LA HERENCIA MEXICA EN CALIXTLAHUACA Y TLATELOLCO

Post date: agosto 05, 2020 | Category: Décimo Octava Edición Diciembre 2018

SECCIÓN: Artículo Arbitrado

LA HERENCIA MEXICA EN CALIXTLAHUACA Y TLATELOLCO

Autor: Pamela María del Socorro Cervantes Mora

RESUMEN

La civilización mexica fue una de las más fundamentales para entender al mundo mesoamericano. Al ser una nación muy fuerte, sus alcances llegaron a dominar a casi todos los pueblos de Mesoamérica. Calixtlahuaca, en el Estado de México y Tlatelolco en la actual ciudad de México, fueron dos grandes Ciudades-Estado que fueron dominadas y diseñadas bajo los principios nahuas. Las trazas y vistas arquitectónicas, pictóricas y esculturas responden a la esencia y principios tenochcas. Es por ello, que ambas ciudades tienen en sí la esencia y respiran en los vestigios aún en pie la “herencia mexica”.

PALABRAS CLAVE

Arquitectura, basamentos, Calixtlahuaca, herencia, Mexica, Tenochtitlán, Tlatelolco.

 

Desde que vimos cosas tan admirables,

no sabíamos qué decir, o si era verdad lo que delante parecía,

que por una parte en tierra había grandes ciudades,

y en la laguna otras muchas, y veíamoslo todo lleno de canoas,

y en la calzada muchos puentes de trecho a trecho,

y por delante estaba la gran ciudad de México […][1]

 

México ha atravesado por grandes cambios a lo largo de la historia. Como se lee en el texto inicial, para los conquistadores españoles debió ser un shock cultural y uno de los asombros más grandes en sus vidas. Esta simetría y planificación que tanto admiró a los “recién llegados”, provenía de una idea de organización política y social de la Nación Mexica. Es en ese punto, donde se busca la esencia y la base principal de lo que es actualmente este país. Como dice el historiador e hispanista francés Pierre Vilar: “Para entender el presente hay que conocer el pasado.” El tiempo antiguo ofrece un gran número de pistas que al descifrarse van revelando las raíces que forjaron grandes civilizaciones que aún permean la época presente, que dan sentido y dirección a dicha nación.

Es necesario viajar a una era en donde la vida se percibía de una forma distinta, en las raíces de la naturaleza, donde nacieron y se desarrollaron grandes sociedades que dieron origen a toda una cosmovisión bien cimentada que sirvió de guía para los primeros pobladores del continente americano. Ese periodo se refiere a Mesoamérica, la región cultural que comprende un gran número de civilizaciones, de las cuales, aún es posible observar los vestigios que aún siguen en pie a pesar del paso del tiempo.

Etimológicamente Mesoamérica significa «América media». Este término se propuso para referirse al espacio cultural que abarca desde la parte meridional de México hasta Costa Rica. Mesoamérica es un espacio de climas y paisajes variados, como valles, bosques, costas, pantanos y selvas. Sus tierras son húmedas y fértiles, adecuadas para la agricultura, además hay numerosos lagos y ríos. Por una parte, los gobernantes, divididos en jefes religiosos y militares, y, por otra, artesanos y campesinos. Esta división social se manifestó en los palacios, templos, habitaciones y espacios urbanos en los que los gobernantes vivían. Su dieta constaba de maíz, frijol, chile, calabaza, aguacate y cacao. Hicieron importantes obras para controlar y aprovechar el agua de lluvia, ríos y lagos. Su religión era politeísta tenían creencias que combinaban con conocimientos de astronomía, matemáticas, ingeniería, arte, escritura y medicina. Con sus mitos intentaron explicar la complejidad del mundo natural y el humano, tratando de preservar la armonía entre ambos.[2]

Una de las principales civilizaciones que florecieron en Mesoamérica es la cultura mexica. Los nahuas eran un pueblo que llegó al valle de México después de un largo peregrinaje, desde la lejana y mítica Aztlán. Ellos atravesaron por muchas experiencias, por un largo camino hasta que llegaron al islote que marcó su destino con la señal del águila devorando una serpiente parada sobre un nopal. A partir de ese momento, se fundaron las bases de una gran nación que se expandió por toda la región. A través de las expresiones arquitectónicas, pictóricas, escultóricas, religiosas, de los códices, manuscritos, plumería, y cualquier forma de manifestación forjaron un aparato ideológico, político, cultural, religioso y social que se convirtió en el más dinámico de la región.

Una de las exposiciones más interesantes tiene que ver con las edificaciones que se construyeron en ese tiempo. El centro político y religioso del pueblo nahua era Tenochtitlán. Construida sobre una serie de islotes en el lago de Texcoco, el planeamiento urbanístico estaba basado en un trazado simétrico que dividía la ciudad en cuatro sectores o calpullis. La ciudad estaba comunicada mediante canales que eran útiles para el transporte. Tenochtitlán fue construida según un plan fijo y centrada en el recinto ritual, donde el Templo Mayor se elevaba 50 metros sobre la ciudad. Las casas estaban hechas de madera y marga, los tejados estaban hechos de cañas,[3]​ aunque las pirámides, los templos y los palacios estaban generalmente hechos de piedra.

Alrededor de la isla, se usaron lechos de chinampa para cultivar alimentos, así como, con el tiempo, aumentar el tamaño de la isla. Las chinampas, llamadas erróneamente “jardines flotantes”, eran largos y elevados lechos de plantas puestos sobre los fondos poco profundos del lago. Fueron un sistema agrícola muy eficiente y podían proporcionar hasta siete cosechas por año.[4]

En la imagen siguiente del códice Mendoza, (Figura no. 1), es posible apreciar como su nombre lo indica, la alegoría de la fundación de la ciudad México-Tenochtitlán. La efigie tiene como elemento central el águila sobre el nopal y el escudo de armas que da sentido a la ciudad de Tenochtitlán. Alrededor del águila se encuentran los jefes de las tribus que conforman la gran nación. También, se encuentra el topónimo de la ciudad de Colhuacan y Tenayucan que son conquistas de los mexicas. Para englobar esta escena, se encuentran las fechas calendáricas en que ocurrieron estos acontecimientos.

Figura 1, Antonio de Mendoza y Pacheco, La alegoría fundacional de México-Tenochtitlan, papel europeo, México, 1541, disponible en el facsímil del Códice Mendoza o Mendocino.

La expansión de la civilización nahua fue de forma acelerada y llevó su tutelaje a la ciudad de Tlatelolco (en náhuatl: tlāltelol[ol]co , “terraza o montón de tierra redondeado”), que fue una ciudad fundada por los tlatelolcas, tribu mexica que se separó de los tenochcas, (fundadores de México-Tenochtitlán). México-Tlatelolco estaba situada en un islote al norte de esta ciudad dentro del lago de Texcoco. Allí se encontraba el tianguis más importante de la región —y de hecho de toda Mesoamérica— donde se comercializaba todo tipo de mercancías locales y de las zonas más apartadas.[5] Los tlatelolcas, al unirse a la Triple Alianza originaron no solo una conexión política, es decir, la coalición fue más allá de lo social, se fue a lo cultural, religioso y social.

Una parte importante de las prácticas religiosas de los mesoamericanos era citar su cosmovisión, es decir, hacer del mundo una encarnación de sus creencias. Tenochtitlán, Tlatelolco y la gran mayoría de las ciudades conquistadas por los aztecas fueron construidas aludiendo un microcosmos que manifiesta la misma división que existe en la geografía mítico-religiosa. Era importante la división entre el inframundo y el mundo terrenal debido al principio cíclico de vida, muerte y renacimiento.

El inframundo era representado por la dirección cardinal norte, por lo que en las ciudades se suelen encontrar construcciones en esta orientación evocando dicho tema. La parte sur representaba, por el contrario: vida, sustento, renacimiento y por lo general contenía estructuras relacionadas con la continuidad y la función diaria de la Ciudad-Estado, así como monumentos que delinean los linajes nobles, así como barrios residenciales, mercados, etc. Entre las dos mitades del eje norte/sur se encontraba la plaza, la cual contiene a menudo estelas que semejan el Árbol del mundo, (axis mundi) y un campo para el juego de pelota, que servía como cruce entre los dos mundos.[6]

Lejos de la ciudad de México-Tenochtitlán, se erige una ciudad llamada Calixtlahuaca, (palabra náhuatl compuesta: calli significa casa, e ixtlahuatl significa “llano” o “llanura”, lo que se traduciría como «casa en el llano)[7]​, ubicada en la falda norte del cerro Tenismo, cerca de la ciudad de Toluca, en el estado de México. La cultura que lo construyó fue conocida originalmente como matlatzinca. Más tarde recibieron influencia cultural tolteca y eventualmente fueron dominados también por los mexicas, alrededor del año 1476. La ciudad de Tecaxic (nombre original de la ciudad de Calixtlahuaca), fue conquistada por los mexicas durante el reinado del Tlatoani Axayácatl. La ciudad fue destruida y los mexicas construyeron una nueva ciudad que llamaron Calixtlahuaca.

Ambas ciudades llevaban la esencia nahua en cualquier arista por el que se desee observar. Al admirar los principios arquitectónicos, es fundamental saber que la logística comprendía las casas habitación, así como los basamentos piramidales, los templos y claro, los edificios administrativos. Actualmente, es difícil interpretar como estaban, pero gracias a los códices, es posible descubrir señales que ayudan a interpretar y proyectar la planeación arquitectónica de estas ciudades.

Los basamentos piramidales se edificaron, tomando como base, un núcleo de piedra y lodo, por medio de un método de pilotaje que los sujetaba al terreno del islote donde estaba edificada la ciudad. Con el propósito de aumentar el volumen del basamento, se colocaba sobre el primer nivel, uno segundo, y así sucesivamente. Los basamentos, por lo general, eran rectangulares, aun cuando hubo algunos que mezclaban tal rectángulo con un semicírculo. El acceso a la parte más elevada de los basamentos, se daba por una escalera definida por alfardas.[8]

En lo que se refiere a los templos de mayores dimensiones, el basamento incluía dos escalinatas de acceso, definidas por alfardas que permitían llegar a un templo. De esta manera se proyectaba un templo doble. Las paredes de este tipo de construcciones, formaban un recinto rectangular, con un techo que incluía almenas. Este principio se aplica a Tlatelolco, ya que una réplica del Templo Mayor se localiza como la pieza principal, al igual que en Tenochtitlán.

En la siguiente fotografía, (Figura no. 2), se puede apreciar el recinto tlatelolca, en conjunto con el Ex Convento de Santiago Tlatelolco y parte de los edificios contemporáneos, proyectados por el arquitecto Mario Pani, asistido por los arquitectos Luis Ramos Cunningham y Ricardo de Robina, en 964,000 m2 de extensión que fueran lotes baldíos del Sindicato Ferrocarrilero y talleres de la empresa La Consolidada.[9] Este espacio es conocido como la Plaza de las Tres Culturas, por esta naturaleza de compartir tres épocas distintas, desde la raíz precolombina, los cambios que trajo la conquista ibérica, así como el producto que surgió a raíz de dicho encuentro.

Figura 2, Pamela María del Socorro Cervantes Mora, La Plaza de las Tres Culturas, color, México, 2017.

 

Al seguir caminando por este sendero azteca, solo basta detenerse en Calixtlahuaca y en Tlatelolco, para ver que, en ambos recintos, el primer edificio que da la bienvenida: el templo dedicado al dios Ehécatl-Quetzalcóatl. Esta es otra similitud en el diseño de ciudades con el sello mexica. Estos basamentos combinaban estructuras rectangulares y circulares, los muros de estas estructuras eran curvos y la techumbre elaborada con fibras vegetales, era de forma cónica. Para ilustrar está idea, solo basta observar la imagen subsecuente, (Figura no. 3), en donde se aprecia el Monumento 3 de la zona arqueológica de Calixtlahuaca, probablemente el edificio más importante del sitio, dedicado al culto de Quetzalcóatl, esto por una estatua que representa a un individuo usando sandalias y una máscara bucal, parecida al pico de un ave.

Figura 3, Pamela María del Socorro Cervantes Mora, Las señales de Tláloc, color, México, 2015.

 

La figura del círculo siempre ha sido movimiento, eso es lo que ha dado apoyo a la interpretación de que los edificios redondos en la cultura mexica, en este caso, los ubicados en Calixtlahuaca y en Tlatelolco, son dignos de admirarse, ya que una civilización tan fuerte como la nahua, fue capaz de desarrollar ciudades afines conforme a sus principios y replicar los modelos o diseños en lugares alejados geográficamente pero cercanos en cuanto a ideología, gobierno, política, cosmovisión y religión.

En cuanto a la variedad de materiales de construcción que se utilizaron para estas construcciones, se encuentran diferentes tipos de piedra volcánica, algunas coloridas y de fácil manejo como el tezontle, que se ocupó para formar la base de sus construcciones. Otra piedra, fue el basalto, una piedra porosa y ligera que se mezclaba con el tezontle para los zócalos. La andesita fue utilizada para pavimentos y piedras angulares. Los ladrillos de adobe eran también muy comunes en la construcción de casas. Otros materiales de construcción locales incluían piedra, arena, madera, arcilla y cal.[10]

Las similitudes entre Calixtlahuaca y Tlatelolco son, por así decirlo, una “herencia mexica” que se ve reflejada en cada una de sus manifestaciones, en la arquitectura, escultura, pintura, joyería, plumería, etc. Y no solo fue de esa forma, para afianzar los lazos, los aztecas se hermanaron con los pueblos conquistados. Adoptaron a sus dioses, se unieron a través de matrimonios, implantaron sus creencias, su forma de gobierno, sus ideas y eso lo lograron a través de un aparato ideológico y una cosmovisión que permeo todo lo que tocó y que fue tan fuerte, que hoy en día, al caminar no solo por los vestigios del Templo Mayor, en el corazón de la ciudad de México, es posible ver también en Tlatelolco y en Calixtlahuaca el mismo principio y sello tenochca que levanto a una gran civilización con grandes ciudades vinculadas en todos los aspectos y sentidos.  

Con respecto a este tema, es importante señalar que, con el marco del mes del museo, en mayo de 2017, se inauguró una exposición que muestra las similitudes entre ambos recintos: Calixtlahuaca y Tlatelolco. A través de un paseo por las imágenes se muestran estas coincidencias y se realiza un recorrido para hallar la esencia nahua. El título de esta exhibición fue Tlatelolco y Calixtlahuaca, herencia mexica, la cual tuvo como sede la propia zona arqueológica de Tlatelolco (http://www.inah.gob.mx/es/component/jevents/icalrepeat.detail/2017/04/25/1543/-/tlatelolco-y-calixtlahuaca-herencia-mexica?Itemid=1).

 

CONCLUSIONES

Después de realizar este análisis que versa acerca de la zona arqueológica de Calixtlahuaca y de Tlatelolco, es fundamental tomar en cuenta el conocimiento del pasado para entender las bases del presente y enfocar las proyecciones al futuro. Por lo tanto, al voltear a ver a ambos recintos prehispánicos es posible hallar un punto en común: la esencia de carácter mexica que ambos espacios comparten.

Para los antiguos pobladores de México, en especial para los tlatelolcas, tribu Mexica que se separó de los tenochcas y que fundaron Tlatelolco, las bases nahuas fueron el detonante para que todo lo que ahí ocurriera tomará esa vertiente, desde las dinámicas sociales, el entorno político, religioso y el personal quedaron influenciados por la cultura mexica. El Imperio Mexica tomo fuerza, tanto que traspasaría fronteras y que llegaría hasta las tierras matlatzincas en la ciudad de Tecaxic, donde la influencia tolteca y después por el dominio tenochca, alcanzaría un nuevo esplendor que comenzó por darle un nuevo nombre: Calixtlahuaca.

El común denominador entre Tlatelolco y Calixtlahuaca se puede definir en una sola palabra: mexica. Está gran civilización que influyo en otras culturas y que logro expresar esas características particulares a través de la arquitectura, la escultura o la pintura y que para fortuna, aún es posible admirar en los vestigios aún en pie de los sitios antes mencionados.

Caminar por los pasillos de Tlatelolco, detenerse a ver a detalle cada uno de los edificios prehispánicos que aún conservan su esplendor es un verdadero privilegio. Además, el poder observar en un solo lugar, tres épocas diferentes aunque unidas por una sola esencia, es decir, la era precolombina, la era de la conquista y la era contemporánea se conjugan en un solo espacio para mostrarnos la evolución del pueblo mexicano.

Siguiendo los vientos del poniente, al trasladarse hasta Calixtlahuaca, es posible encontrar un mundo paralelo, con el sello mexica por excelencia, mas sin embargo, en el recinto, la situación parece hacer alarde a su nombre. En náhuatl el vocablo Calixtlahuaca significa «llanura de casas». Actualmente, pareciera que el tiempo se detuvo en ese lugar, las viviendas en la llanura continúan y para recorrer esta zona arqueológica es necesario andar por veredas y praderas que llevan al descubrimiento de un legado mexica que parece permanecer a pesar de las dificultades que representan los asentamientos rurales.

A través de un «viaje exploratorio» por el recinto de Tlatelolco hasta las llanuras de Calixtlahuaca, es posible ir de la luz a la sombra para adentrarnos en las texturas, en el paisaje, en las líneas geométricas de las escalinatas, de los edificios, en las formas orgánicas de la vegetación de cada una de estas regiones, así como la representación de la flora y fauna, ornamentación de los basamentos y estructuras de ambas zonas arqueológicas.

BIBLIOGRAFÍA

“Arquitectura azteca” en Cultura Azteca. Disponible en http://www.cultura-azteca.com/arquitectura/

“Azteken” en Enciclopedia Winkler Prins. Alemania, 8ª ed. Edición, 1975.

Cantú, Rubén. «Tlatelolco, la autoadministración en unidades habitacionales.» México, Instituto Politécnico Nacional/Plaza y Valdés, 2001.

De Mendoza y Pacheco, Antonio, La alegoría fundacional de México-Tenochtitlan, papel europeo, México, 1541, disponible en el facsímil del Códice Mendoza o Mendocino.

Díaz del Castillo, Bernal. Historia verdadera de la conquista de Nueva España. México, Nuevo Mundo, 1943. 

Guilliem Arroyo, Salvador. Ofrendas a Ehécatl-Quetzalcóatl en Tlatelolco. México, Colección Científica Instituto Nacional de Antropología e Historia, núm. 400, 1999.

Kirchhoff, Paul. “Mesoamérica”, en la revista Acta Americana, núm. 92, pág. 107, 2000; reeditado en Dimensión Antropológica, núm. 9, versión electrónica consultada el 30 de mayo de 2010. 

“La arquitectura de Tenochtitlán” en Zonas Arqueológicas de México. Disponible en http://www.zonaarqueologica.com.mx/la-arquitectura-de-tenochtitlan/ 7

“La duplicación del cosmos” en Diccionario de Arquitectura Mesoamericana. México, Trillas, agosto de 1997.

Noguera, Eduardo. “Sitios de ocupación de la periferia de Tenochtitlan”. Anales de Antropología. Universidad Nacional Autónoma de México, 1974.

Tlatelolco y   Calixtlahuaca, herencia mexica, (http://www.inah.gob.mx/es/component/jevents/icalrepeat.detail/2017/04/25/1543/-/tlatelolco-y-calixtlahuaca-herencia-mexica?Itemid=1)

Villanueva Villalpando, Jorge. “Calixtlahuaca” en Página Web INAH Calixtlahuaca. México, Septiembre 2010.

 

Notas de Pie de Página

[1] Bernal Díaz del Castillo. Historia verdadera de la conquista de Nueva España. México, Nuevo Mundo, 1943, [s.p.]  

[2] Paul Kirchhoff. “Mesoamérica”, en la revista Acta Americana, núm. 92, pág. 107, 2000; reeditado en Dimensión Antropológica, núm. 9, versión electrónica consultada el 30 de mayo de 2010, [s.p.]   

[3] “Azteken” en Enciclopedia Winkler Prins. Alemania, 8ª ed. Edición, 1975, [s.p.]

[4] Eduardo Noguera. “Sitios de ocupación de la periferia de Tenochtitlan”. Anales de Antropología. Universidad Nacional Autónoma de México, 1974, [s.p.]

[5] Salvador Guilliem Arroyo. Ofrendas a Ehécatl-Quetzalcóatl en Tlatelolco. México, Colección Científica Instituto Nacional de Antropología e Historia, núm. 400, 1999, pp. 2-5.

[6] “La duplicación del cosmos” en Diccionario de Arquitectura Mesoamericana. México, Trillas, agosto de 1997, [s.p.]

[7] Jorge Villanueva Villalpando. “Calixtlahuaca” en Página Web INAH Calixtlahuaca. México, Septiembre 2010.

[8] “La arquitectura de Tenochtitlán” en Zonas Arqueológicas de México. Disponible en http://www.zonaarqueologica.com.mx/la-arquitectura-de-tenochtitlan/ (19 de julio de 2017.)

[9]  Rubén Cantú. «Tlatelolco, la autoadministración en unidades habitacionales.» México, Instituto Politécnico Nacional/Plaza y Valdés, 2001, [s.p.]

[10] “Arquitectura azteca” en Cultura Azteca. Disponible en http://www.cultura-azteca.com/arquitectura/ (24 de julio de 2017.)