Políticas culturales en el espacio público

Post date: enero 23, 2021 | Category: Vigésima Edicion Agosto 2020

Tomando en cuenta que el espacio público corresponde al lugar donde se llevan a cabo las relaciones sociales y las prácticas culturales, políticas y económicas o bien lugares de identidad, de relación y de historia, se pretende llevar a cabo una investigación relacionada a la incidencia de las políticas culturales, entendidas estas últimas como toda línea de acciones gubernamentales encaminadas a la conservación del patrimonio cultural y al fomento de la producción y conocimiento de las artes, en relación con la apropiación del espacio público. De esta manera se pretende indagar sobre los aspectos que tratan las Políticas culturales relacionadas a las distintas prácticas culturales y simbólicas que son importantes de abordar en un espacio público para que la sociedad logre la permanencia, integración cultural, intercambio, expresiones, representación y calidad de las relaciones sociales.

Palabras clave: políticas culturales, espacio público, políticas de la sensación

 

Políticas Culturales

Las políticas culturales son entendidas como toda línea de acción gubernamental encaminadas a la conservación del patrimonio cultural y al fomento de la producción y conocimiento de las artes en el país (Ortiz, A. Gutiérrez, M. Hernández, L. 2016), a lo cual Canclini, G. (2000), agrega la importancia de que estas políticas culturales orienten al desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades culturales de la población y obtener consenso para un tipo de orden o de transformación social. De igual manera, deben promover las diferentes prácticas sociales de una población, administrar y reglamentar las industrias culturales, fomentar la práctica creativa, establecer canales de distribución y recepción de bienes y objetos artísticos (Ejea, T. 2008).

La política cultural constituye una ciencia de la organización de las estructuras culturales y generalmente es entendida como un programa de intervenciones realizadas por el Estado, instituciones civiles, entidades privadas o grupos comunitarios con el objeto de satisfacer las necesidades culturales de la población y promover el desarrollo de sus representaciones simbólicas” (Coelho, 2009, p. 241) Citado por Mendoza, M. 2015

Se establece que, desde los primeros años del México independiente y finales del siglo XX, las políticas culturales formaban parte de la política educativa y no del Estado, ya que se pensaba en ese entonces que la educación era lo que necesitaba el país para salir adelante, (Ortiz, A. Gutiérrez, M. Hernández, L. 2016). En este caso no se trataba solo de alfabetizar a las personas, sino también educar a la población en ciencias, política y arte, la creación de valores morales encaminados a fortalecer un determinado proyecto de nación buscando de igual manera la construcción de una unidad nacional y por lo tanto la construcción de la identidad cultural. En la primera mitad del siglo XIX, entre 1833 y 1843, se crearon las primeras instituciones culturales: Biblioteca Nacional Publica, Academia Mexicana de Lengua, la Academia Nacional de Historia y la Academia de Nobles Artes de San Carlos.

Fue en el gobierno de Porfirio Diaz el que permitió el florecimiento de las actividades culturales y artísticas ya que buscaba la unificación de las versiones de la idea de la nación, sin embargo, muchas de las representaciones tenían un aire europeo y con una clara distinción entre la clase de elite y la popular. En los últimos años de la época porfirista se establecieron dos instituciones que serían importantes en la cultura de México: la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes (1905) y la Universidad Nacional de México (1910) (Bellota, L. 2016). Sin embargo, esta situación cambio después de la revolución mexicana, en donde se buscó desde un inicio una vinculación con los sectores populares, convirtiéndose el “rescate de lo popular” como un movimiento triunfante.

Según lo que menciona Ejea, T. (2008) la acción de los gobernantes tiene un papel que varía, para lo cual explica tres aspectos en cómo es la participación del Estado: el primero como una acción del gobernante de iniciativa individual, para lo cual atiende inquietudes y gustos personales, la segunda, se realiza de manera programada mediante una política de estado, en la cual existe una continuidad a través del tiempo y cambios de gobierno, el estado se involucra en la propuesta y formulación, y mediante legislaciones la población la conoce y acepta, existiendo una inspección de cuentas. Por último, la tercera, se considera como intermedia entre las que se mencionaron anteriormente, y consiste en un gobierno institucionalizado respondiendo a necesidades coyunturales, manteniendo a los artistas bajo su cobijo para la creación artística de los elementos que vayan surgiendo.

Para que las políticas culturales se lleven a cabo es necesario tomar en cuenta que, así como difieren las culturas, difieren también las maneras de enfocarlas; corresponde a cada Estado Miembro determinar su política cultural y sus métodos de acción con arreglo a su propia concepción de la cultura, su sistema socioeconómico, su ideología política y su desarrollo tecnológico (Martínez, E. 1997). De esta manera se puede identificar que las políticas culturales tienen el poder de la toma de decisiones acerca de lo que esta permitido y lo que está prohibido, o, mejor dicho, el de controlar lo que las personas deban de percibir en relación con la cultura y arte.

Ante eso, la política cultural consistiría en el ejercicio del poder mediante actos y símbolos con los que se identifique el individuo. La política cultural trata de comunidades en actividad simbólica; pero, dado que el poder lo ejerce el Estado, esta actividad se somete a los acotamientos del Estado: este es el que determina los límites de lo permitido y lo prohibido. (Valdivia, B. 2016:13)

A mediados de 1980 las políticas culturales adquieren un papel central en la transformación del espacio urbano, y de esta manera se convierten en una pieza significativa de las estrategias globales de regeneración urbana. (Barbieri, Fina, Subirats: 2012:7. Citado por Mendoza, M. 2015). El fin principal; la recuperación de los espacios públicos, entendiendo éstas como una construcción a partir de proyectos desde las iniciativas de artistas, gestores, ciudadanos entre otros, cuya praxis logra un impacto que contribuye a ampliar la oferta cultural. Se trata entonces, de políticas, donde la participación social juega un papel importante para su aceptación y desarrollo.

Aunado a lo anterior, según los que menciona Valdivia, B. (2016) el Estado crea las condiciones en las cuales el artista puede crear y el público pueda percibir, para lo cual afirma que el Estado construye la infraestructura para la sensibilidad. De esta manera las políticas culturales al igual que puede controlar lo permitido y lo prohibido, de igual manera puede controlar lo que las personas deben percibir con el arte y sus distintas expresiones artísticas. Partiendo de lo anterior se pretende explicar la importancia de las políticas culturales y el juego de percepciones que se buscan en un espacio público.

 

Espacio público

El término de espacio público puede ser entendido como aquel lugar de libre acceso, en el cual las personas pueden estar y circular libremente. Lo público a diferencia de lo privado que se enfoca al hogar y la familia, puede comprender los espacios abiertos referente a lo urbano (ej. calles, plazas o parques), espacios cerrados (ej. museos, bibliotecas o escuelas), o bien pueden ser espacios virtuales como una página electrónica. El espacio público supone, pues, dominio público, uso social colectivo y diversidad de actividades (Segovia, O. Neira, H. 2005).

En el presente trabajo se estudiará el espacio público relacionado con lo urbano, el cual corresponde al lugar donde se llevan a cabo las relaciones sociales y las prácticas culturales, políticas y económicas o bien lugares de identidad, de relación y de historia, sin olvidar que define la calidad de una ciudad y de la vida de sus habitantes. Carrión, F. (2016) define este lugar como un espacio de dominio público, uso social y colectivo, multifuncional, estructurador de la actividad privada y locus privilegiado de la inclusión. Para ello este mismo autor propone entender el espacio público a partir de una doble consideración interrelacionada: por su condición urbana (relación con la ciudad) y por su cualidad histórica (cambiante con el tiempo), de aquí que el espacio público sea cambiante y se trasforma con relación a su ciudad, es decir, en cada momento histórico tiene un uso distinto según su ciudad y su tiempo.

El espacio público tiene dimensiones físicas, sociales, culturales y políticas. Es un lugar de relación y de identificación, de manifestaciones políticas, de contacto entre las gentes, de animación urbana, a veces de expresión comunitaria. En tanto escenario de lo cotidiano, el espacio público cumple funciones materiales y tangibles: es el soporte físico de las actividades cuyo fin es “satisfacer las necesidades urbanas colectivas que trascienden los límites de los intereses individuales”, las cuales cumple desde y dentro de las lógicas económica, social y política y ambientalmente predominantes. Y, además de estas funciones físicas, el espacio público configura el ámbito para el despliegue de la imaginación y la creatividad, el lugar de la fiesta (donde se recupera la comunicación de todos con todos), del símbolo (de la posibilidad de reconocernos a nosotros mismos), del juego, del monumento, de la religión. (Segovia, O. Oviedo, E. 2000:52)

Partiendo de lo anterior es importante establecer que el espacio público debe ser poseedor de un conjunto de cualidades, para lo cual Borja, J. (2003) establece tres principales: funcional (relacional), cultural (simbólico) y cívico- político (representación y expresión de la colectividad). Estas mismas cualidades o valores Carrión, F. (2016) las argumenta estableciendo que la funcionalidad del espacio público debe dar sentido y forma a la vida colectiva (urbanísticamente define a la ciudad y como uso colectivo y de apropiación) y al mismo tiempo de cubrir la función de elemento de representación (representación simbólica y como identificador social).

Imagen 01. Permanencia, identificación y representación del espacio público. Centro Histórico de la ciudad de Chihuahua 2019. Fotografía de la autora 2019

 

Con base a lo anterior se concluye que un espacio público es un lugar de permanencia, identificación y representación como lo es el aspecto simbólico (elementos con los que se identifica una sociedad), vida cotidiana (actividades diarias del individuo) e identidad (aspecto cultural). La identificación de estos aspectos hace que el espacio sea un lugar óptimo para la ciudadanía, con el fin principal de apropiarse de él y mantenerlo o mejorarlo según sus necesidades y es aquí donde las políticas culturales tienen un importante papel.

 

Políticas Culturales en el espacio público… ¿para qué?

Cabe resaltar que todo lo que se expuso anteriormente en relación con los espacios públicos, se consideran aspectos que, como tal deben existir para que las personas se identifiquen y se apropien de él. Sin embargo, muchos de estos espacios presentan problemáticas muy complejas, las cuales trata Carrión, F. (2016): fragmentación (desarticulación de los componentes del conjunto y ruptura urbana), segmentación (no se genera el encuentro de los diversos), difusión (se desvanece como factor integrador), inseguridad y privatización. Todas estas problemáticas generan en el espacio público un deterioro que repercute en la calidad de vida de sus habitantes al no dar sentido y forma a la vida cotidiana, no ser un espacio de representación e identidad, no ser contenedor de elementos simbólicos y al disminuir su función de interacción social.

Los usos y las costumbres que acontecen en los espacios públicos, sea que tengan el carácter de tradiciones, tendencias generales o eventos esporádicos, son un excelente termómetro para determinar los grados de integración social, los alcances de los sentidos de pertenencia, las capacidades de apropiación de lo público y los niveles de democracia obtenidos en un barrio, una zona o una ciudad. Es decir, el análisis de los usos y significados que allí se dan resulta determinante para la comprensión de los procesos de afianzamiento, estancamiento o pérdida de las identidades culturales. (Segovia, O. Oviedo, E. 2000:52).

Durante siglos el arte se ha utilizado en el espacio público para divulgar ideas y creencias, y para la sensibilización estética, en definitiva, para la formación (Maderuelo, 2001), lo que da una primera idea de la indiscutible importancia que tiene el arte público en una ciudad. La obra de arte pública hace las veces de mediador entre las relaciones sociales de una comunidad y representa sus valores políticos y de identidad. De esta manera las conexiones que la obra de arte logre establecer con las dinámicas sociales del entorno determinan el poder transformador de la misma.

El arte y las distintas expresiones artísticas son un lenguaje que actúa como medio de comunicación social cuya finalidad es trasmitir un significado que influya en el espectador de su época por medio de la aportación de ideas, el reflejo de la realidad, la creación de fantasías, así como la provocación de emociones y sentimientos (Farga, M. López, A. 2013:28). De aquí que el arte sea considerado como una herramienta útil para la recuperación de los espacios públicos y la integración social.

 

Aponte, M. (2015) realiza un análisis de varios autores (Gombrich, E. 2003; Furio, V. 2000; Tovar, G. 1998) relacionado a las funciones sociales del arte, para lo cual determina las siguientes:

  • Función cognoscitiva: El arte se convierte en un documento de información ya que aporta conocimientos acerca de una época determinada, (costumbres, religión, sociedad, ideología, avances tecnológicos, etc.), dando testimonio de la cultura de los pueblos. En este caso la arquitectura, escultura y monumentos son un ejemplo de la huella del tiempo, y que ayudan a determinar ciertos momentos históricos.
  • Función estética: Se toma como referencia el arte que es capaz de generar sensaciones y sentimientos en el público espectador, cuya función es hacer más agradable al hombre el ambiente que le rodea. La percepción y la sensación son formas imprescindibles de la sensibilidad, sobre todo en el campo del arte, donde siempre se crea algo para los sentidos. (Valdivia, B. 2016:03)
  • Función ideológica: El arte se materializa en la expresión de ideas e ideales sociales, políticos, religiosos, económicos, culturales, etc., ya que el arte funciona como un canal de comunicación por el que transcurre el intercambio de pensamiento, sentimientos, ideas, el carácter, características personales del artista y las aspiraciones de las personas.
  • Función propagandista: Utilizada principalmente en el campo político mediante el empleo principal de esculturas y pintura mural.
  • Función pedagógica: Como se mencionó anteriormente, el arte se convierte en un sistema de enseñanza, lo cual se puede ejemplificar en el catolicismo o bien en el muralismo mexicano, por mencionar solo algunos ejemplos.

Partiendo de lo anterior se establece la necesidad de la creación de políticas que fomenten al espacio público, para que pueda ser recuperado de manera que las actividades culturales y artísticas puedan ser un detonante para su recuperación (Mendoza, M. 2015) y de este modo las políticas culturales apuesten por la recuperación de los espacios a bien de la sociedad que los habita.

Enfocando el arte con la ciudad Velasco, M. (2015) explica algunas de las formas de relación que guarda la ciudad con el arte; 1) la ciudad como generadora de arte, al ser contenedora de los insumos para la producción artística, de esta manera la ciudad no es entendida como un contexto urbano, si no como una pieza indispensable en la generación de obras de arte. 2) la ciudad como contenedora de arte ya que ofrece sus espacios para que las obras puedan ser admiradas. 3) la ciudad como objeto del arte, al convertirse en el objeto que se representa en las obras de arte y, por último; 4) la ciudad como objeto de arte cuando las ciudades son pensadas como arte.

Dentro de las políticas culturales que se ejercen en los espacios públicos, por lo general, se orientan a completar actividades dentro de una agenda cultural y muchos municipios recurren al arte público efímero para favorecer la integridad y los valores culturales y cívicos. Por ello, ciertas propuestas artísticas han considerado que el arte público puede ir más allá de algo para ser utilizado, principalmente con fines estéticos, y comienzan a valorarlo como un instrumento crítico. Entre las principales expresiones artísticas que se llevan a cabo en el espacio público son las permanentes; arquitectura y escultura, así como las efímeras; escultura, pintura mural, exposiciones, presentaciones de música, danza y teatro, videomapping, performance, manejo de luz y agua, entre otras, cuyas características generales pretender llamar la atención de las personas para que puedan ser percibidas como un objeto de deseo.

Sin embargo, otro aspecto que menciona Valdivia, B. (2003) es que para que las políticas culturales puedan funcionar, es necesario tomar en cuenta los tres tipos de cultura; folclórica (tradiciones, historia, patrimonio), popular o de masas (lo efímero y pasajero) y de elite (pensando en el futuro). Para tal efecto se considera de importancia que, al abordar un espacio público, se analice de qué manera se está trabajando cada una de las necesidades según la cultura establecida anteriormente.

Imagen 02. Políticas Culturales, propuesta de corredor escultórico y escultura efímera Centro Histórico de la ciudad de Chihuahua. Fotografía de la autora 2020

 

Su importancia radica en lo que el arte con sus distintas expresiones puede lograr en el individuo y su grupo social, se convierte en algo que identificar por lo tanto genera simbolismos dentro de una sociedad, sin olvidar que el estado construye la infraestructura para la sensibilidad y pone a disposición de las personas lo que necesita según las ideologías imperantes en la época.

A manera de conclusión

Como se puede ver las políticas culturales tienen sus fundamentos en la creación de símbolos con los cuales la sociedad se pueda identificar, de esta manera se puede ligar el aspecto simbólico del espacio público con el objetivo principal de estas políticas. Mediante estas expresiones artísticas, producto de las políticas culturales, se crean símbolos para generar la permanencia, la expresión, la integración y la calidad de las relaciones sociales, con el simple hecho de dar a las personas lo que quieran tener o ver, lo que está de moda, la selfie, el Instagram, el video, y todas esas características que identifican a la sociedad posmoderna. Sin embargo, como se puede ver en el documento, su importancia radica de igual manera en la conservación de las tradiciones, del patrimonio y la historia del lugar, sin olvidar la sensibilidad del futuro. Se tiene, por lo tanto, que el diseño e implementación de políticas adecuadas permitirá un desarrollo cultural que sirva de cohesión social, teniendo en cuenta que el espacio público es el lugar idóneo donde los individuos manifiestan su cultura.

 

Referencias de consulta.

Aponte, M. (2015) función social del arte. Aporte de la obra de la artista Doris Salcedo al proceso de justicia transicional en Colombia. Revista científica General José María Cordova, Bogotá, Colombia. Vol. 4. N. 17. Consultado el 101019 en http://www.scielo.org.co/pdf/recig/v14n17/v14n17a05.pdf

Bellota, L (2016). La Secretaria de Cultura: el último eslabón de las políticas culturales del Estado mexicano, Documento de trabajo N. 227. Centro de estudios sociales y de opinión pública. Camara de Diputados LXIII legislatura, CESOP. Consultado 101019 en CESOP-IL-14-DT227PoliticasCulturalesdelEstadoMexicano%20(5).pdf

Borja, J. (2003). La ciudad conquistada. Alianza editorial, Madrid.

Canclini, G. (2000). Políticas culturales: de las identidades nacionales al espacio latinoamericano. Publicado en Canclini N. y C. Moneta (comps.) Las industrias culturales en la integración latinoamericana. México: Grijalbo, 2000. 22/10/19 en https://www.cibertlan.net/biblio/tidlectrsbascs/Canclini.pdf

Carrión, F. (2016). Espacio público: punto de partida para la alteridad. IAT 1994. https://www.flacsoandes.edu.ec/sites/default/files/agora/files/1228415744.espacio_publico._punto_de_partida_para_la_alteridad_2.pdf el 12 abril 2020

Ejea, T. (2008). La política cultural en México en los últimos años. Difusión cultural. UA. http://www.difusioncultural.uam.mx/casadeltiempo/05_iv_mar_2008/casa_del_tiempo_eIV_num05-06_02_07.pdf

Farga, M. López, A. (2013). Historia del arte. Editorial Pearson, México.

Mendoza, M. (2015). Creación de políticas culturales y recuperación del espacio público a través del arte; un ejercicio de ciudadanía. 2do. Encuentro nacional de gestión cultural; Diversidad, tradición e innovación. Tlaquepaque, Jalisco. http://observatoriocultural.udgvirtual.udg.mx/repositorio/bitstream/handle/123456789/294/2ENGC098.pdf?sequence=1

Ortiz, A. Gutiérrez, M. Hernández, L. (2016). Identidad, cohesión y patrimonio: Evolución de las políticas culturales en México. Revista humanidades. Vol. 6. N.1. 05/06/2019 en https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5523893.pdf

Segovia, O. Oviedo, E. (2000). Espacios públicos en la ciudad y el barrio. Espacio público, participación y ciudadanía. Cap. 3. Ed. SUR, Santiago de Chile. 05/06/2019 en https://leerlaciudadblog.files.wordpress.com/2016/05/segovia-y-dascal-espacio-pc3bablico-participacic3b3n-y-ciudadanc3ada.pdf

Segovia, O. Neira, H. (2005). Espacios públicos urbanos: una contribución a la identidad y confianza social y privada. Revista INVI, 20(55). Consultado 27/05/19 en: http://revistainvi.uchile.cl/index.php/INVI/article/view/324/888

Valdivia, B. (2016). Sensibilidad y políticas de la sensación. Revista Humanidades. Volumen 6, número 1.

Valdivia, B. (2003). Algunos criterios teóricos para la formulación de políticas culturales, en Colmena Universitaria # 81, Guanajuato.

Velasco, M. (2015). Teorías en las artes: urbanismo. La ciudad generadora, depositaria, pretexto y objeto de arte, en: Teorías en las artes, editorial Universidad de Guanajuato, México

 

Mtra. Paola Ayesha Corral Avitia

Arquitecta por el Instituto Superior de Arquitectura y Diseño de Chihuahua, Maestra en Restauración de Sitios y Monumentos por parte de la Universidad de Guanajuato. Actualmente Profesor Investigador de Tiempo Completo de la Universidad de Guanajuato, adscrita a la División de Arquitectura, Arte y Diseño, Departamento de Diseño, Programa en Diseño de Interiores. Maestra titular en talleres de diseño en diversos semestres. Los temas de investigación que se han abordado se relacionan con la arquitectura, diseño interior, restauración y sustentabilidad. Miembro del Cuerpo Académico “Diseño y Artes”. Perfil PRODEP 2013