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Resumen.
Recreación de elementos iconográficos contenidos en la cerámica Chupícuaro para su aplicación en el diseño actual a partir del empleo de métodos tradicionales y nuevas tecnologías como herramientas.
Durante un esplendoroso período que cubrió aproximadamente 3,000 años, los diversos pueblos y culturas que habitaron el territorio actual de la República Mexicana desarrollaron tradiciones con un carácter propio. Crearon obras artísticas, que actualmente constituyen el invaluable tesoro cultural del pueblo de México. Habitualmente se ha determinado una segmentación cronológica aproximada de tres períodos u horizontes que comprenden las fases más importantes: el Preclásico Tardío (400 – 100 a.C.); el Preclásico Terminal (100 a.C. – 300 d.C.) y el Clásico (200/300 y 900 d.C.).[1] Los aspectos más sobresalientes del desarrollo artístico precortesiano se encuentran en la arquitectura, la escultura, las pinturas murales, las artes gráficas, (códices) y las artes decorativas (cerámica, metalistería y tejidos).
Un ejemplo de la diversidad artística de las culturas mesoamericanas en los períodos históricos enmarcados, lo constituye la plástica de Chupícuaro que produjo gran cantidad de vasijas y figurillas de fino acabado y decoración, gracias a lo cual se le considera una de las más bellas de México y del mundo, reconocida por los especialistas y el público en general. En los museos nacionales como el de Antropología de la Ciudad de México, el de la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato, los de Acámbaro, Morelia, Monterrey, Guadalajara y museos extranjeros, tales como: Museo de Antropología de Barcelona, Museo de Antropología de Madrid y el Fied Museum de Chicago (sólo por mencionar algunos) se exhiben abundantes piezas de este arte cerámico.[2]
Probablemente, la influencia artística del Guanajuato de hoy, proviene del aporte de las distintas culturas prehispánicas que presentan variaciones en los detalles, pero todas expresan una misma actitud fundamental, su propio leguaje artístico y un idioma plástico con un repertorio formal. En esta zona conviven las naciones trashumantes Chichimeca procedentes del norte,[3] asimismo, se encuentran llegados de la zona occidental mesoamericana los Tarascos o Purépechas entre otros grupos de origen Yuto-Azteca, Otomí y Tolteca.
El impacto causado por la llegada de Hernán Cortés a los territorios mexicanos provocaron de forma general una recesión en la evolución de las manifestaciones artísticas del período posclásico mexicano, en especial en los territorios que hoy conforman el municipio de Pénjamo y en los asentamientos que encuentran los españoles en su arribo a la región, básicamente en las poblaciones de Acámbaro y Yuriria, donde ya existe un desarrollo demográfico bastante representativo.[4] Después de las incursiones de Nuño de Guzmán a dichos territorios, se puede considerar que la región abajeña, y propiamente lo que hoy integra el presente territorio de Guanajuato, inicia su colonización en 1530, lo cual, quizás, suscitó la paulatina desaparición de auténticas obras artísticas de dicha civilización. No obstante, en los últimos años se ha rescatado una considerable cantidad de vasijas y otros objetos de cerámica de gran valor artístico.[5]
A pesar de que la cerámica es una pequeña muestra para identificar y reconocer una cultura, resulta muy importante, tanto por su indestructibilidad a través del tiempo como por su manufactura, diseño y decoración que implican tradiciones e ideologías específicas.
El Estado de Guanajuato se ubica en el centro de la región mesoamericana. La vida sedentaria comenzó en Chupícuaro donde se desarrolló una nueva cultura que intercambió algunos elementos artísticos de los pueblos de Mesoamérica. La cultura Chupícuaro toma su nombre del sitio localizado cerca de río Lerma, hoy cubierto por la Presa Solís cerca de Acámbaro, Guanajuato.[6] Es compartido en comunidades académicas extranjeras, la confusión de que Chupícuaro sea de Michoacán por llevar este calificativo un asentamiento situado en los márgenes del Lago de Pátzcuaro, cuyo nombre significa “el lugar donde el cielo es más azul”. El asentamiento del poblado del Chupícuaro en Guanajuato se encuentra realmente en las inmediaciones de Acámbaro como se ha especificado con anterioridad, en el cual se desarrolló una producción de piezas de cerámica caracterizadas por su belleza y fina tecnología, representativa de la cultura Chupícuaro. La misma, corresponde a los períodos preclásico superior y principios del clásico.
En el territorio de Guanajuato, existen otros asentamientos importantes de tradición Chupícuaro en Yuriria, Comonfort, Pénjamo, Jerécuaro, San Miguel Allende, Los Morales y Coroneo, entre los más importantes, en los cuales la cerámica, la orfebrería, la alfarería y los tejidos alcanzaron un alto grado de creatividad. Las diversas formas de expresión artística, fueron utilizadas por las sociedades antiguas del centro norte del actual Estado de Guanajuato. La cerámica tradicional de la cultura Chupícuaro, muestra un desarrollo de tipos, que a la larga, influyeron en la región de forma trascendental. Un ejemplo significativo se encuentra en los sitios arqueológicos de Plazuelas, Cañada de la Virgen, Peralta y el Cóporo, en cuyas excavaciones se han encontrado vasijas y otros implementos dentro de la arquitectura monumental en los que se pueden apreciar rasgos representativos ésta cultura.[7]
La cultura Chupícuaro es de gran importancia en la subregión mesoamericana, llamada Occidente de México, con una amplia distribución en varios estados y evidentes influencias en el Altiplano Central. En tal latitud, han sido recuperadas cantidades de esta cerámica, base de los desarrollos cerámicos posteriores, incluso de otras regiones, de tal manera, lo más importante de esta cultura es la trascendencia en el uso de espacios y rituales funerarios. Referente a las ofrendas funerarias de Chupícuaro la arqueóloga Dolores Flores Villatoro señala:
Chupícuaro es uno de los sitios arqueológicos del Occidente de México, donde se llevaron a cabo numerosas excavaciones, y la mayoría pusieron al descubierto áreas de inhumaciones; se rescataron cerca de 400 entierros donde se hallaron ofrendas que comprenden aproximadamente 1300 vasijas y mil figurillas, además de otros materiales, entre los que hay: metates y molcajetes de piedra; adornos e implementos de hueso; collares y colgantes de concha; puntas de proyectil y navajas de obsidiana; instrumentos musicales, vasijas miniatura y orejeras de arcilla.[8]
En el arte funerario de esta época temprana, se observa la predilección por vasijas que tienen una calidad constante y adoptan tipos variados que generalmente presentan formas globulares o hemisféricas, o bien elementos compuestos con líneas curvas. De tal manera, estas formas se pueden encontrar en extraordinarios ejemplos en objetos disímiles de la cultura Chupícuaro: vasijas antropomorfas que representan partes del cuerpo humano, cabezas, caras, piernas y pies, combinando técnicas como el modelado y la pintura para dar un efecto realista. El arte Chupícuaro, visto como conjunto es alegre y exuberante, esta civilización, llega a desarrollar un oficio de expresividad vigorosa con una sensibilidad estilística muy marcada y personal. La cerámica, entre otras manifestaciones artísticas desarrolladas por sus habitantes, se hacía con fines domésticos, comerciales y ceremoniales; las piezas polícromas en colores crema, rojo, negro y otras tonalidades, servían para los intercambios comerciales y para colocarlos como ofrenda a los muertos.[9]
Según la investigadora sobre el arte cerámico de Chupícuaro, Dolores Villatoro,[10] los diseños decorativos que aparecen sobre las piezas son combinaciones geométricas,[11] que se repiten y varían ligeramente en torno a 12 temas básicos que son:[12]
Los dibujos presentan una perfecta armonía, son proporcionados y parecen ser una abstracción de los motivos textiles. Estas formas de expresión pudieran hoy figurar sucesivamente en la actividad creativa de las diferentes ramas del diseño: Gráfico, Industrial, de Interiores, Textil, de Modas y Escenográfico, entre otros.
Es indispensable agrupar un conjunto de técnicas necesarias para elaborar un modelo singular de una determinada información visual, al objeto de dotarlas de la mayor cantidad posible de atributos eficaces, comprensibles y persuasivos para la fácil y completa percepción de su mensaje, es decir, la forma, el color y la tipografía a utilizar.
La herencia cultural iconográfica aportada en los centros económicos y de especialización artística correspondientes a los períodos preclásico superior y principios del clásico precortesianos momentos en que se evidencia el surgimiento, desarrollo y florecimiento de la cultura Chupícuaro en el Estado de Guanajuato, representa una opción para dotar al diseño mexicano de una identidad propia.
La cultura Chupícuaro no es exclusiva del desarrollo local, su carácter universal la integra a la más común representación humana de todas las sociedades antiguas como: la Egipcia, Griega, Hindú y China. Varios museos del mundo la muestran por ser la más antigua cerámica expresiva de complejos desarrollos culturales.
Las formas de expresión de la cultura Chupícuaro son susceptibles de aplicar en el diseño contemporáneo, auxiliándonos de los procedimientos que nos brindan las técnicas tradicionales y su recreación a partir del uso de las nuevas tecnologías como la computadora, software, escáner, tabletas gráficas, entre otras, para su posible aplicación en productos como papel (papel tapiz, papel de regalo), textiles (sábanas, sobrecamas, edredones, cortinas, tapicería), acabados interiores, identidad corporativa, empaques, etiquetas, plásticos (cortinas de baño, tapetes), escenografía, moda, entre muchas otras opciones.
Los siguientes ejemplos fueron recreados por los alumnos de la Licenciatura en Diseño Gráfico Generación 2007 de la Escuela de Diseño, actual Departamento de Diseño de la División de Arquitectura, Arte y Diseño de la Universidad de Guanajuato a partir de las figuras geométricas antes descritas por la autora para la asignatura de Diseño Básico Bidimensional.
Cada uno de estos ejemplos puede ofrecer posibilidades variadas y de usos múltiples en los diferentes campos de la industria del diseño.
Dra. María Isabel de Jesús Téllez García
Profesor de la Escuela de Diseño
Universidad de Guanajuato
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BIBLIOGRAFÍA.
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ZEPEDA GARCÍA MORENO, Gabriela: “Cañada de la Virgen, Allende, Guanajuato. “La casa de los trece cielos”. En: Arqueología Mexicana. Vol. XIII – Núm. 73, 2005.
Índice de Citas
[1] “Guanajuato: historia y arqueología”. En: Arqueología Mexicana. Vol. XVI – Núm. 92, 2008, pp. 24-27.
[2] Confróntese: FLORES VILLATORO, Dolores: “El arte cerámico de Chupícuaro”. En: México en el tiempo. Núm. 20, Septiembre/Octubre, 1997. Además sobre el tema consúltese: DARRAS, Vèronique – FAUGÈRE, Brigitte: “La cerámica de la cultura Chupícuaro”. En: Arqueología Mexicana. Vol. XVI – Núm. 92, 2008, pp. 64-69.
[3] Para ampliar sobre algunos rasgos de la cultura Chupícuaro, véase: BRANIFF, C., Beatriz: “Guanajuato en la Historia”. En: Arqueología Mexicana. Vol. XVI – Núm. 92, 2008, pp. 29-35.
[4] Véase: RIONDA RAMÍREZ, Jorge Isauro: Historia Demográfica de Guanajuato. Período precolombino y siglos XVI al XX. Guanajuato: Universidad de Guanajuato, 2003. p. 27.
[5] Un estudio sobre la arqueología en Guanajuato, lo constituye: NALDA, Enrique: “Arqueología de Guanajuato. Trabajos recientes”. En: Arqueología Mexicana. Vol. XVI – Núm. 92, 2008, pp. 36-43.
[6] Acerca de los asentamientos de la cultura Chupícuaro y su ubicación territorial en el actual Estado de Guanajuato, confróntese: BRANIFF C., Beatriz: Morales, Guanajuato, y la tradición Chupícuaro. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1998. FLORES, Dolores: Ofrendas funerarias de Chupícuaro, Guanajuato. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1992.
[7] Verifíquese en: CASTAÑEDA LÓPEZ, Carlos – ZEPEDA GARCÍA MORENO, Gabriela – CÁRDENAS GARCÍA, Efraín – TORREBLANCA PADILLA, Carlos Alberto: Zonas Arqueológicas en Guanajuato. Cuatro casos: Plazuelas, Cañadas de la Virgen, Peralta y Cóporo. México. Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2007. CÁRDENAS GARCÍA, Efraín. Zonas Arqueológicas en Guanajuato. Peralta. México: Ediciones La Rana, 2004. ZEPEDA GARCÍA MORENO, Gabriela: “Cañada de la Virgen, Allende, Guanajuato. “La casa de los trece cielos”. En: Arqueología Mexicana. Vol. XIII – Núm. 73, 2005, pp. 56-59.
[8] FLORES, Dolores: Ofrendas funerarias de Chupícuaro, Guanajuato. Op.cit., pp. 11, 12.
[9] SAINT-CHARLES, Juan Carlos – FLORES, Luz María – CRESPO, Ana María: “Cerámicas de tradición Chupícuaro en el centro norte: sus características hacia el final del Formativo”. En: Beatriz Leonor Merino Carrión – Ángel García Cook (Coordinadores): La producción alfarera en el México antiguo I. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2005, pp. 687-709. FLORES MORALES, Luz María – SAINT-CHARLES ZETINA, Juan Carlos: “Cerámica del Bajío Guanajuatense durante el clásico”. En: Beatriz Leonor Merino Carrión – Ángel García Cook (Coordinadores): La producción alfarera en el México antiguo II. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2006, pp. 361-391.
[10] FLORES VILLATORO, Dolores: “El arte cerámico de Chupícuaro”. Op.cit.
[11] Estas combinaciones pueden variar en colores y empleo de formas geométricas de acuerdo a la influencia Chupícuaro en los diversos sitios arqueológicos del Estado de Guanajuato. Para ampliar información al respecto, véase: CASTAÑEDA, Carlos – FOURNIER, Patricia – MONDRAGÓN, Lourdes: Cerámica de Guanajuato. México: Ediciones La Rana, 2002. BRANIFF C., Beatriz: Morales, Guanajuato y la tradición Chupícuaro. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1998, pp. 72-78.
[12] Estas muestras fueron elaboradas por la Profesora Isabel Téllez a partir de piezas, vasijas y figuras originales Chupícuaro procedentes del Museo de la Alhóndiga de Granaditas y del Museo de Acámbaro.
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