Post date: febrero 17, 2011 | Category: Décima Edición Diciembre 2010
Escrito por Dr. Mauricio Velasco Ávalos
ARQUITECTURA DE LA REVOLUCIÓN, EXPOSICIÓN EN EL MUSEO NACIONAL DE ARQUITECTURA
Desde el 25 de noviembre de 2010 y hasta el 27 de febrero de 2011, el Museo Nacional de Arquitectura, sito en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, presenta la exposición “Arquitectura de la Revolución”. Esta muestra permite acercarse a reproducciones de documentos muy significativos, como testimonios fotográficos históricos, incluso de algunas obras en proceso de construcción, y planos de edificios, así como algunas reproducciones tridimensionales a escala que permiten una apreciación particular de los edificios al conceder puntos de vista inusuales y una total descontextualización que acercan las maquetas a un plano conceptual. El periodo seleccionado para la exposición no abarca solamente el correspondiente al conflicto armado de principios del siglo XX, sino que incluye, de modo muy acertado, la arquitectura llamada “posrevolucionaria”, que se muestra en muchos de sus matices y expresiones. Por esto, es posible recorrer en las láminas que forman la exposición desde el ecléctico tardío más cuidadoso, hasta las obras más influyentes del movimiento moderno; desde el neo indigenismo que nos habla de exploración de la “identidad”, hasta el maquinismo expresado en inmejorables obras del Art Déco, desde la última tecnología hasta la construcción más tradicional Formas de expresión, de representación, modos de pensamiento, regiones, tendencias, géneros, todo es variedad en la exposición, en donde parece previsiblemente extraordinario que el periodo representado no nos muestra un discurso cronológico, sino muchos discursos simultáneos, tal como ocurría con la arquitectura en aquellos años. Las narraciones arquitectónicas mostradas se apegan efectivamente al calificativo de “revolucionario”, pues es evidente que la búsqueda de novedad es una constante en las obras seleccionadas. Todo es invención en las formas de Manuel Amábilis al proponer el Pabellón de México en la Exposición de Sevilla (1929). Hay muestras de un apego vernáculo reinterpretado en Carlos Obregón Santacilia en una casa habitación en Tlacopac (1931), y es casi natural para Vicente Mendiola la variante neocolonial del Déco mexicano (¿californiano?) en una casa habitación para Plutarco Elías Calles en Cuernavaca, Estado de Morelos (1930). La convivencia de tendencias como la casa habitación de Manuel González Rul en la Ciudad de México (1928), con almohadillados, columnas y balaustradas, o el castillo “Ortega” (Douglas) que Federico Mariscal construyó en la Ciudad de Aguascalientes (1925) de un Modernismo muy cercano al Gaudí del final del siglo XIX y quizá a otras influencias europeas, no contrasta ni entorpece, sino que explica la historia del momento revolucionario, al enfrentarse al Sanatorio para Tuberculosos de Villagrán García (1929) o al Edificio de Apartamentos de Enrique Yañez y Pedro Bustamante (1936). La riqueza de todas las expresiones arquitectónicas que se desarrollaron en las primeras décadas del siglo XX, y sus múltiples híbridos, no han sido siempre bien entendidas por el común de la gente, probablemente porque algunas fueron como ensayos de ideas originales, otras ramas se secaron tras dar sus mejores frutos y muchas otras evolucionaron hacia maneras variadas de hacer la arquitectura. Hoy, la variedad de mensajes arquitectónicos de esa época provoca que su lectura en conjunto se presente difícil. Los valores implícitos no son claros al lego y su simultaneidad puede interpretarse equivocadamente como un caos más que como un momento de definición sobre el futuro de la Nación y de la actividad arquitectónica. La exposición, para salvar este peligro, nos permite ir y volver a una y otra de las obras, comparar, contrastar, distinguir. Apreciar los conjuntos y ensayar clasificaciones. Aún cuando la modestia que caracteriza a las exposiciones del Museo Nacional de Arquitectura no nos ha dejado conocer más que lo esencial en esta ocasión, en escala muy pequeña algunas veces, bien recompensado es el esfuerzo de la visita por las posibilidades de reflexión y de solaz que el recuerdo suscitado o el descubrimiento inesperado provocan en el observador. Y tratándose de festejar Centenarios, la Arquitectura que se construyó en el momento, y que perdura hasta hoy, parece un excelente enlace con el pasado y con el futuro.
Monumento a la Revolución, México D.F., arquitecto Carlos Obregón Santacilia, 1933-1938 Edificio de Apartamentos, México, D.F. Vista general, arquitectos Enrique Yáñez y Pedro Bustamante, 1936 Castillo “Ortega” (Douglas), Aguascalientes, Ags., Federico Mariscal, 1925 Pabellón de México en la exposición de Sevilla, perspectiva, arquitecto Manuel Amábilis, 1929 |