Post date: marzo 06, 2012 | Category: 53 decima primera edicion
Escrito por M. en Arq. Alma Pineda Almanza
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La escultura como parte del ornamento en la ciudad, no es nuevo. Podemos afirmar que las ciudades empezaron a embellecerse de esta forma a partir de los cambios urbanos propuestos por Porfirio Díaz, donde las plazas vacías empezaron a tener jardines al estilo francés y a equiparse con el mobiliario urbano como bancas, luminarias y kioscos. Parte importante de estos “muebles” de la ciudad fueron también las fuentes y las esculturas. Así tenemos que este tipo de ornamentación urbana empezó a integrarse principalmente en las plazas y espacios abiertos de convivencia.
Con la creación de parques, alamedas y paseos en este mismo periodo, la escultura y las fuentes, empezaron a ser parte importante de estos. La escultura, entonces no es ajena al diseño de la ciudad. En años recientes hemos podido gozar de exposiciones temporales de escultura de gran formato en Avenida Reforma en la zona de Chapultepec donde artistas como Leonora Carrington, Juan Soriano, José Luis Cuevas, entre otros, han podido ser apreciadas por largo tiempo en los camellones de esta avenida.
La escultura puede tener ese contacto con la ciudad y sus habitantes, sin embargo, no siempre este “contacto” es lo más adecuado. En los casos anteriores del periodo del porfiriato, debemos de observar que los espacios fueron diseñados pensando en la obra que se expondría. En el caso de obras expuestas temporalmente, como en Av. Reforma en Chapultepec, las dimensiones del espacio urbano son tan grandes, que la obra se fusiona con el contexto y permite ser observada al mismo tiempo que permite continuar con su función normal de avenida.
En los últimos meses, los guanajuatenses hemos visto repentinamente ocupar y más que ocupar, “invadir” algunos espacios urbanos en el centro histórico de la ciudad de Guanajuato, por una serie de esculturas en la zona cercana al templo de San Francisco.
Las calles de Guanajuato son calles estrechas, que tienen uso peatonal, o vehicular y a veces las dos. En Guanajuato tenemos esculturas que podemos observar y señalarlas como bien pensadas en su ubicación y que en verdad cumplen la función de adornar los espacios urbanos como la escultura de la Paz, en la Plaza del mismo nombre, los leones del Teatro Juárez, pertenecientes a la misma época histórica. Dentro de las integraciones escultóricas más recientes, tenemos al Don Quijote y Sancho Panza descendiendo del cerro hacia la Plaza del Teatro Cervantes, y las esculturas de tamaño natural de Jorge Negrete, Diego Rivera y el tuno de la estudiantina, podríamos pensar que por su tamaño no interfieren en el uso de la ciudad.
La imagen urbana de la ciudad de Guanajuato se conforma de sus calles, callejones, su tipología arquitectónica y por supuesto de remates visuales. Por eso extraña que de pronto el Museo Iconográfico del Quijote, expulsara parte de su acervo escultórico hacia la calle sin orden alguno.
En este comentario debe quedar claro que no se cuestiona la calidad de las esculturas ni de sus autores, sino la forma desordenada y mal planeada de la colocación de éstas. Observemos los siguientes ejemplos:
Uno de los remates visuales más bonitos de la ciudad, sin lugar a dudas, es la vista que se tienen caminando en la calle de Sopeña hacia San Francisco. Actualmente no se puede captar ninguna imagen desde esta parte de la calle sin que salgan al menos dos de estas esculturas. En un espacio pequeño entre el museo Iconográfico y San Francisco hay 4 esculturas como aventadas al azar.
Analicemos otro ejemplo: la calle del Campanero, importante no solo por su belleza y composición, ha marcado la entrada a la ciudad de Guanajuato por el ejército insurgente, esta vialidad peatonal despejada por siempre, ahora es bloqueada por una gran escultura del Quijote del artista Sebastián. Y qué decir del mal tino de colocar otra escultura del artista abstracto Leonardo Nierman, justo en el arroyo de la calle, junto a una muy pequeña plazoleta triangular, entre la plaza del Ropero y el inicio del andador del Campanero, donde lógicamente ha sido golpeada varias veces por camiones de transporte y de carga y recientemente reparada. Por lo que habría de preguntarse, si efectivamente se pensó en la ubicación ideal de estas esculturas.
La colocación de estas obras fue sin planeación, sin contemplar el espacio urbano, sus calles, su tipología y sus remates visuales. Es de llamar la atención cómo el Ayuntamiento teniendo a la Universidad de Guanajuato, no haya convocado a especialistas como arquitectos, urbanistas, restauradores, artistas visuales e incluso a los especialistas del posgrado en artes, para opinar sobre la mejor ubicación de estas obras, donde puedan ser mejor valoradas y se logre esa convivencia en los espacios urbanos.
La escultura urbana ofrece calidez en la ciudad, pero debe ser, necesariamente planeada para dar idea de orden y limpieza visual en la ciudad.
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