaje dentro de un relato.
Así tenemos que “La obra de arte contemporánea no se ubicaría como la conclusión del <proceso creativo> (un ‘producto finito’ para contemplar), sino como un sitio de orientación, un portal, un generador de actividades. Se componen combinaciones a partir de la producción, se navega en las redes de signos, se insertan las propias formas en líneas existentes.” (17) Es decir, la linealidad del arte se pone en entredicho, ya no necesariamente hay un principio y un final, sino que el arte adopta un carácter rizomático, donde una obra no termina, sino que tiene la posibilidad de expandirse, el proceso creativo continúa, se ramifica.
Así que el abordaje que de la propiedad de las formas e imágenes (copyright) se ha hecho en el arte contemporáneo, es muy singular, ya que deviene en formas radicalmente distintas a lo que teníamos preconcebido que era el arte (la idea modernista de lo nuevo como requisito del arte); sin embargo, me parece que es ahí donde habita precisamente su originalidad, en esas nuevas formas de ver y cuestionar ciertos aspectos culturales como la propiedad de ideas e imágenes; que hay que decir ya habían sido cuestionados con anterioridad por Guy Debord, Asger Jorn y Gil Wolman creadores de la teoría del desvío (18) que plantea que todos los objetos pueden ser sujetos de nuevas aproximaciones, incluso Debord publica en 1956 el Modo de empleo del desvío:
“En su conjunto la herencia literaria y artística de la humanidad debe ser utilizada con fines de propaganda partidaria. […] Todos los elementos, tomados de cualquier parte, pueden ser objeto de nuevos abordajes. […] Todo puede servir. Es obvio que no solamente podemos corregir una obra o integrar diferentes fragmentos de obras perimidas dentro de una nueva, sino también cambiar el sentido de esos fragmentos y alterar de todas las maneras que se consideren buenas lo que los imbéciles se obstinan en llamar citas”. (19)
Otra aproximación a qué es necesario para que una obra sea considerada arte, es la que expone Marcel Duchamp en el siguiente texto:
“El Proceso Creativo: (20) Consideremos primero dos factores importantes, los dos polos de toda creación de orden artística: de un lado el artista, del otro el espectador que, con el tiempo, deviene la posteridad. Según todas las apariencias, el artista actúa como un ser mediumístico el cual, del laberinto más allá el tiempo y el espacio, busca su camino hacia un claro. […] Si concedemos pues al artista los atributos de un médium, debemos entonces negarle la facultad de ser plenamente conciente, sobre el plano estético, de aquello que hace o porque lo hace – todas sus decisiones en la ejecución artística de la obra quedan en el dominio de la intuición y no pueden ser traducidas a un auto-análisis, hablado o escrito o incluso pensado. […] Después de todo, el artista puede pregonar a voz en grito que tiene genio, pero deberá esperar el veredicto del espectador para que sus declaraciones tomen un valor social y finalmente la posteridad lo cite en los manuales de historia del arte. […] En otros términos, ¿cómo se produce esta reacción? Este fenómeno puede ser comparado con una «transferencia» del artista al espectador bajo la forma de una ósmosis estética que tiene lugar a través de la materia inerte: color, piano, mármol, etc. […] Durante el acto de creación, el artista va de la intención a la realización pasando por una cadena de reacciones totalmente subjetivas. La lucha hacia la realización es una serie de esfuerzos, dolores, satisfacciones, rechazos, decisiones que no pueden ni deben ser plenamente conscientes, como mínimo sobre el plano estético. El resultado de esta lucha es una diferencia entre la intención y su realización, diferencia de la que el artista no es en modo alguno consciente. […] De hecho, falta un eslabón en la cadena de reacciones que acompañan el acto de creación; este corte que representa la imposibilidad para el artista de expresar completamente su intención, esta diferencia entre lo que había proyectado de realizar y lo que ha realizado es el «coeficiente de arte» personal contenido en la obra. En otros términos, el «coeficiente de arte» personal es como una relación aritmética entre «lo inexpresado pero proyectado» y «lo expresado intencionadamente». […] El proceso creativo toma todo un otro aspecto cuando el espectador se encuentra en presencia del fenómeno de la transmutación; con el cambio de la materia inerte a obra de arte, una verdadera transubstanciación tiene lugar y el rol importante del espectador es el de determinar el peso de la obra sobre la báscula estética. […] En resumen, el artista no está sólo para llevar a cabo el acto de creación ya que el espectador establece el contacto de la obra con el mundo exterior descifrando e interpretando sus cualidades profundas y en ello añade su propia contribución en el proceso creativo. Esta contribución es aún más evidente cuando la posteridad pronuncia su veredicto definitivo y rehabilita artistas olvidados.”
Es interesante la importancia que le da al espectador ya no simplemente como tal, sino como parte integrante de la obra, como parte de la creación artística misma, en tanto sea un intérprete de lo que ve, porque para Duchamp, el espectador es el que determina, valora, si es o no es arte.
Se suma a todo lo anteriormente expuesto, el aspecto que considera todo aquello que se exhibe en un museo como arte, sin embargo, como diría la maestra Blanca Gutiérrez Galindo “… en el Museo de la Ciudad de México, hay muchas pinturas al óleo que están ahí porque han sobrevivido a inundaciones e incendios a lo largo de la historia de la capital, no porque sean arte…”. O también están aquellos que consideran una obra como arte, siempre y cuando despierte alguna emoción, cualquiera que ésta sea.
Actualmente, tenemos también dos tipos de arte: uno es aquel que es crítico con las circunstancias sociales y culturales predominantes, que sirve de parangón con la realidad, pero también está el arte con fines estéticos solamente y que por tanto es ‘vendible’, no me quiero imaginar a un comprador de arte, sacando la chequera para adquirir una camisa ensangrentada de la obra de Teresa Margolles en el grupo SEMEFO, para exhibirla en su sala, o comprando un video de la artista Orlan realizándose una cirugía facial, con el mismo fin.
Del 22 al 26 de abril de 2009, se llevó a cabo en el Centro Banamex de la Ciudad de México, una de las ferias de arte contemporáneo más importantes del país ZONAMACO; en plena contingencia por la influenza H1N1 asistimos a este formidable evento, justo a un lado de la impresionante vista del hipódromo de las Américas que ofrecen los grandes ventanales del Centro Banamex.
Abocada principalmente a la exposición y venta de obra artística de galerías mexicanas y extranjeras, hoy por hoy ZONAMACO se ha posicionado como uno de los foros mexicanos más importantes de exhibición y venta de arte contemporáneo. Con precios por stand de exhibición que oscilan entre los 50,000 y los 300,000 mil pesos mexicanos, en esta feria de arte se han realizado altas ventas, según entrevista que los expositores reportaron a la revista electrónica Índigomedia, sin embargo –comentaron- no fue así este año, donde si bien hubo ventas, éstas fueron escazas y la feria pasó a ser más que nada un foro de exhibición, probablemente debido a la contingencia por la influenza, que en ese momento alcanzaba su pico más alto en difusión en los medios de comunicación masiva, incluso estuvo a punto de ser suspendida.
En cuanto a la obra expuesta dentro de la feria fue muy diversa, los medios de expresión, así como los materiales y técnicas, realmente fueron muy interesantes, sin olvidar por supuesto que se trata de obra realizada para su venta, no es arte crítico como el que hablamos párrafos anteriores.
He aquí pues un reportaje fotográfico de dicha feria, realizado personalmente en exclusiva para la revista electrónica INTERIORGRÁFICO, con ánimo de que el lector lo encuentre interesante. Así mismo aprovecho la ocasión de recordarles la siguiente cita en ZONAMACO 2010 del 14 al 18 de abril.
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CITAS
(1) TRIBE, Mark: Arte y nuevas tecnologías, Colonia: Taschen, 2006, p.7.
(2) TATARKIEWICZ, Wladyslaw: Historia de seis ideas Arte, belleza, forma, creatividad, mímesis, experiencia estética. Madrid: Tecnos, Alianza, 2002, 9ª. Edición, p.p. 95-96.
(3) Ibid., p. 98.
(4) Ibid., p.p. 100-101.
(5) Artforms, An Introduction to the Visual Arts definition http://artrainusa.org/downloads/02ep_glossary_terms.pdf. Consulta realizada 200208.
(6) D. EFLAND. Arthur: La educación en el arte posmoderno, Barcelona: Paidós, 2003, 3ª edición, p. 31.
(7) Ibid., p. 59.
(8) JENCKS, Charles: El lenguaje de la arquitectura posmoderna, Barcelona: Gustavo Gili, 1986, 5ª edición original en inglés Londres-Academy editions, 1977.
(9) D. EFLAND, Arthur: Op. cit. p.p. 65-66.
(10) LYOTARD, J. F.: La condición posmoderna, Madrid: Cátedra, 1989.
(11) BEST, S. y D.: Kellner, Posmodern theory: Critical interrogations, Nueva York: Gillford Press, 1991, p. 11. Citado originalmente en D. Efland, Arthur, Op. cit., 3ª edición, p. 66.
(12) BREA, José Luis: La era postmedia, edición en PDF, octubre 2002.
(13) BOURIAUD, Nicolas: Post producción, Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora, 2004.
(14) Ibidem, p. 7.
(15) Ibidem, p. 13.
(16) Ibidem, p. 13.
(17) Ibidem, p. 16.
(18) Ibidem, p. 40.
(19) Ibid., idem.
(20) DUCHAMP, Marcel, Le processus créatif, ed. L’Échoppe, Paris: 1987. (édition bilingue français et anglais) [© ADAGP et L’Échoppe 1987 / L’ÉCHOPPE, 30 rue Léopold-Bellan 75002 Paris] (traducción al español: nbf julio 2003). Nota editorial: Este texto es el de una ponencia hecha en Houston (Texas) en 1957 por Marcel Duchamp ante la Conferencia de la Federación Americana de las Artes. Fue publicado en Arts News, vol. 56 nº 4, verano 1957. La traducción francesa es del autor. El texto resaltado en negritas es propio.