Post date: octubre 23, 2010 | Category: Novena Edición Mayo 2010
Escrito por M. en Arq. Alma Pineda Almanza
A lo largo de la historia de México, se ha tenido una penetración de intervenciones culturales que han impactado en las fórmulas artísticas del México Contemporáneo.
Desde lo prehispánico, pasando por el colonialismo español, en México se ha buscado desesperadamente encontrar la identidad. Será hasta una vez consumada la Independencia y terminada la Revolución Mexicana donde la reconstrucción del país apuesta a la educación y a la élite intelectual que fomentará la producción artística en todos sus niveles, con la fórmula del nacionalismo, que no era otra cosa más que entender “lo mexicano”.
En la arquitectura el fenómeno se fue transformando como en las demás artes, por un lado continuaba con la corriente internacional del funcionalismo y por otro se apoyaba en elementos conocidos utilizando formas que venían de sus antecedentes prehispánico y colonial.
Sin embargo en esa misma búsqueda entrarán en acción arquitectos mexicanos como Juan O ‘Gorman, Luis Barragán, Pedro Ramírez Vázquez, entre muchos otros, que traerán de la historia y de la arquitectura vernácula elementos que se puedan utilizar en sus obras en México sin que se vea afectado lo “moderno”.
Liernur, hace un comentario sobre las expresiones de los últimos “cien años de arquitectura” sobre la postura que tiene México ante el resto del mundo y comenta sobre la obra de Luis Barragán: “su arquitectura exaltaba el silencio, en contraposición del bullicio urbano, el uso de elementos mínimos y técnicas sencillas en oposición a la sofisticación de la alta tecnología; un surrealismo mágico, imágenes de una tierra indómita y árida. Este Barragán era la figura perfecta del “el otro” que podía demostrar la destrucción total de los mitos de la ciudad y de la máquina. Se convirtió en la encarnación del “realismo mágico” popularizado por el boom literario de los setentas, una expresión completa del relativismo cultural a su máxima expresión.»
Barragán en ese momento no había hecho otra cosa sino parecer “exótico” ante los ojos del mundo tomando los elementos de lo mexicano y efectivamente se encerraba en un mundo donde el usuario y su espacio interior eran lo más importante. De esta forma Luis Barragán marca para la arquitectura mexicana lineamientos claros que identifiquen lo funcional, lo contemporáneo y lo mexicano al mismo tiempo. Exige dentro de sus diseños y elementos compositivos símbolos de identidad como todos los procesos constructivos vernáculos, la mano de obra tradicional y la artesanía como complemento y accesorios, todos ellos como un medio de expresión. Le da un sentido especial al diseño interior. (Imagen 1 y 2)
Los procesos vernáculos y lo que en la actualidad llamamos artesanías, tuvieron en sus orígenes siempre una base útil y funcional y “cuya finalidad es llenar necesidades básicas o culturales, sean decorativa o rituales….los artefactos llevan incorporada la belleza, ornamentación que traduce una tradición artística prehispánica, española, oriental o africana”. La producción artesanal entonces no puede ser entendida desde una base puramente ornamental, sino más bien de utilidad que con el tiempo se fue transformando con las diversas aportaciones culturales.
La historia nos da muestra de la influencia prehispánica presente en la cerámica, cestería y textiles, que aún con la llegada de los españoles estas aportaciones se mantuvieron, algunas se modificaron como los cestos con una asa que permitía pasar la “canasta” por el brazo, sin embargo en Michoacán, Oaxaca y Chiapas, entre otros lugares, seguimos encontrando la cestería con la forma tradicional simple sin asa.
Por otro lado, con la presencia colonial se modificaron también las formas de trabajo en la piedra. Si bien en Mesoamérica donde se tenía la tradición del trabajo en piedra, con los españoles se integran nuevos materiales en las herramientas. Parece increíble concebir que una obra como el calendario solar, la Coatlicue o la Coyochauqui hayan sido labrados tan solo con herramientas de piedra. Las herramientas metálicas se integran en la época colonial, de tal forma que éste sigue siendo de una calidad impecable, pero con otra temática: la religiosa.
A este nuevo arte se le denominó “arte tequitqui”, término acuñado en 1942 por el historiador español José Moreno Villa, voz en náhuatl, y que Elisa Varga Lugo lo define como ”una interpretación propia y original de los modelos europeos que se copiaban, en las que los indígenas dejan huella de su propia sensibilidad…” “con este vocablo se indican solo las obras esculpidas en piedra, con libre combinación de varios estilos… y son peculiares del s. XVI”. Este trabajo se continúa realizando en lugares como Guanajuato, en el Estado de Michoacán, en Querétaro y en Zacatecas, por ejemplo. (Imagen 3 y 4)
Con los españoles llegan también nuevos conocimientos en el área de la cerámica como el trabajo de mayólica o talavera, aportaciones de vidriados y esmaltes, el trabajo en vidrio, el uso, de los metales como la herrería forjada y las nuevas propuestas en los textiles, como la seda y la lana que se empiezan a mezclar con lo que el indígena ya sabía trabajar.
Especial atención merece nombrar la labor titánica de Don Vasco de Quiroga, gran humanista del s.XVI, que tuvo una serie de funciones importantes dentro de la administración religiosa y política de la Nueva España y que para efectos de este trabajo solo nos centraremos a su actuación en Michoacán, donde logró organizar a varias de las comunidades con trabajo de especialidades en el área artesanal. Hasta nuestros días estas poblaciones siguen teniendo su actividad que los distingue: Santa Clara (el cobre), Pátzcuaro (textiles y lana), Quiroga (madera), Capula (cerámica), Tzin tzun tzan (la cestería y la cerámica), Ocumicho (cerámica – diablos), tan solo por mencionar algunas poblaciones.
Esta riqueza artesanal queda de manifiesto en la Feria Artesanal que se desarrolla cada año en la ciudad de Uruapan el Domingo de Ramos en Semana Santa con duración de dos semanas donde se exponen más de un millón de artesanías!!!, solo es una muestra del Estado de Michoacán.
Vale la pena precisar que la Nueva España estaba organizada en gremios; organizaciones que no eran desconocidas para los pobladores mesoamericanos pues es común encontrar en los planos de ciudades prehispánicas como Teotihuacán y Tenochtitlán los diversos barrios de artesanos especialistas.
Con la llegada de los españoles, se lograron fundar grandes centros de población, donde la presencia indígena jugó un papel crucial y así podemos evaluar al paso de los años que las ciudades más importantes y mejor consolidadas fueron precisamente aquellas en las que la población indígena era mayor, fenómeno que vuelve a repercutir en la presencia y riqueza de manifestaciones artesanales, así podemos hablar de poblados cuya arquitectura, arte culinario y expresiones artesanales forman un conjunto de identidad como en Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Puebla, Estado de México, Yucatán, principalmente.
Para el siglo XIX, se acuña la palabra folk, para designar el arte popular y diferenciar el arte de la artesanía, de un elemento útil a un elemento decorativo. Este siglo es importante en lo que corresponde a la industrialización de la artesanía, se deja de trabajar en gremios y se asocia a una producción en serie. En este periodo también se tienen influencias francesas y se elaboran diversos elementos fundamentales en el diseño interior como las lámparas, el mobiliario, los accesorios, tapices, pinturas, etc.
Actualmente la artesanía ha sido revalorada a tal grado que en muchas ocasiones ha dejado a un lado su papel utilitario (su origen) por un nuevo papel: la decoración. De esta forma la pieza deja de ser artesanía y se convierte en obra de arte. (Imagen 5 y 6)
Sin lugar a dudas México es un campo fértil en artesanías, ningún país tan completo en la producción y variedad de la cerámica, la cestería, los textiles, el trabajo en piedra y madera, lo mejor de todo, es que seguimos teniendo la artesanía más económica del mundo.
Actualmente arquitectos y diseñadores mexicanos y extranjeros al reconocer la importancia de las artesanías, integran éstas a sus obras de diseño con buenos resultados de calidez ambiental. Esto en varias ocasiones lo experimentó Luis Barragán con sus obras con siendo además pionero por su originalidad en el diseño de integración. La mano de obra, los materiales y los artesanos tienen nuestras raíces, son ejemplo claro del mestizaje y están a nuestra disposición para el trabajo del Diseño Interior y en la Arquitectura, solo corresponde a nuestra creatividad encontrar el espacio y la intención ideal para poder integrarlos a nuestro trabajo. Imagen 1 y 2. Casa de Tacubaya de Luis Barragán. Vestíbulo estancia interpretación de color, sistemas constructivos e integración de la artesanía en su arquitectura.
Imagen 3 y 4. Arte tequitqui en la zona de Puebla y Tlaxcala. Trabajo labrado en piedra con detalle y precisión. Foto a la izquierda ángel pasionario de capilla posa en Huejotzingo. Foto a la derecha jamba de puerta en el Palacio de Cortés en Tlaxcala.Fotografía Alma Pineda A.
Imagen 5. Casa La Loma. México D.F. de Mariangel Álvarez Coghlan y Covadonga Hernández García. p.50.En Interiores Mexicanos. Detalles en Arquitectura.
Imagen 6. Casa de Loel Guinness en Acapulco diseñado por Marco Aldaco. Cerámica poblana, tapetes y muebles de tejido de palma, techo de palapa sistema constructivo tradicional. En Casa mexicana. The architecture, design, and style of Mexico. p.230
Bibliografía.
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